Las ciudades en las que se obtienen mejores resultados en términos tanto de eficiencia como de experiencia de usuario son aquellas en las que ponen a disposición de los usuarios no sólo alternativas clásicas de movilidad —autobuses, taxis, trenes o metro— sino las que las combinan con alternativas emergentes como car-sharing, ride-sharing y car-pooling. La variedad de alternativas disponibles para el usuario prueba ser un factor fundamental en la obtención de un entorno de movilidad que no sólo tienda a la eficiencia y la sostenibilidad, sino que además, ofrezca una experiencia de usuario satisfactoria.
A partir de un determinado nivel de operatividad, las opciones emergentes de transporte actúan como un repositorio de disponibilidad que contribuye a disuadir del uso del vehículo privado a un número cada vez más elevado de usuarios de una gama creciente de segmentos demográficos. En las ciudades estudiadas, esto redunda en una disminución del número de vehículos en circulación y aparcados en las calles, así como en conexiones más eficientes con áreas periféricas.
La tensión entre servicios regulados y emergentes debe ser estudiada a la luz de una perspectiva histórica. Vivimos un momento de considerable cambio: la evolución tecnológica no sólo está consiguiendo probar que el sistema de licencias y precios intervenidos es insuficiente para cubrir toda la diversidad de la demanda y de plantear la mejor opción para el transporte en las ciudades, sino que empezamos incluso a acercarnos al escenario —que algunos calculan en menos de cinco años— en que ese transporte dejará en gran medida de ser llevado a cabo por conductores humanos, pasando a desarrollarse mayoritariamente mediante vehículos de conducción autónoma.
Las propias fórmulas propuestas por las empresas tecnológicas están experimentando una considerable evolución. A los modelos iniciales de vehículos de uso compartido o de vehículos con conductores provistos de licencia que responden a una llamada efectuada a través de una aplicación, se han unido modelos peer-to-peer en los que una base más amplia de conductores comparten sus desplazamientos o utilizan sus vehículos para obtener ingresos de manera flexible bajo el control de la plataforma, y más recientemente, modelos de pooling en los que la propia plataforma agrupa a diferentes viajeros con trayectos parcialmente coincidentes y ofrece el servicio de transporte a un precio todavía más ventajoso, un modelo especialmente interesante a la hora de plantear desplazamientos entre el centro y la periferia. En las ciudades que han experimentado el desarrollo de ese tipo de modelos, los resultados en términos de eficiencia son todavía más concluyentes.
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