El pin parental ¿adoctrinamiento o formación?
La medida de Vox conocida como pin parental ya se aplica en Murcia y otras comunidades autónomas se plantean su implantación.
En las últimas semanas está en boca de todos un concepto educativo totalmente nuevo y desconocido hasta ahora para la mayoría de nosotros. Se trata del pin parental, una propuesta política del grupo Vox que actualmente ya se está aplicando en Murcia, pero que ha captado ya la atención de otras comunidades autónomas.
A continuación repasamos los principales interrogantes sobre un debate abierto en toda la sociedad y con argumentos para todos los gustos. ¿En qué consiste el pin parental?, ¿cuáles son sus ventajas e inconvenientes?
Qué es el pin parental
A priori podríamos pensar que es un concepto de protección online al menor, por su paralelismo con las herramientas de control parental que actualmente se utilizan para proteger a los niños de las amenazas de Internet. Sin embargo, no es un concepto tecnológico.
Se trata de una autorización expresa que deben hacer los padres (por ahora en Murcia) para consentir que sus hijos reciban cierta formación en horario lectivo. Así lo define y defiende Espinosa de los Monteros como portavoz de Vox: «Un instrumento para dar a los padres libertad para elegir qué quieren hacer con sus hijos».
Las materias del pin parental
La autorización no es sobre lengua o matemáticas, sino sobre aquellas materias «extra» cuya formación viene a cargo de expertos. ¿Y cuáles son estas materias? En realidad, toda la que sea impartida por personal ajeno al centro. Esto incluiría cualquier cosa: desde las charlas de la policía en el colegio hasta talleres sobre acoso escolar.
Pero la realidad es que la iniciativa arranca a partir de la formación específica en relación a temas de sexualidad, roles o identidad de género, o incluso feminismo. En suma: sobre la sexualidad, la diversidad y aquellos temas sensibles a un juicio moral.
En la página web de Vox describen que esta autorización expresa versará sobre temas que «afecten a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad, que puedan resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad de nuestros hijos». El propósito no será otro que poder decidir sobre su asistencia tras una reflexión previa sobre el tema.
Dónde está el debate
El origen del debate está en considerar o no la educación como un instrumento de adoctrinamiento (fundamentalmente en sexualidad e ideología de género) que atente contra los valores morales de los padres. Ese es el punto de vista de Vox y otros partidos políticos cercanos a la derecha.
Respecto a las charlas, talleres o actividades de contenido extraescolar, «es absolutamente natural que los padres queramos poder autorizar a nuestros hijos que vayan», afirma el portavoz de Vox. Sin embargo, no todos opinan igual, y de hecho, la ministra de educación Isabel Celáa, lo contradice, asegurando que esos contenidos forman parte de un programa educativo ya estipulado y sobre el que, posteriormente, los niños se tendrán que examinar.
Ella habla de «materias curriculares troncales y evaluables», y considera la medida del pin parental una forma de «cercenar» la educación. En lugar de esta, propone que la opinión de los padres se manifieste a través de los mecanismos regulares del colegio, como «los consejos escolares en los que están presentes».
Los niños son personas con derechos
Otra parte central de la discusión está en los niños. Espinosa de los Monteros define el pin parental como «un instrumento para dar a los padres libertad para elegir qué quieren hacer con sus hijos». Sin embargo, desde el otro lado se mantiene que los niños no son de nadie (tampoco de sus padres), sino que son seres con derechos fundamentales. Y entre estos derechos está el garantizarles la educación.
A esta idea se suman los grupos próximos a la izquierda, todo el colectivo LGTBI y algunas organizaciones de gran peso en la protección del menor, como Save the Children. Desde esta entidad estiman que «la medida vulnera el derecho de cada niño y cada niña a recibir una formación integral». Tal y como recuerda su directora de Sensibilización y Políticas de Infancia, Catalina Perazzo, «es fundamental que el alumnado adquiera conocimientos sobre aspectos básicos para su desarrollo, como es la educación en la diversidad».
Los contras del pin parental
El debate del pin parental es, seguramente, irresoluble, ya que ambas posiciones tienen su parte de razón. Como defensa de la formación en estas temáticas sensibles en la escuela se pueden alegar varios argumentos:
- Bien impartidas, pueden ser de gran ayuda para los niños. Les servirán para ser más abiertos, flexibles y amigables a la diversidad. Esto evitará conductas de acoso escolar homofóbico y sexista en las nuevas generaciones, que son tan distintas a la nuestra y, sobre todo, a la de nuestros padres y abuelos.
- Generar un tabú entorno al sexo no es bueno para el niño. Hay que hablar de ello con cierta naturalidad, en base a la edad y comprensión del niño, y relacionándolo con los impulsos de la naturaleza humana, pero sobre todo con la afectividad.
«La formación en educación sexual podría a evitar enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados o el acoso a mujeres».
- Al margen del ámbito de la salud, hay mucho más: la sexualidad no es sólo el acto sexual, sino que conlleva conceptos más amplios como la identidad de género, la orientación, la identidad sexual o los comportamientos sexuales responsables. En sí son temas complejos y que generan confusión a los propios padres.
- Si no se les explicaran estos conceptos en el colegio, muchos niños no tendrían ninguna formación al respecto. Porque, reconozcámoslo: a la mayoría de los padres no les gusta hablar de ello por un tema cultural derivado de su propia experiencia a partir de la educación de sus propios progenitores.
- Con cierta formación podrán evitarse muchas enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y disminuirse el acoso sexual hacia la mujer.
Los pros del pin parental
A favor del pin parental tampoco podemos olvidar algunos hechos:
- Si bien es importante educar, no se puede hacer de cualquier manera. Y, lamentablemente, no todos los «formadores» son buenos. La educación sexual puede convertirse fácilmente en pornografía si se les habla a los niños de cosas para las que no están preparados por edad.
- Es fácil confundir la aceptación de la diversidad y la libertad sexual con el libertinaje, fomentándose en este caso una idea del sexo basada en la promiscuidad y en el «todo vale».