En contra de la idílica imagen de todos en la mesa cenando en familia y contándonos cómo ha ido el día, la realidad de casi todos los hogares es otra. Padres e hijos se sientan a la mesa todos juntos, pero no lo hacen solos. Junto a ellos, y a modo de apéndice, estará típicamente un móvil, que a veces podrá también ser una tablet en el caso de los niños. En esta coyuntura, la comida y la compañía se convierten en lo de menos. ¿Quién necesita hablar pudiendo estar viendo Tik Tok en la mesa? Si como progenitor te enfrentas a este mismo problema casi todos los días, toma nota de lo que puedes hacer para quitarle el móvil a tu hijo a la hora de cenar y destinar este espacio para lo que de verdad importa: pasar un buen rato en familia, hablando y compartiendo cosas.
Lo peor es que la escena está adquiriendo un carácter casi universal y está muy alejada de esa arquetípica imagen de la reunión familiar alrededor de una comida hogareña y nutritiva. La realidad es otra: mientras mamá termina de traer la comida o papá va sirviendo el agua y pidiendo a los niños un poco de colaboración, los niños no oyen nada. Ni oyen ni ven. Lo que pasa a su alrededor directamente no existe porque tienen toda su atención centrada en el móvil.
Ante esta situación no es difícil enfadarse. ¿A qué madre (o padre) no le molesta repetir algo veinte veces? Es más: a la cuarta vez que uno le pide a su hijo que acerque el plato hondo ya puede suceder cualquier cosa, e incluso la cena se puede convertir en un drama. Antes de que esto suceda, lo mejor es poner normas de conducta a la hora de las comidas, estableciendo lo que está y no está permitido hacer. Además, habrá que explicar bien los porqués, ya que los niños no lo van a aceptar tan fácilmente.
Lamentablemente, el sueño de casi todos los niños es ese: comer o cenar solos mirando el móvil y sin que nadie les hable ni moleste. Para ellos es el summum del relax y del placer. Sin embargo, casi todos los padres estaremos de acuerdo en que esto no puede ser. El vicio del móvil tiene que parar en algún momento, y ese debe ser, como mínimo, a la hora de la cena. Y decimos cena porque los niños habitualmente suelen comer en el colegio, convirtiéndose, pues, la cena, en el único momento de la jornada en el que podemos estar todos juntos y ponernos al día. Pero quien dice cena, dice comida durante los fines de semana.
Aunque la influencia de este dispositivo pudiera parecer inocua en el momento en que se deja de usar, no sucede así. Lejos de eso, su mera presencia se hace casi omnipotente en toda la sala, especialmente si el móvil no está silenciado, robando toda la atención, interrumpiendo y adquiriendo un protagonismo innecesario.
No sucede en todas las casas, pero sí en bastantes: los padres son muchas veces los primeros en mantener el móvil al alcance de la mano. Están, además, dispuestos a echarlo un vistazo a la primera de cambio, cuando no a contestar llamadas o mensajes entrantes, con independencia de no haber pasado todavía del segundo plato.
Dando este ejemplo, ¿qué esperamos que hagan los niños? Como progenitores debemos ser los primeros en abandonar el móvil a la hora de cenar. Sólo a través del ejemplo podremos exigir lo mismo en nuestros hijos.
Ciertamente, sólo con nuestra labia parental es difícil competir contra el gran atractivo que suponen el móvil o las pantallas para los niños. Sin embargo, merece la pena intentarlo para disfrutar de los beneficios que tiene la comunicación fluida y el compartir tiempo de calidad entre padres e hijos, para que los niños no sean víctimas de esa soledad acompañada tan habitual en nuestros días.
Ya que se les va a quitar el móvil y a “forzar” una situación no deseada, hay que pensar en cenas y comidas como en una oportunidad para juntarse y compartir con los hijos, y no sólo en términos de nutrición. Por ello, olvídate de las verduras por un momento y piensa en introducir algunos rituales familiares que conviertan el momento de la cena en más atractiva. Por ejemplo:
Las posibilidades son múltiples, y siempre se puede hacer que los niños participen en la elaboración de ciertas comidas, programando, por ejemplo, cenas temáticas elaboradas por algún miembro de la familia con la ayuda de los niños. Esto dará la oportunidad de comentar tanto el proceso como los resultados. ¡Cualquier cosa para crear hábitos sanos en términos de comunicación, relación y vínculo con nuestros hijos!
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