El Gobierno estadounidense más rico de la historia moderna

El nuevo presidente de Estados Unidos se ha rodeado de grandes fortunas para gobernar el país. La cúpula de su gabinete acumula nombres con poca experiencia política pero larga trayectoria empresarial, que figuran en la lista de Forbes de los más ricos del mundo. Aún no han sido todos confirmados por el Senado, pero los nombres sí están ya firmes sobre la mesa.

En el equipo de Gobierno diseñado por Donald Trump, quien durante su campaña electoral se acuñó a sí mismo como «El campeón de la gente trabajadora”, hay dos billonarios o mil millonarios: la ya confirmada y polémica secretaria de Educación, Betsy DeVos, con una fortuna familiar estimada parcialmente en 1.250 millones de dólares y el secretario de Comercio, Wilbur Ross, inversionista de deudas dedicado a la “reestructuración de empresas con problemas financieros”, cuya fortuna ronda los 2.500 millones de dólares.

A ellos se suman el ex aspirante republicano y neurocirujano, Ben Carson, como secretario de Vivienda; el ejecutivo de Exxon Mobil, Rex Tillerson, ya confirmado al frente del departamento de Estado; y el ex ejecutivo de Goldman Sachs, Steven Mnuchin, como secretario del Tesoro. Los cálculos más moderados apuntan a que las fortunas personales del Gobierno de Trump suman más de 5.000 millones de dólares, un 80% superior a las cifras de la Administración Obama.

A estos cálculos previos hay que sumar la fortuna del presidente número 45 de Estados Unidos, que él mismo estima en unos 10.000 millones de dólares (aunque Forbes lo matiza bastante a la baja). O la del segundo del departamento de Comercio, Todd Ricketts, cuya fortuna familiar ronda los 5.000 millones de dólares. El total de riqueza acumulada en la cúpula del Gobierno actual deja muy atrás a la primera administración de George W. Bush, que los medios bautizaron entonces como «El equipo de los millonarios”.

Se trata de una cúpula de Gobierno cuya fortuna personal supera el PIB de países enteros y de la mayoría de estadounidenses. “Para tener un adelanto de nuestro futuro con Donald Trump, solo hace falta echar un vistazo al gabinete: las 17 personas seleccionadas para altos cargos tienen una riqueza combinada mayor que un tercio de los hogares estadounidenses”, rezaba el editorial del diario NJ.com. “Los ricos nombramientos de Trump contrastan con el tono populista de su campaña”, titulaba el Wall Street Journal, subrayando la cantidad de ex empleados de Goldman Sachs que sonaron en las quinielas de Gobierno. “Sí, el gabinete de Trump es super rico. Pero eso no es lo que debería preocuparos. Estadunidenses ricos cumplieron bien en sus cargos en la historia. Pero tenían un historial de poner el bien común antes de sus intereses personales”, advertía el Washington Post.

“Los medios dicen que la gente que está negociando vuestros acuerdos comerciales son muy ricos. ¿Y no es eso lo que queremos?”, dijo en diciembre Trump, que durante la campaña prometió un Gobierno de outsiders para “drenar el pantano de Washington”. Para ser confirmados por el Senado, muchos nominados se lanzaron al proceso de ‘adaptar’ sus fortunas e inversiones para evitar potenciales conflictos de intereses. Pese a ello, algunos nombramientos han sido y están siendo muy complicados. Y casi un mes después de tomar posesión, lejos de la tradición, el Gobierno de Donald Trump aún tiene muchos cargos clave por confirmar. Pero la tendencia está clara. Grandes fortunas, poca diversidad, pocas minorías.