Si buscamos una definición para la amistad, podríamos describirla como una simpatía recíproca que surge entre personas, y que hace que tiendan a buscarse con el fin de compartir tiempo, ocio e intimidad. Una definición, por otra parte, que casa muy bien con la idea de tener una pareja. ¿Cómo resolver cuando pareja y amigos no encajan?
Decir que cuando uno tiene taitantos años busca cosas diferentes a las que buscaba a los veinte no es una gran aportación. Aunque viene bien recordarlo, por ejemplo, a la hora de hablar de esas segundas partes que, contradiciendo el proverbio popular, pueden ser muy buenas en términos de amor y relación después de un divorcio.
También aplican a los que llevan un cartel de “soltero convencido” durante toda su vida, y resulta que de repente aparecen un día con una pareja para presentarla oficialmente en sociedad. En esos casos, las presentaciones despiertan en familiares y amigos casi más expectación que aquel tercer novio que todos llevamos a casa prometiendo que esta vez era el definitivo.
Con las presentaciones vienen los juicios de valor de los demás, sobre todo de nuestros buenos amigos y gente más cercana, que habitualmente encuentran un gran placer en opinar sobre este tipo de materias. Lo hacen por nuestro bien, por supuesto, pero cuando su veredicto no es favorable para nuestra nueva pareja, podemos encontrarnos en una coyuntura incómoda y difícil de resolver.
Si tu mejor amiga y tu nueva pareja, por ejemplo, no se tragan, ¿cómo se explica eso? La respuesta está en que la suma de los factores a veces sí que altera el producto cuando se trata de personas.
A pesar de que la conozcas a ella desde hace años, y de que lo hayáis compartido todo por temporadas, la realidad es que, a la hora de buscar pareja, cada persona es un mundo. En suma: el hecho de que los dos te quieran con locura de forma independiente no es incompatible con que entre ellos no se lleven del todo bien.
Una de las razones más frecuentes del rechazo o la aprobación parece encontrarse en conseguir ver en el otro algo de uno mismo.
Los psicólogos hablan de una tendencia a sentir atracción y amistad por aquellas personas que se parecen a nosotros, hasta el punto de que ya en los primeros treinta segundos conseguimos hacernos una primera impresión sobre la persona a través de lo que nos transmite su comunicación, tanto verbal, como no verbal.
Especialmente a través de esta última, conseguimos una información que creemos sustancial y que nos condiciona hacia una predisposición positiva o negativa que puede ser difícil de cambiar.
Los motivos por los que tus propios amigos pueden llegar a rechazar a la persona con la que pretendes pasar la mayor parte de tu tiempo pueden ser muy diferentes, y obedecer a razones tan dispares como los celos, el clasismo, o una simple falta de sociabilidad.
Sin embargo, lo más frecuente es que sea una combinación de factores, unida a un boicot inconsciente y colectivo de tus amigos hacia tu pareja. Esto contribuirá a “ponerle la cruz”, a la par que sumirte a ti en un mar de dudas del que, a veces, la única manera de salir es eligiendo entre los dos.
Eso, o haciendo incompatible el tiempo compartido con las dos partes. En esta elección suele salir ganando la pareja en vez los amigos.
A veces el no caerse bien o el no terminar de conectar responde a una razón tan simple como es el no verse. No quedar nunca, o hacerlo “de Pascuas a Ramos” supone no dar la oportunidad de conocerse lo suficiente como para que exista una mínima complicidad entre esa nueva pareja y los amigos.
O, por el contrario, para que transcurra el tiempo necesario para cambiar de opinión, en el caso de que haya existido una mala impresión desde el principio.
Especialmente cuando el nuevo amor se convierte en un icono del distanciamiento con el amigo, el entablar lazos de unión entre ellos resultará una misión imposible, puesto que se está intentando cultivar una amistad que, en realidad, nunca llegó a surgir.
Las mujeres son mucho más tendentes que los hombres a desaparecer y a alejarse de los amigos en el momento en el que tienen pareja. Su distanciamiento es, además, por temporadas mucho largas, y, durante sus ausencias, se dejan ver muy de cuando en cuando, y siempre acompañadas por “ese extraño”, que ahora resulta ser la pareja.
Sin embargo, encontrar pareja es una de las razones más frecuentes para alejarse del grupo de referencia. A partir de una cierta edad cada persona va haciendo su vida de acuerdo con sus propios intereses. Las pandillas juveniles terminan convirtiéndose en un dulce vestigio de épocas muy lejanas.
El grupo académico puede durar un poco más, pero también dentro de éste, los contactos se van distanciando cada vez más, coincidiendo con la aparición de nuevos amigos, que son más compatibles con la vida actual de cada uno.
Con los años, la aprobación de los demás respecto a nuestras elecciones amorosas va teniendo cada vez un menor peso específico en nuestro criterio, hasta el punto de que quizá lo mejor sea no hacer ni caso. Muchas veces no se trata tanto de que caiga o no caiga bien, sino de que la pareja se convierta en una realidad en sí misma, que es independiente del grupo y que, por esta razón, no encaja con los amigos.
Es evidente que una persona no tiene por qué caer bien a todo el mundo. Aunque todos buscamos la aprobación social como forma de sentirnos mejor con nosotros mismos, lo que realmente nos hace sentirnos bien es el mantener una cierta coherencia con nuestra manera de ser, pensar y comportarnos. Esto implica que no siempre será posible el satisfacer a todas las partes.
Cuando la pareja amenace la normalidad de nuestras relaciones, y suponga perder amigos, será bueno plantearse por qué se está dando esta situación, y si realmente compensa. Al fin y al cabo, para caer bien, lo único que hay que hacer es querer a los demás, escuchando al otro desde el respeto y la empatía por sus emociones.
En este sentido, también la pareja ha de considerar el espacio social propio para no hacernos entrar en contradicción con nuestros valores y necesidades emocionales. Análogamente, el buen amigo deberá respetar nuestra decisión a la hora de elegir con quién estar.
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