Pocas cosas dan más sensación de tranquilidad en la vida que entrar por la puerta de casa después de una jornada de trabajo y sentir ese olor a limpio y ordenado tan característico. El día que viene la asistenta suele ser una bendición para todos. Y es que nadie pone en duda la comodidad de tener ayuda en casa, e incluso en algunos casos es imprescindible cuando los dos progenitores trabajan. Sin embargo, tener esa suerte no debe eximirnos de la responsabilidad de inculcar valores de limpieza y orden a nuestros hijos como parte fundamental de su educación. Descubre por qué es importante enseñar a los niños a colaborar con las tareas domésticas desde que son pequeños y qué podemos esperar de ellos por edades.
Igual que debemos enseñarles que el dinero no cae del cielo, y conviene dar una paga infantil para que aprendan a administrarse, también hay que hacerles entender que las cosas no se limpian solas. Ni se limpian ni se recogen, para ser exactos. De igual modo que la mesa no se pone sola, ni la lavadora, ni la plancha…. Ni tampoco esos macarrones aparecen en el plato como por arte de magia.
En nuestro día a día, como adultos, tenemos que entender que las cosas no vienen dadas para empezar a apreciarlas como se merecen. Pero además, debemos transmitírselo a los niños. Decirlo es fácil, pero la realidad es que uno no suele apreciar lo que tiene hasta que lo pierde, y esto es un hecho que hemos comprobado demasiadas veces.
¿Cuántas veces hemos renegado de algo o alguien y nos hemos arrepentido después de nuestras palabras tras haberlo perdido, deseando recuperarlo? Esto puede aplicar tanto a personas como a hechos.
Volviendo a la limpieza, podemos poner un ejemplo muy sencillo pensando en cómo protesta el adolescente cuando vamos a pasar la aspiradora o le echamos de su cuarto para limpiarlo. En ese momento tu hijo te aborrece, sí, pero seguramente es porque todavía no ha experimentado la alternativa a esa pequeña molestia: hacerlo él mismo.
Dar las cosas por sentadas no conviene a nadie. Por ello, lo mejor es enseñar a los niños desde pequeños a hacer las cosas por sus propios medios, también las correspondientes al hogar, para que valoren el papel de su propio esfuerzo y el de los demás. Sólo a partir de ahí tus hijos podrán aplicar el agradecimiento, un ejercicio muy positivo y que, además, intervendrá en la felicidad contribuyendo a su bienestar emocional.
Enseñar a tu hijo a ayudar en casa y darle la una serie de tareas concretas para hacer ayudará a toda la familia, pero especialmente a él:
Lo primero y más importante para iniciarlos en la cooperación de las tareas del hogar es ser realista respecto a las expectativas de lo que podrán hacer, sabiendo que estas dependen de la edad y etapa madurativa del niño.
A esa edad tan temprana los pequeños son capaces de convertir cualquier tarea en juego. Y de eso se trata: comienza a jugar con ellos haciendo cosas como las implicadas en recoger su propia habitación. Esto implicará, sobre todo, ordenar los juguetes. También pueden empezar a intentar doblar su ropa para guardarla en su sitio, más que nada para hacerles ver que deben ocuparse de sus cosas y de lo que supone ordenar.
A esta edad ya pueden empezar a hacer otras tareas como poner y quitar la mesa, y la acción de ir recogiendo lo que uno usa debe generalizarse a otras áreas de la casa como el baño. Así, deben saber dónde dejar el cepillo de dientes o el peine, aprender a no dejar las cosas tiradas o poner siempre sus zapatos y mochila en el lugar designado para ello y no en cualquier otro.
El niño de esta edad ya puede comenzar también a hacer su cama por las mañanas, además de colocar su propia ropa y participar en la preparación de su mochila o de su snack para el colegio.
Además de todo lo anterior, desde los ocho ó nueve años se les pueden encargar tareas específicas como sacar la basura o involucrarse con el cuidado de las mascotas. En la cocina ya podrán hacer más, como limpiar los restos de las comidas en la basura, secar y colocar platos y cubiertos, así como participar en elaboraciones de cocina sencillas, como lavar lechuga, preparar el pan o hacer un bizcocho.
A esta edad las tareas de limpieza se pueden extender a otras áreas de la casa. Enseñándolo, el niño estará preparado para pasar la aspiradora, la mopa o el polvo a cualquier zona de la casa. Su participación en la cocina puede ser más activa, y, por supuesto, puede colaborar en el cuidado de sus hermanos más pequeños. (Ojo: Esto no quiere decir que se puedan quedar solos mientras nos vamos a cenar los padres; esto no se debería hacer hasta al menos los 15 ó 16 años).
A los doce los niños son casi adolescentes y, por tanto, ya se les puede dar plena responsabilidad en casi todas las tareas domésticas de limpieza, incluyendo fregar los cacharros, el baño, o poner o quitar la ropa de la lavadora y la secadora, por ejemplo. Al ser más mayores podrán participar también en las labores del jardín o aquellas que impliquen más fuerza o habilidad.
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