El cliente es cada vez más exigente y busca un consumo cultural. Hoy no se consumen productos, se consumen experiencias. Parafraseando a Marisa Berenson, puedo decir que el ‘glamour’ no depende de colgarse un collar en el cuello, sino del estado de ánimo. O más bien, de ese algo interior que desprendemos con nuestro arreglo o desarreglo personal.
Cuando alguien le comentó a Marisa Berenson “Desprende usted espiritualidad”, ella respondió “Tuve que aprender a construirme a mí misma. Así que cuando empecé a moverme en este mundo disperso, no perdí el equilibrio. Si no hubiese tenido esta llamada espiritual, probablemente habría sido destruida por muchas cosas” (Berenson, 2016).
O la afirmación de Amaia Salamanca, en Smoda de junio, “A las seis de la mañana la cabeza no da para hacer estilismos” (Salamanca, 2016). Más realista no puede ser. El estilismo nace de la mente. Traduce lo que somos, cómo estamos y a dónde queremos ir. ¡Es tan importante!
A la hora de la verdad, quien no tiene su vida fundada en ideas no es capaz de resistir a la avalancha del consumismo. He estado pensando sobre una entrevista a Demna Gvasalia -de Balenciaga- aparecida en el New York Times. En palabras del actual director artístico de Balenciaga “La gente busca individualidad, no quieren parecer una foto de campaña” (Fury, 2016). Existe un deseo y una necesidad de ser diferente, la individualidad importa mucho más. Fury opina que destacar detalles que indican individualidad frente al ‘total look’ está más cerca de lo precioso (Fury, 2016).
Por otra parte, el universo de las grandes marcas de la exclusividad permite que las prendas no pasen de moda, en este terreno no afectan las rebajas. No hay problema en llevar lo del año pasado. Incluso, le añade valor. De hecho, no hay lujo sin pasado. Esta es la gran diferencia con el gran consumo.
Susana Poyatos –diseñadora de la que hablé la semana pasada– acaba de presentar en Oviedo una exposición con su última obra. En ella presenta una mujer madura, bella y serena posando con algunas de las prendas que aquí se exhiben. La modelo que las lleva, no profesional, es una mujer trabajadora, independiente. Para Susana, la elegancia y el glamour son “ese algo que nos gusta de las personas y que no se puede explicar”.
Me quedo con la afirmación de Francesca Ruffini al hablar de sus diseños “Vivir en pijama es una actitud”. Para ella expresa “el deseo de una elegancia relajada e íntima” (Ruffini, 2016). Después de todas estas reflexiones, queda clara la necesidad de llenar la moda de ideas, de buenas ideas. ¡Hagamos ‘fashion mindfulness’!
Referencias:
Berenson, M. (2016). [Magazine Fashion and Arts].
Fury, A. (2016). These Two Guys Are Changing How We Think About Fashion -. The New York Times Magazine, 40-48.
Ruffini, F. (2016). [Telva no 925].
Salamanca, A. (2016). [Smoda no 214].
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