A riesgo de incurrir en estereotipos, a veces es más fácil entender el mundo a base de categorías muy básicas, para matizar después. Este es el caso a la hora de explicar la personalidad de la gente introvertida. Cuando nos referimos a ellos, hay que comprender que, en el ámbito de las relaciones y la sociabilidad, hay dos tipos de personas: las muy sociables y que necesitan a mucha gente en su vida, y las menos sociables, que se encuentran más cómodas en grupos más pequeños y que gustan de momentos de soledad e introspección.
Los introvertidos pertenecen a este último conjunto de personas, hecho que a menudo se malinterpreta por los demás como algún tipo de “tara”. ¿Por qué los introvertidos son los grandes incomprendidos de la sociedad? Te explicamos cómo son en realidad y por qué a menudo los introvertidos son injustamente víctimas de una colectividad que aplaude la extraversión y tiende a medir el éxito en términos sociales.
Cuando se habla de personalidad es conveniente hablar de un continuo de dos polos opuestos sobre el que cada persona se posiciona. Si ponemos el ejemplo de los colores, en un lado estaría el blanco, y en otro, el negro. En el medio habría toda una suerte de grises, más o menos claros, en función del polo al que se aproxime cada uno. Análogamente, de acuerdo a una famosa teoría psicológica, esto mismo sucede con la personalidad en términos de sociabilidad o necesidades sociales.
En el año 1921, el psicólogo suizo y disidente de Freud, Carl Jung, publicaba el libro “Tipos Psicológicos”, introduciendo el concepto “Introversión-Extraversión” como un continuo de personalidades opuestas. Según su aportación, el lado de la introversión se refiere a las personas que tienden a mirar a su interior y a ser introspectivas, atendiendo a sus propios pensamientos y sentimientos.
Estas personas son más reservadas en lo social, y prefieren desenvolverse en grupos más pequeños y ambientes de confianza que en contextos con mucha gente desconocida. Por su parte, los extrovertidos se caracterizan por todo lo contrario: por sentirse más estimulados externamente por los demás que por sí mismos. Esto les lleva a necesitar a mucha gente en su vida y a tener contacto con muchas personas a su alrededor para sentirse bien.
Como se puede comprender, hay pocos blancos y negros puros y sí mucho gris. Así, nadie es cien por cien introvertido o extravertido. En realidad, la medida de “introversión-extraversión” se corresponde con una actitud con la que mostrarse ante el mundo y ante los demás. Además de estos polos opuestos, Jung definió cuatro tipo de personalidades sobre las que aplicar precisamente esta medida de introversión-extraversión: reflexivo, sentimental, perceptivo e intuitivo.
A pesar de la incomprensión que padecen los introvertidos -que por otro lado suponen entre un tercio y la mitad de la población-, la realidad es que este tipo de personalidades no tienen nada de malo ni ningún problema, más allá de verse precisamente afectados por la presión social a convertirse en algo que no son.
En nuestros días, desde la psicología en general, no se entiende la introversión como un problema psicológico que haya que tratar. De hecho, hay una tendencia a abogar por este tipo de personas, en el sentido de que hay que respetar cómo son, entenderlas para sacar lo mejor de ellas, y de paso, “dejarlas un poco en paz”.
Comprender a los introvertidos pasará necesariamente por combatir algunos de los mitos por los que se ven afectados:
Esta forma de entender al introvertido quedó magníficamente expresada en una Ted Conference de la escritora americana Susan Cain, asimismo autora del top ventas “El poder de los introvertidos”. En su obra, Cain reivindica lo positivo de la introversión, luchando contra los prejuicios que afectan a este tipo de personas.
Según la estudiosa del tema, cada persona será más o menos introvertida en función de cómo responde a la estimulación, incluida la estimulación social: “Los extrovertidos ansían la estimulación, mientras que los introvertidos se sienten más vivos, más activos y capaces en ambientes más tranquilos y con menos estimulación”.
Según Cain, entre las virtudes y fortalezas de los introvertidos, que pueden llegar a ser grandes líderes, estarían las siguientes:
Actualmente, para entender la medida de introversión-extraversión se suele poner el símil de cómo cada persona necesita cargar las pilas para sentirse bien, socialmente hablando. Incluso se habla de una “batería social”.
Según esta idea, cada persona tiene una cantidad de energía social limitada. Una vez consumida esta energía, la persona necesita descansar de los demás y recargar las pilas a solas, antes de volver a socializar.
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