Algunas marcas como Samsung (Smart Things), Google (Brillo/Weave), Apple (HomeKit), Allseen Alliance (Alljoyn) y Amazon (Alexa) van a ofrecer las herramientas (aplicaciones, cámaras y sensores) que harán posible la casa inteligente a través del llamado ‘Internet de las cosas’. Entre sus prestaciones están la eficiencia energética y la seguridad. Eso sí, los ‘ladrones nativos digitales’ lo tendrán más fácil, los ‘vintages’ necesitarán un reciclaje.
Bromas aparte, la realidad del siglo XXII será virtual y pasará por la pantalla de un dispositivo. El ámbito cultural estará dominado por las narrativas multiplataforma, habrán desaparecido los derechos de autor como los conocemos y las librerías (no las bibliotecas) serán historia (Bracero, 2016). Con palabras de Douglas Coupland podríamos decir ‘Extraño mi cerebro pre-Internet’. El desarrollo tecnológico tiene sentido mientras sirva para aumentar la sabiduría y no vaya en deterioro del desarrollo de nuestras capacidades.
Hans Vestberg, Consejero Delegado de Ericsson, describe la influencia drástica que tendrá el ‘Internet de las cosas’: “Si una persona se conecta a la red, le cambia la vida. Pero si todas las cosas y objetos se conectan, es el mundo el que cambia”. Ya no solo los humanos ostentamos el privilegio de ser inteligentes, los objetos que fabricamos nos van a hacer una dura competencia (De la Serna, 2016).
Frente a la opinión de Hans Vestberg está la de Mukhanov, uno de los investigadores que ha descubierto junto a Hawking la teoría del origen del universo. Para él, “las máquinas solo serán más listas que nosotros si nos empeñamos en ser más tontos que ellas y dejamos de pensar” (Tagarro, 2016, p. 24).
En definitiva, el peligro está en vaciar de contenido la tecnología, en limitarnos a usarla sin transmitir ningún mensaje. Prueba de ello son los textos publicados en las redes sociales. Incluso algunos hablan de ‘infoxicación‘ como resultado del abuso de la tecnología en la vida diaria. Soy una fiel defensora de la antropología sostenible, de poner todos los medios a nuestro alcance para lograr un estilo de vida humanizado, donde el entorno esté edificado sobre esas mismas coordenadas. La tecnología debe contribuir a que seamos mejores, en lo material y en lo espiritual.
Referencias:
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