La positividad es tóxica cuando no es real

Neutralizar cualquier tipo de emoción que esconda una tristeza profunda puede generar un efecto contrario en forma de positividad tóxica.

Sandra Barneda. 14/06/2021
(Foto: Piqsels)

Recuerdo que hace unos año me sorprendió el libro de Bernardo Stamateas, Gente Tóxica. No sólo por la rotundidad del término empleado en el propio título sino también por su contenido: que viene a ser un reconocimiento a personas que pueden rodearte y no beneficiarte emocionalmente. Ese libro logró la calidad no sólo de betseller mundial sino consolidar en el leguaje popular el propio concepto de «gente tóxica».

Han pasado unos años de ese libro y en ese tiempo me arriesgaría a aseverar que hemos avanzado en el deseo de explorar nuestras emociones. De ahí que haya surgido otro término interesante y mucho más difícil de detectar en nosotros mismos y en el resto: La positividad tóxica.

Positividad
Hay que reconocer las sensaciones positivas pero también las negativas. (Foto: Piqsels)

Negar el enfado, la ira o la frustración puede ser contraproducente

No es otra cosa que la disposición de algunos a mostrarse siempre alegres o felices, neutralizando cualquier tipo de emoción que no pueda resultar placentera. La negación del enfado, la ira, la tristeza o la frustración puede llegar a ser contraproducente para cualquiera. Sentir la necesidad de estar bien en todo momento y ante todos inhabilita un papel emocional necesario para mantenernos «emocionalmente saludables».

Los psicólogos comienzan a alertar del peligro de no saber salir de esa positividad obligada que encarcela el resto de emociones de descarga que tenemos. Los eslóganes publicitarios tipo «Si quieres, puedes», pueden llegar a tener el efecto contrario si no son realistas. El aumento de exposición de la privacidad maquillada en redes sociales ha potenciado una tendencia a la positividad tóxica basada en la premisa de alcanzar una «vida perfecta» donde las «emociones negativas» no existen; operando en una negación de la realidad y sus propios matices.

Positividad
No hay que tener miedo a las emociones. (Foto: Piqsels)

La positividad se convierte en tóxica cuando no es real

El miedo, la inseguridad y la tristeza son las emociones más escondidas provocando un estrés emocional y sobrecarga neuronal por el esfuerzo en no dejar salir nada que no sea «positivo». Crecer ante un escenario que diseña o fabrica expectativas que no corresponden con la realidad. Hay que recordar que el acertado juego de redes llamado expectativa/realidad aumenta el nivel de frustración y lleva poco a poco hasta los bajos fondos el estado de ánimo de cualquier que lo practique.

La búsqueda de una felicidad permanente basada en la neutralización de cualquier tipo de emoción esconde una tristeza profunda. Igual que Stamateas aconsejaba huir de la gente tóxica, ahora son muchos psicólogos que recomiendan salir del positivismo, liberar culpa e integrar la frustración, el fracaso, la ira o cualquier emoción que se sienta. La positividad se convierte en tóxica cuando no es real. Cuando se construye sobre la errada necesidad de vivir de ‘forma válida’: sin quejas o problemas.

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No hay que pensar en una vida perfecta en todos los sentidos sino vivirla en todas sus formas. (Foto: Piqsels)

Hay que huir de la positividad tóxica

La vida perfecta, el trabajo perfecto, la familia perfecta, la pareja perfecta son producto de un imaginario colectivo que carga sobre cada uno quilos de culpa si dentro de si no se sienten así. Todo se aliena en «lo que debe ser y lo que es» cuando nada está escrito, ni debería de ser más que sentido y experimentado libremente. Tras meses de encierro, pandemia y Covid-19: hay que huir de la positividad tóxica; reconocerla en uno mismo o en los demás y ¡Hacerle jaque!

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