Como decía Ignacio Pinedo, un gran entrenador de baloncesto español, «la diferencia entre la gloria y el fango es solo una canasta». Esto es lo que sucedió en la épica final del Mundial de Catar 2022 donde una prodigiosa actuación del portero Dibu Martínez, evitó en el último minuto de la prórroga que Francia se hiciese con un título.
Todo en un emocionante encuentro que empezó muy cuesta arriba, remontando dos goles y luego un tercero de la selección argentina. Dicho episodio, de inmediato, nos recordó a una parada de similar dificultad y transcendencia como la que hizo Iker Casillas en la final de Sudáfrica 2010 contra la selección de Países Bajos.
Las consecuencias de ganar o quedar segundos en la final del Mundial de Catar se pudieron ver por la actitud de unos jugadores y de otros a la hora de recibir los correspondientes galardones. Un comportamiento poco deportivo que es muy raro de ver, por ejemplo, en el baloncesto u otros deportes de equipo olímpicos. En ellos, los medallistas de plata reciben de buen grado sus medallas y, por supuesto, nunca se las quitan.
Muy distinto también lo que sucede en el tenis, donde tras un partido épico como fue el de Catar de inmediato, el vencedor acude a abrazarse con el vencido. Algo que tampoco sucedió por desgracia en este emocionante partido de fútbol. Y eso que Messi y Mbappé son compañeros en el PSG parisino.
Qué decir del recibimiento de la selección argentina en Buenos Aires. Varios millones de aficionados salieron a recibir a los campeones, que tuvieron que ser liberados vía helicóptero, ante el colapso del autobús en la plaza del Obelisco. Alcanzaron la gloria y por ello, las camisetas con tres estrellas que reflejan los tres títulos mundialistas de Argentina se acabaron incluso antes del comienzo de la final.
Con carácter anecdótico, hablar del momento en que se visitó a Lionel Messi recibiendo el trofeo con una prenda muy sagrada para los cataríes. Ésta ocultaba tanto la enseña argentina como la de la marca de las tres tiras. Algo que pudo suponer un engorro en su reflejo para la posteridad por ser un momento único y ante miles de millones de espectadores.
La camiseta es de marca adidas, como todos sabemos, algo que puede darle un empuje en ventas. Algo de momento no reflejado en una buena trayectoria bursátil, pues en el mes del Mundial de Catar las acciones de la firma habían experimentado leves caídas.
Tampoco lo estaba haciendo muy bien en los mercados Nike, su gran rival en lo comercial y lo deportivo. La firma viste a la selección francesa, finalista en Catar y uno de los mejores futbolistas del mundo como es Kylian Mbappé.
Las acciones del fabricante estadounidense de ropa deportiva y calzado se dispararon un 13% en Wall Street, hasta 116 dólares por acción, después de presentar unos resultados mejores de lo previsto. Y es que Nike obtuvo un beneficio neto de 1.250 millones de euros en su segundo trimestre fiscal, un 0,4 % menos que el ejercicio anterior pero mucho mejor de lo esperado por los inversores. El incremento del 17 % de la facturación en el trimestre impulsado por un crecimiento del 34 % en ventas online, han seducido a los inversores.
Esta subida bursátil lanza hasta los 170.000 millones de euros su capitalización en bolsa. Unos datos muy positivos que, paradójicamente, también han empujado en bolsa a otras empresas rivales como la propia adidas, que mejoró su cotización un 6 % en un solo día.
El éxito impresionante en términos deportivos para la selección argentina que conseguía un título mundial 22 años después, supone un empuje también en todos los ámbitos. Sirva como ejemplo su influencia en mercado como el chino. Allí la Federación Argentina ha conseguido contratos millonarios con varias multinacionales para poder utilizar el logo oficial del equipo y las imágenes de los futbolistas.
Una lista que incluye a Wanda, Yili Group (una de las 5 lácteas más grandes del mundo), Pan Pan Foods o la automovilística GAC Mitsubishi. Todo además de los muy considerables premios monetarios por parte de la FIFA por ganar el Mundial, claro.
La imagen icónica previa al Mundial, en la que Messi y Cristiano Ronaldo juegan una partida de ajedrez sobre un maletín de Louis Vuitton ya tiene vencedor. Lionel Messi se hace así con el único título que le faltaba y alcanza, sin duda, el Olimpo futbolístico destinado a muy pocos como Pelé o Maradona.
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