Mira que estamos avisados y que tenemos todo un año para prepararnos. Sin embargo, cada vez que llega la Navidad, lo hace arrasando a nivel emocional. Eso sí, también viene envuelta de lazos y con un halo de magia en el que hay sitio tanto para promesas de unión familiar, como para la nostalgia que nos evocan todas esas luces navideñas.
La realidad es que, junto al despliegue de buenos sentimientos e intenciones, se asoman también otras emociones algo más sombrías en forma de tristeza que se pueden colar no sólo en nuestros corazones, sino en las reuniones familiares que se prometían más felices. ¿Cómo manejar el torbellino emocional que nos despierta la Navidad?
Para casi todos, fechas como la Nochebuena suponen un momento de reencuentros y alegría. Otros, en cambio, se sienten más identificados con una mezcla de nostalgia, tristeza, e incluso estrés navideño en el caso de los más pequeños.
Es algo que nos sucede a niños y mayores, pero ¿por qué nos sentimos así? Y, sobre todo, ¿cómo manejar la emocional propia de estas fiestas? Pilar Rojas, médico y psicoanalista del Grupo Cero, nos ayuda a entender lo que nos ocurre en estos días y cómo podemos gestionarlo.
La Navidad supone todo un cóctel de emociones a flor de piel. Por un lado, están la alegría y el entusiasmo que acompañan a las reuniones de familiares y amigos, así como a los regalos y a todas las tradiciones que venimos repitiendo año tras año desde nuestra infancia. Pero junto a estas emociones tan positivas, también pueden aparecer otras menos agradables y difíciles de reconocer. En este sentido, la psicoanalista del Grupo Cero advierte que las veladas en familia propias de estas fechas pueden despertar sentimientos encontrados.
Amor, hostilidad, celos y envidia, por ejemplo, son algunas de las emociones menos populares que se pueden intensificar cuando todos estamos alrededor de la mesa. Reconocerlas en nuestro fuero interno será importante para poderlas manejar.
Así, “tolerar las diferencias entre los miembros de la familia, sin imponer nuestra manera de pensar, ayuda a mantener un ambiente cordial”, explica la psicoanalista Pilar Rojas. Además, es común sentir nostalgia o tristeza por quienes ya no están. Cuando esto sucede, hablar de ellos y recordar los buenos momentos es una manera de honrar su memoria y de encontrar consuelo por su ausencia.
Si algo caracteriza a la Navidad es su capacidad para magnificar nuestras emociones. Ello se debe, en gran parte, a su carga simbólica:
Como consecuencia de todo ello, la Navidad despierta en nosotros muchas emociones positivas y saca lo mejor de nosotros en sus diferentes estampas. Por ejemplo, cada vez que damos un abrazo al reencontrarnos o cuando vemos la cara de ilusión de nuestro hijo al abrir sus regalos. Este lado de la Navidad, cargado de alegría y conexión, nos recuerda que somos seres sociales que necesitamos relacionarnos, querer y ser queridos.
Entre las emociones más positivas está, por ejemplo, una gratitud que nos lleva a celebrar los lazos sociales con nuestros amigos y familiares, reconociendo todo lo bueno que hay en nuestra vida. Además, se da un momento propicio para el perdón. Tal vez una rencilla del pasado se diluya en un “Feliz Navidad” sincero, o quizá un reencuentro inesperado sirva para sanar heridas.
No obstante, no todas las emociones navideñas son positivas. La nostalgia por tiempos pasados, la tristeza por quienes ya no están o la ansiedad por todos los compromisos sociales y familiares también forman parte de estas fechas. Todas estas emociones coexisten en cada uno de nosotros y por ello hay que validarlas. Es algo normal y que forma parte de las contradicciones típicas de las personas.
Rojas nos recuerda que todas las emociones, incluso las incómodas, cumplen una función. La alegría nos conecta con los demás, por ejemplo, mientras que la tristeza nos invita a reflexionar y dar espacio a lo que nos duele. Incluso el estrés puede ser útil si lo vemos como una señal de que debemos priorizar nuestras necesidades. “Lo importante es no negar lo que sentimos. Hablar de nuestras emociones, ya sea con amigos, familiares o con un profesional, nos ayudará a procesarlas y seguir adelante”, añade.
Reprimir lo que sentimos sólo aumenta la presión por aparentar. Compartir nuestras emociones, incluso las más dolorosas, puede ser un alivio. “Hablar de lo que nos preocupa o de nuestros proyectos nos pone en una nueva situación y nos ayuda a canalizar nuestras emociones”, sugiere Rojas.
La Navidad puede alterar nuestro ritmo de vida, lo que aumenta el estrés. Intenta mantener ciertas rutinas que te den estabilidad. “No te cargues de compromisos y aprende a decir que no”, recomienda.
No todas las Navidades tienen que seguir un guion tradicional. Si prefieres una cena tranquila, una escapada o incluso quieres celebrarlo solo, hazlo. La clave está en encontrar lo que funciona para ti. “No tenemos que pensar que necesariamente las personas que están solas se sienten mal. Hay personas que han elegido esa soledad, que disfrutan de sus cosas. A veces, es el entorno social el que los compadece y, en cierta forma, les hace sentirse mal”, aclara Rojas.
Si estás lejos de tus seres queridos, pero desearías estar con ellos, utiliza herramientas como videollamadas para sentirte más conectado. Aunque no sustituya al abrazo físico, podrá ayudarte a aliviar el sentimiento de soledad.
Olvídate del postureo, la Navidad no tiene que ser perfecta para ser significativa. Permítete sentir alegría, pero también nostalgia o incluso melancolía. Recuerda que estas emociones son parte de lo que nos hace humanos y que “mostrarnos como somos es la mejor manera de mirar cara a cara a los demás”.
Si aprendemos a manejar lo que sentimos, esta época puede ser un momento positivo de bienestar emocional y de unión. En palabras de Pilar Rojas, “la mejor manera de vivir la Navidad es aceptarla tal como viene, con sus luces y sombras, disfrutando del presente”.
Aunque, como señala esta psicóloga, “cada persona debe elegir cuándo es el momento de recapitular y de cambiar o de mantener lo que demandan sus circunstancias”, también puede ser una buena idea el aprovechar para hacer balance coincidiendo con estas fechas y el término del año.
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