Existen expresiones que ya de por sí lo dicen todo. Una de ellas es la de «poner etiquetas», una frase hecha que sirve para describir el ejercicio de caer en el estereotipo en base a nuestros propios prejuicios o sesgos perceptivos. En el mundo de Internet, las etiquetas se refieren a señalar a una persona e incluirla en una determinada imagen subida a redes sociales. Este hecho, generalmente hecho sin malicia, puede, sin embargo, dejar a una persona marcada para siempre. Por ello es tan importante conocer lo básico de las normas del etiquetado online. Y sobre todo explicárselas a los niños, que tienden a obrar con impulsividad y sin pensar en las consecuencias de sus actos.
Los especialistas en marketing digital dan una gran importancia a esta reputación a nivel de marca o negocio. Sabemos que dar una mala imagen on-line a los adultos nos puede jugar una mala pasada a nivel laboral y personal. A los niños también les puede afectar. A éstos les perjudica en la medida en que que pueda provocar comentarios negativos que vayan creciendo hasta derivar en un auténtico ciberbullying con consecuencias a largo plazo.
Recordemos que el poder de Internet es casi infinito para viralizar inesperadamente, contribuyendo a hacer una montaña de un grano de arena en términos de lo que se conoce como reputación digital o fama online. Este concepto alude a lo que reflejamos de nosotros mismos a través de las redes sociales y de los distintos medios de comunicación. ¿Cómo educar a nuestros hijos para evitar un desprestigio digital que pudiera llevarlos a habladurías, burlas o bulos cotillas ofensivos innecesarios?
Una parte importante de la educación en Internet contempla, pues, la prudencia y la discreción como medidas para prevenir el crear una mala fama o el generar imágenes o contenido audiovisual comprometido hacia uno mismo. Pero tan importante como esto es el resaltarles la importancia de respetar a los demás, practicando tanto el sentido común como la empatía, que podrían empezar con una simple pregunta: “Esto que estás haciendo, diciendo o compartiendo de otro niño, ¿te gustaría que te lo hicieran a ti?”. Es aquí donde entran en juego, en mayor medida, las normas del etiquetado o tagging sobre los demás. Son responsables en gran medida de esa reputación online que todos nos vamos creando con el tiempo.
Con la aparición de las redes sociales surgió también una nueva forma de comunicación y de interacción interpersonal. A medida que ha ido creciendo este fenómeno social se ha hecho necesaria la aparición de normas de conducta y de comunicación también en el entorno de Internet. A estas alturas, como adultos, todos sabemos lo que son las tags o etiquetas. Y casi todos los niños también lo saben. Pero lo que no saben es que hacerlo correctamente es importante para no generar problemas a terceros. Incluso para no resultar intrusivo, intimidatorio, o simplemente inoportuno.
Con el etiquetado se vincula a un individuo con una fotografía, en la que suele aparecer algún símbolo que sirve de señal para indicar que hay una o varias personas incluidas en una imagen. En general la idea pretende tener ser una forma gráfica de indicar el estado o ubicación de una persona, generalmente envuelta en un contexto muy específico, como puede ser el de asistir a una fiesta o reunión con más amigos.
Los adolescentes no son del todo conscientes de las implicaciones que puede traer el etiquetado. Por ello conviene explicarles cómo, incluso sin quererlo, pueden hacer daño a la otra persona descubriendo imágenes tomadas en un contexto diferente. O en las que se muestra una actitud o una apariencia física que el interesado jamás querría mostrar a los demás. En esta línea son muy típicas las fotos tomadas “de borrachera” y que son publicadas después, provocando la vergüenza de la persona etiquetada.
Algunos jóvenes utilizan un etiquetado agresivo como forma de acoso a otros compañeros de su misma edad, mostrando así en algunas ocasiones envidia o cobardía, pero en otras también surgen amenazas implícitas y puede cultivarse un ambiente social que invite al acoso masivo a un determinado niño, generándose los casos de ciberacoso que pueden terminar en suicicio. Cuando el etiquetado se vincula a la pornovenganza suele derivarse de una práctica previa del sexting, que implica una transmisión voluntaria pero arriesgada de fotografías de contenido erótico entre adolescentes.
Por todos los riesgos que conllevan las tags, y que podrás ver en este vídeo de Pantallas amigas, es fundamental supervisar la configuración de las redes sociales que más utilizan, como Tik Tok, para no permitir el etiquetado del niño sin consentimiento, así como para preservar su intimidad en todo momento, evitando correr el riesgo de que alguien muestre una imagen suya comprometida o sacada de contexto.
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