A la hora de meterse en la cocina existen todo tipo de posiciones. Desde los que odian ponerse el delantal, hasta los que hacen de la cocina un coto privado al que no te puedes ni acercar. En el término medio están los que cocinan por obligación. Estés en el punto que estés dentro de este continuo, resulta que montárselo a lo Juan Palomo tiene diferentes ventajas. No sólo físicas o nutricionales, sino que cocinar en casa también aporta varios beneficios psicológicos y sociales que contribuirán a una mayor tranquilidad mental. Y esta, por su parte, se traducirá en bienestar. En suma: saldremos ganando nosotros y toda la familia. Por eso, si te da pereza cocinar, véncela. Te explicamos por qué merece la pena.
Comenzando por lo más obvio, entre las razones esgrimidas (y los beneficios) para cocinar se encuentra el hecho de que comer en casa ahorra dinero respecto a salir a restaurantes. Incluso a pesar del encarecimiento de la cesta de la compra.
Dado que las vacaciones están a la vuelta de la esquina y que incurriremos en gastos extraordinarios, además de en tentaciones previamente no contempladas que pondrán nuestra economía al límite, si hay un momento para “sujetarse” un poco, es ahora. En suma: ya habrá tiempo de gastar dinero en restaurantes mientras estemos de vacaciones.
Siguiendo por lo que de verdad importa, que es perder cinco kilos como sea de aquí a irnos de vacaciones, toma buena nota de este dato: salir a comer fuera engorda. Por el contrario, según algunos estudios, uno de los beneficios de cocinar en casa es que se ingieren alrededor de 200 calorías menos que cuando comemos fuera.
Si te ves tentado de irte de cañas o de salir de terraceo continuamente, lo mejor será que te lo pienses dos veces. Tienes que tener en cuenta que no se trata ya sólo de una cuestión económica, sino también de salud. ¿A quién no le pasa que se desordena y no se encuentra del todo bien cuando no para de salir a comer o cenar? Sucede porque, al estar fuera o en los viajes, se altera nuestra rutina intestinal e incluso nuestra microbiota al estar ingiriendo alimentos poco frecuentes.
Por otra parte, al comer en restaurantes uno siempre se va a ver tentado de probar cosas y de consumir de alimentos pocos saludables. Amén de abusar del alcohol, por supuesto. No digamos ya lo típico que es coger algún virus estomacal por falta de higiene en la elaboración. El resultado de estos abusos lo pagaremos caro, aunque en el pecado vendrá la penitencia, que se presentará a base de antiácidos a mitad de la noche. Todos estos problemas se podrán evitar si nos animamos a ponernos un poquito más el delantal.
Al margen de lo anterior, hay otras ventajas psicológicas nada desdeñables para animarte definitivamente a superar la pereza de los fogones.
La cocina ofrece el espacio perfecto para compartir un rato agradable con los tuyos. Lo que se conoce como pasar un “tiempo de calidad” con niños, en una actividad estructurada y basada en objetivos comunes, es también algo que les encanta a los más pequeños.
Sirve para inculcarles buenos hábitos alimentarios e incorporar en su dieta ciertas comidas menos atractivas para ellos, como las verduras. La mejor recompensa será el sentarse a la mesa todos juntos y comentar cómo ha sido la elaboración de los platos y la forma en que se han ido superando las dificultades.
Siguiendo con la idea de compartir un buen momento con los niños, resulta que cocinar es también una actividad especialmente interesante para ellos. Cocinando se les da la oportunidad de desarrollar plenamente su psicomotricidad. Lo harán a partir de los pequeños movimientos implicados en el acto de cocinar, como cortar, partir, amasar, rellenar o untar con el pincel.
Además de aprender, tanto ellos (los niños), como nosotros, podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad. Aunque en ciertas prácticas, como la repostería, hay que “obedecer” las recetas casi a pies juntillas, hay otras elaboraciones que dan mucho juego a la hora de variar los ingredientes o la forma de presentación. Otro de los beneficios de cocinar, pues, es que puede suponer un ejercicio de imaginación a nivel tanto de sabores como de estética y configuración.
Cuando no se hace por obligación y se escogen recetas especiales, cocinar se convierte en una fórmula ideal para relajarse y centrar la atención en actividades no estresantes. Las labores de la cocina, incluso el ir fregando los cacharros a medida que se ensucian, es entretenido y aporta un paréntesis necesario para desconectar del trabajo y las preocupaciones.
Por contraste a la vorágine de actividad mantenida durante todo el año, durante las vacaciones, o cuando uno tiene exceso de tiempo libre, puede llegar a aburrirse. Para superar el hastío, que habitualmente se combate de formas poco recomendables como comiendo y viendo el móvil o la tele, conviene estar entretenido.
¿Por qué no en la cocina elaborando algún plato? Una buena receta servirá para recompensarnos, además de mantenernos activos físicamente con el vaivén de las sartenes y de las ollas. En todo caso, mucho mejor moverse que estar horas en el sillón.
¿Cuántas veces nos apetece aquello que probamos en un restaurante al que fuimos una vez, allí en Italia o en la Conchinchina? La variedad gastronómica a la que tenemos acceso en nuestros días es casi infinita. Y si no, al menos siempre encontraremos una receta similar en Internet con la que evitaremos desplazarnos a Asia para comer, por ejemplo, unos rollitos vietnamitas.
El mero ejercicio de buscar la receta y adquirir los ingredientes ya es ilusionante en sí mismo y contribuye al gusto y aprendizaje de otras culturas y sabores.
Como hobby, la cocina no tiene competencia y es una fuente casi infinita de aprendizaje y creatividad. Sin embargo, para disfrutar de las mieles de la autoelaboración culinaria hay que organizarse bien y, sobre todo, respetar la técnica. Esto supone un ejercicio con el que mantener la mente ocupada para que no se nos olvide ese ingrediente tan importante de la receta para gestionar los tiempos y, por supuesto, para que no se nos queme nada en la sartén mientras estamos a otra cosa. La cocina es muy entretenida, y por ello cuando salen bien las cosas la recompensa sabe el doble de bien.
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