Que a Donald Trump le preocupa la telegenia no es ninguna sorpresa. La ex estrella de reality shows considera que la imagen y capacidad televisiva son una fortaleza en el espectáculo y también en la política.
Este fue uno de los factores a la hora de elegir a su equipo de gobierno. Entre los muchos rumores políticos que circulan en Washington, uno es que durante el proceso de selección de asesores y secretarios para los departamentos clave, Trump solía ver entrevistas televisivas de ‘sus candidatos’ sin sonido, para evaluar su valor telegénico puro. Para el presidente de Estados Unidos es fundamental cómo su equipo da en cámara y la imagen pública que presenta. E incluso, el color del traje que llevan. <
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, ha estado en el ojo del huracán desde su prematuro y accidentado primer día. Su catastrófico estreno fue una polémica rueda de prensa plagada de datos falsos (o ‘alternativos’, en terminología de la nueva administración) exagerando la cantidad de público que asistió a la toma de posesión de Donald Trump, a petición de su jefe. Los medios contaron después que al presidente no le gustó nada aquella puesta en escena. Ni de contenido, ni de forma. Y que incluso se quejó «del mal gusto de Spicer en trajes«, según reveló Axios. «¿No tiene este tipo ningún traje oscuro?«, habría preguntado Trump a sus asesores.
A las redes sociales tampoco se les escapó el asunto. Spicer compareció el sábado 21 de enero con un traje gris de raya diplomática ochentera que le quedaba muy grande y se veía claramente en cuello y hombros. Incluso la revista GQ le decicó un amplio artículo titulado ‘Fact: Sean Spicer’s Suit is Bad’ (Hecho: El traje de Sean Spicer es malo). Dos días más tarde, el cambio era evidente. Traje oscuro, entallado, monocolor, corbata fina, pelo recién cortado y postura relajada y sonriente. Hasta el punto que varios medios estadounidenses se preguntaron si alguien le había ayudado con un cambio de imagen a lo Ryan Gosling llevando de compras a Steve Carell en la película ‘Crazy, Stupid, Love’.
No es esta una cuestión tan trivial como parece. La imagen de los portavoces de la Casa Blanca es importante, ya que cualquier detalle poco cuidado distrae del contenido que difunden. Una máxima en comunicación política que incluso Barack Obama aprendió en su día, tras aparecer en la sala de prensa de la Casa Blanca con un traje beige claro que nubló la atención de periodistas y ciudadanos, y ya no se habló de otra cosa que de aquel ‘tan suit’ que muchos recordarán y que fue acuñado en Washington como ‘La debacle del traje beige’. Ahora, Spicer tiene un jefe que además a estas cuestiones les da una prioridad extrema. La imagen, la puesta en escena y la foto. El contenido ya es otra historia…
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