Cada 14 de marzo se celebra el Día Internacional de las Altas Capacidades, un colectivo al que pertenece entorno al 10% de la población, según las estadísticas. Sin embargo, muchas de estas mentes privilegiadas nunca han tenido un diagnóstico y ni siquiera lo saben. Por ello, precisamente existe una efeméride: para visibilizar su condición.
Paradójicamente, las altas capacidades, o el ser más inteligente que los demás, objetivamente hablando, puede estar penado socialmente dentro del entorno escolar. Tanto es así, que a veces los niños con alta capacidad suspenden o presentan fracaso escolar y hasta problemas de conducta. Para que esto deje de suceder, nada como conocer los aspectos más importantes de la alta capacidad. Te explicamos, de la mano de expertos, en qué consiste y qué puedes hacer para ayudar a tus hijos con sus necesidades especiales.
Las teorías de la inteligencia han ido evolucionando con los años, pero la tendencia actual más ampliamente aceptada es la existencia de diferentes tipos de inteligencia. De entre estas, unas se desarrollarán más que otras en cada persona. Así lo estipula la Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. Este psicólogo, que ejerció su carrera de investigación en la Universidad de Harvard, describió hasta ocho tipos de inteligencia. Su teoría se caracteriza por estar alejada de los clichés convencionales que asociaban la capacidad intelectual a la competencia en el cálculo o a la destreza lingüística y verbal.
Es un clásico de los padres el decir que “su hijo es tan listo que parece superdotado”. Además de típico, este hecho no deja de ser una pena, ya que las altas capacidades se pueden medir. Por lo tanto, la sospecha, además de servir para presumir de hijo, debería derivar en una evaluación personalizada de ese niño para ver qué se puede hacer por él.
Actualmente el sistema educativo español cuenta con recursos para detectar las altas capacidades intelectuales (ACI). Estas son consideradas, de hecho, como un tipo de necesidad específica que precisa de un apoyo educativo al que se puede recurrir. Por ello, tanto los progenitores como los profesores deben estar de acuerdo en identificarlas para poder ofrecer al niño esa ayuda extra que necesite. No sólo para adaptarse mejor en el colegio, sino también para desarrollar su potencial.
En España las ACI se miden cuando hay indicios, y con un trabajo conjunto entre la familia, los profesores y los orientadores del colegio. La evaluación se lleva a cabo a través de una serie de pruebas de inteligencia que miden diferentes parámetros de esta. Por ejemplo, la memoria, la creatividad, el razonamiento lógico y matemático, así como ciertas aptitudes como la verbal y la espacial, entre otras.
En tiempos en los que los apelativos importan más que nunca, y están dejando de emplearse parte de ellos por resultar ofensivos, a más de uno le surgirá la duda: ¿Sigue siendo correcto y apropiado referirse a estos niños como superdotados?
Pues en este caso en concreto sí, pero con matices. Nos lo explica Jana Martinez-Piqueras, presidenta de la Fundación Indifferent Minds, recientemente creada para ayudar a las personas con altas capacidades y a sus familias. “Ambos términos son correctos, sólo se refieren a cosas distintas, por lo que hay que conocer a qué aluden para saber cuándo emplear uno u otro”.
Según explica Martínez-Piqueras, la alta capacidad es un término que engloba distintos perfiles:
– Superdotación: Se refiere a una persona con elevados recursos en todas las aptitudes intelectuales. No solo en las producciones, sino también en los procesos implicados en cómo se gestionan esas capacidades. Además, deben presentar elevada creatividad.
– Talento: Se da en aquel que presenta rendimientos extraordinarios en algún factor de la estructura intelectual. Puede ser simple o complejo. Este último caso contempla la conjunción de más de un talento simple.
– Precocidad: Aparece en el niño que presenta un ritmo de aprendizaje y desarrollo a niveles superiores que los niños de su edad. Este tendrá mayores recursos intelectuales, pero cuando su maduración termine, su capacidad intelectual será normal.
El niño con altas capacidades sería aquel, pues, que no sólo despunta en una de ellas, eso sería talento, sino que lo hace en todas, llegándose a un índice mensurable y establecido por la Organización Mundial de la Salud en un cociente intelectual como mínimo de 130.
No realizar las pruebas o dejar de informarse en algún centro especializado en la materia puede ir en detrimento del aprendizaje del niño. Tengamos en cuenta que este necesita una mayor estimulación que sus compañeros, ya que va a un ritmo intelectual muy superior.
En cifras del Ministerio de Educación, el 70% de los niños con alta capacidad presenta un bajo rendimiento académico, y el 50% fracaso escolar. “Por ello es considerada una NEAE (Necesidad Específica de Apoyo Educativo) desde el año 2006 y debe ser atendida conforme a la legislación vigente”, nos recuerda la portavoz de la Fundación Indifferent Minds.
¿De dónde vienen los problemas estos niños? “Las dificultades a las que se enfrentan son motivadas principalmente por la metodología. El aprendizaje mecánico, repetitivo y de copia, les enferma. Por otro lado, al tener un ritmo de aprendizaje más rápido, se ven sometidos a mucho tiempo de espera, empezando, por aburrimiento, a ser disruptivos o desconectar de la clase”.
Desde la fundación aprovechan para señalar que “la ley de educación se basa en el principio de igualdad educativa, lo que quiere decir que todos los niños tienen igual derecho a aprender”. Esto implica adaptar la formación al niño y no al revés: “Dado que su manera de aprender es diferente, necesitan una adaptación metodológica, y puesto que su capacidad y velocidad de aprendizaje es mayor, también requieren de una adaptación curricular. En ningún momento el niño con alta capacidad tiene que trabajar más; tiene que hacerlo distinto”, dictamina la experta.
Hacer uso de estos derechos podrá suponer una diferencia abismal en el aprendizaje y rendimiento de estos niños. En este sentido, desde la fundación, además de dedicarse al I+D de la alta capacidad a nivel internacional, y de cubrir aspectos como la detección, el diagnóstico y la intervención, cuentan con un departamento legal. Desde este facilitan la relación de las familias con la administración para asegurar que los derechos de estos niños quedan atendidos.
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