El bullying es uno de los síntomas sociales de las aulas que se acusarán también en el niño a través de una sintomatología física y real. Como parte de esta, y a nivel físico, destacan los componentes fisiológicos de la ansiedad. A nivel comportamental se traducirán en comportamientos evitativos, fobias y miedos, que se verán también reforzados por el componente mental obsesivo. El resultado es un círculo vicioso de malestar y angustia, en este caso iniciado en el entorno escolar, pero que también se puede reproducir en cualquier otra situación de hostigamiento o en entornos familiares violentos.
En cualquiera de los casos, es un problema que se retroalimenta a sí mismo. ¿Qué podemos hacer? ¿Por dónde abordar la lucha? Uno de los frentes puede ser reduciendo la sintomatología física a través de ciertas técnicas para combatir la ansiedad en niños.
Una vez identificado el acoso escolar u otra condición de abuso, es necesario intervenir con urgencia. Hay que intentar que la situación se deje de producir o empeore minando por completo la autoestima del menor. Que ello afecte a las diferentes áreas de su vida como consecuencia de un estado anímico depresivo y ansioso.
Para conseguir rebajar la angustia en el niño, nada como recurrir a una serie de estrategias y herramientas de relajación con las que éste aprenderá a manejar su realidad en el sentido emocional. Actualmente existen algunas técnicas de relajación bien conocidas para combatir la ansiedad. Aunque son muy utilizadas en terapia de adultos, también se pueden adaptar al niño, ya que han demostrado ser componentes de tratamiento realmente eficaces para reducir el estrés y la tensión en pequeños y adolescentes. Entre ellas destacan:
En suma: todas estas técnicas para combatir la ansiedad le servirán para reducir las emociones infantiles de malestar que no es capaz de controlar. Elige entre alguna de estas herramientas para ver resultados en poco tiempo.
Existen diferentes opciones. Algunas, como la relajación muscular progresiva llevan alguna práctica, pero verdaderamente merece la pena aprenderla. Es una estrategia que el niño va a mantener toda su vida. Concretamente, consiste en relajar el músculo tras previamente haberlo contraído, como respuesta física natural, que después se generaliza en todo el cuerpo. Esta fórmula de relajación, ideada por el psiquiatra norteamericano Edmund Jacobson en los años 20 del siglo pasado, continúa actualmente en pleno vigor.
De hecho, se considera mejor opción que el también popular entrenamiento autógeno, también usado con el objetivo de aprender a relajarse. Este último método, sin embargo, está centrado en el cambio de temperatura corporal y está más recomendado para adultos al ser más difícil de entrenar.
La respiración diafragmática y profunda ha demostrado ser también de gran ayuda para generar rebajar estados fisiológicos de gran ansiedad en niños. Además, enseñar a respirar es muy importante porque el respirar mal se relaciona con la hiperventilación, muy habitual en los ataques de pánico. Estos también se pueden producir en niños, y si no se controlan a tiempo, pueden derivar en situaciones de evitación tan graves como la que se da con la agorafobia.
A la hora de relajar la mente también hay diversas opciones. Una de ellas es la meditación. Numerosos estudios han comprobado que, a través de su práctica, se generan ondas cerebrales que propician la paz y la tranquilidad. Sin embargo, lograr “dejar la mente en blanco” es un ejercicio de cierta dificultad y que llevará algún tiempo.
Más sencillo, sin embargo, es practicar el mindfulness, que básicamente consiste en tomar conciencia de cómo se siente uno respecto a su entorno en distintas situaciones y momentos. Realizar esta identificación hará posible “separarse” de ella y de este modo dejará de afectar tanto al niño. La práctica del mindfulness, pues, puede ser más indicada que la meditación para los más pequeños, al menos al principio.
Por otra parte, contamos con la herramienta de la visualización. Más que una técnica de relajación mental, es una estrategia de aprendizaje para conseguir el autocontrol. Con ella, el niño se anticipará a lo peor que pueda venir, y cuando esto suceda, se sentirá más preparado por haberlo vivido anteriormente dentro de su cabeza. Es útil para “entrenar” posibles situaciones de bullying o acoso. Prepara psicológicamente y ayuda a sostener una actuación controlada y sin bloqueos.
Dentro de la dotación de técnicas de afrontamiento también se puede practicar el role playing. Este consiste en hacer una simulación de la escena temida o conflictiva; esto es, un “teatro” o representación de esta, en el que cada actor representa un papel. En este caso, el niño será la víctima y el adulto tendrá que jugar el papel de acosador. A través del role playing, y con nuestra guía, el niño podrá practicar cómo defenderse en caso de necesitarlo.
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