El primer trimestre del recién estrenado año será crucial para el futuro de Lanvin. La casa de modas más antigua de Francia no ha conseguido hasta el momento cubrir una nueva ronda de financiación para su actividad. Los accionistas del grupo han retrasado desde el pasado otoño una eventual ampliación de capital que pudiera solventar los problemas de liquidez de la empresa y no parecen muy dispuestos a seguir inyectando efectivo en un negocio que no acaba de despegar.
El director general de Lanvin, Nicolas Druz, asegura que “a finales de marzo se encontrarán soluciones financieras e industriales sostenibles que no impliquen una ampliación de capital”. A principios de otoño ya se filtró que Lanvin no tenía liquidez suficiente y que peligraba el pago de los salarios de sus trabajadores para principios de año. Nicolas Druz asegura que las nóminas se abonarán sin problema pero a partir de marzo no se garantiza nada.
Los problemas de Lanvin se remontan a hace dos años, cuando se produjo una importante reorganización del negocio y de los diseños. El despido entonces de su diseñador jefe Alber Elbaz ha llevado a la casa francesa a su peor crisis desde que fuera fundada en 1889 por la modista Jeanne Lanvin. Sinónimo de elegancia parisina, la entrada en su capital de la millonaria taiwanesa Shaw-Lan Wang la ha situado al borde de la desaparición.
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