El antiguo diseño romano ahora también se puede ver en China
En sólo un año han construido en China un maravilloso pabellón cultural chino-italiano, símbolo de fusión de sinergias entre ambas culturas, honrando la ruta de la seda.
La cultura de un país determina su devenir histórico. Negar el pasado y sucumbir ante el futuro nos deja ante una situación de inseguridad, la de poder repetir los errores o, aún peor, no mejorar los aciertos. Así, cualquier actuación que nos ayude a mantener fresca la memoria cultural debe ser bienvenida; sobre todo si es positiva,o incluso si esta cultura viene de otro país.
Por supuesto, una de las culturas que han marcado el devenir mundial ha sido la romana, de la que adoptamos varios de sus magníficos logros, como el Derecho Romano o el latín. Sin embargo, lo que más ha calado a nivel internacional de la cultura romana ha sido su arquitectura, una forma de construir duradera e innovadora que a día de hoy sigue inspirando a gran parte de los profesionales.
Un centro cultural que fusiona Italia y China
El estudio aoe architects, con sede en Pekín, ha sido el creador de un inspirador centro cultural de intercambio entre China e Italia. Su construcción comenzó el pasado año y ya ha terminado, convirtiéndose en una proeza constructiva más del gigante asiático.
Sin embargo, su ejecución no se ha publicitado en revistas especializadas, ni ocupado minutos en telediarios, por ello hoy en The Luxonomist te la mostramos.
Este centro cultural, ubicado a unos 36 kilómetros del centro histórico de la ciudad de Chengdu, debía mostrar la fusión de las culturas italiana y china. Para ello, los profesionales colocaron un nutrido grupo de arcos y cúpulas romanas antiguas, empleando un moderno diseño, de líneas finas y recovecos perfectos. Todo ello para crear cada uno de los espacios necesarios para un pabellón de este tipo: salas de exhibición, reunión, recepción y catering.
El edificio recupera las construcciones y formas del imperio romano en China
Desde el aire no se parece ni a una nueva construcción ni a un antiguo edificio; no simula ser unas ruinas, pero sus múltiples facetas circulares y abiertas hacen dudar de su antigüedad. La difusa mezcla de impresiones concibe a este edificio como un centro muy divertido, arquitectónicamente hablando, y, al mismo tiempo, acogedor y mimético con la naturaleza circundante.
El prolijo empleo del blanco en todos sus paramentos exteriores añade un efecto tridimensional cuando el sol baña el inmueble. A esto hay que sumar sus distintas variaciones en alturas, que nacen de la propia inercia de la topografía del lugar, y las disposiciones de sus círculos y arcos, que hacen que no se vea dos veces el mismo edificio durante una misma jornada.
Una construcción antigua, pero con técnicas modernas
La zona interior no está exenta del uso de luz natural. Ésta dispone de unos grandes pórticos exteriores y una membrana transparente ejecutada con cristal, que permite que la inmersión solar afecte a la ubicación de los elementos internos del edificio, y pudiendo crear espacios, también llenos de arcos y cúpulas, sin mucho sentido sin el astro rey danzando a sus anchas.
El equipo de aoe architects, comandado por Qun Wen, ha tenido en cuenta tanto los parámetros medioambientales como los de diseño, utilizando materiales imprescindibles para una ejecución rápida, duradera y respetuosa con su entorno. En otras palabras: cristales de baja emisividad, madera local y techos verdes o ajardinados, que reducen el consumo de energía del edificio.
Las zonas italiana y china se unen en el centro cultural por un lago
El complejo se divide en dos. Por un lado, el pabellón italiano, presidido por la Piazza Italia, donde un simulacro de ruinas preside una plaza circular en memoria de su homónima italiana. Y por el otro, el pabellón chino, que se encuentra al otro extremo del solar de casi 18.000 metros cuadrados. Ambos inmuebles están unidos por un camino lateral y por un lago artificial, con un camino en su interior, formado por plataformas circulares de jade. Estos dos caminos representan las rutas de la seda, tierra y mar.
En total, 2.106,70 metros cuadrados de cultura, de los que 1.695,80 pertenecen a la rama italiana. El recinto cuenta con 10 muros circulares, que dividen con espectacular sencillez los espacios, desde la entrada, al último rincón, aunque no se si habrá algún rincón en el complejo ¡Todo hay que decirlo! Dos lucernarios de forma circular distribuyen luz en el centro, uno de ellos como parte de una cúpula de bella fractura.
El centro se ajusta a las directrices de sostenibilidad
El jardín de la cubierta se convierte en el mejor espacio posible: verde, alto y acogedor. Más no se puede pedir después de una visita al museo, o de acudir a una conferencia en su salón multiusos. Y sí, obviamente, ejecutar un edificio similar en Europa parece de lo más surrealista, pero en China se atreven con todo, así que, nos guste o no, es un lugar idóneo para el experimento.
Después de todo la arquitectura es eso, experimentar, crear y dilapidar las condiciones previas. También romper esquemas, obvio, pero con las condiciones expresas que siguen: mejorar la vida de las personas, respetar el medio ambiente, así como realizar una gestión inteligente de los recursos económicos que caen en nuestras manos. ¿Te gustaría tener una Piazza romana en tu ayuntamiento, biblioteca o centro cultural?
*Fotografías cortesía de Arch-exist