Hoy, día 22 de enero, es una fecha clave, marcada en rojo carmesí en todos los calendarios, en la que el mercado financiero europeo confía, por enésima vez, que la autoridad monetaria presente una batería de medidas encaminadas a combatir contra la temida deflación.
La deflación es el círculo vicioso por el que las personas posponen sus compras porque piensan que, en un futuro muy próximo, los precios seguirán cayendo y podrán comprar más barato. Con esta actitud, la demanda cae y, por tanto, los países no crecen. Esto desanima a la oferta y a la producción, y con ello, se incrementa el desempleo y los precios caen más.
¿Y qué hacer para solventar este terrorífico problema? Pues EE.UU y Japón ya aplicaron las llamadas medidas de flexibilización cuantitativa o QE, encaminadas a impulsar la economía, cuyo efecto ha sido muy dispar: Funcionaron el Estados Unidos, pero fracasaron en el país “del sol naciente”. Estas medidas se resumen en aplicar, según las previsiones, 550 millones de euros (50 mil millones mensuales hasta diciembre del 2015), en la compra de deuda de los países que pertenecen a la UE.
Hasta aquí, la teoría. Pero vamos a estar atentos a la letra pequeña. Es decir:
El gran reto para BCE será tomar las decisiones lo suficientemente como para reactivar la economía de la eurozona, lograr un objetivo de inflación del 2% y, a su vez, contentar a los alemanes, que siguen pensando que estas medidas apoyan a gobiernos ineficaces y trasladan a sus ciudadanos un efecto “contagio”.
El segundo gran acontecimiento son las elecciones generales en Grecia. Desde hace unas semanas, las proyecciones de voto dan sus preferencias al partido SYRIZA, liderado por Alexis Tsipras, un ingeniero de 40 años calificado como izquierdista radical y apoyado exteriormente por partidos como Podemos o Sinn Féin.
Pero conseguir mayoría absoluta en Grecia, debido a su sistema electoral, está muy “caro”. El ganador de los comicios recibe 50 escaños y, los 250 restantes, se reparten como el resultado de la suma de todos los votos válidos reportados por las listas que hayan superado el 3% (mínimo para que un partido tenga representación en el Parlamento) a nivel estatal se divide por el número de diputados a elegir (250). Es decir, cuantos más partidos consigan representación, menor serán las probabilidades de obtener mayoría absoluta.
¿Podemos esperar grades convulsiones tras conocerse el resultado electoral? Pues gane quien gane, con mayoría absoluta o no, no espero otra cosa que una nueva negociación que amplié los plazos y reduzca el coste de la devolución de la deuda (de momento, sin quita) a cambio de nuevos compromisos reformistas más reales, y por tanto, más conseguibles.
Lo que sí que es una certeza es que, ocurra lo que ocurra el jueves y el domingo, los mercados bursátiles van a experimentar un incremento de volatilidad, cual madera de balsa en medio de una tormenta. Y esto provoca oportunidades de beneficio, pero también de perdidas en las inversiones.
“Tras la lucha que rinde y la incertidumbre amarga del viajero que errante no sabe dónde dormirá mañana, en sus lares primitivos halla un breve descanso mi alma”, Rosalía de Castro.
Analisis: Miguel Angel Abad Chamón. Consejero de Eurodeal, S.V.
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