Cuando se hablaba del amor, Rilke lo tenía claro: “Amar es bueno, también: aun siendo el amor tan difícil. El que un ser humano ame a otro: es quizás la más difícil de las tareas, la definitiva, la última prueba y la evidencia, el trabajo para el cual todas las demás tareas no son más que una mera preparación”. Sin embargo, no todos estamos capacitados para enfrentarnos al amor…y menos a decir: «Te quiero».
Un 10% de los españoles se siente incapaz y sufre en grado menor de alexitimia, la incapacidad de sentir emociones propias y ajenas. En los años 70, el psiquiatra Peter Sifneos, introdujo el término que significa «sin palabras para los sentimientos». Sin entrar en las profundidades de la enfermedad que dejó bien reflejada en su extremo el protagonista de la serie Dexter, bien es cierto que el ahilamiento emocional va en aumento si no se practica la propia expresión.
Juan Moisés de la Serna, doctor en Psicología y autor de ‘Alexitimia, un mundo sin emociones’, tiene claro que los nuevos modos de relacionarse tienen parte de la responsabilidad: “Le estamos quitando importancia al «Te quiero». Ahora queremos hasta al panadero, sobre todo si tenemos un WhatsApp. Escribir un «Te quiero», con un montón de exclamaciones y corazones que lo acompañen, se ha convertido en el nuevo «hasta mañana». Por ello un «te quiero» que no se dice vale más que un «te quiero» escrito”.
Lo mismo que es necesario diferenciar las palabras, los alimentos, es igual de importante diferenciar las emociones que nos acechan. Sentir y expresar tristeza, enojo, alegría o miedo es tremendamente complicado para miles de personas en nuestro país. Todavía son muchas las teorías al respecto de lo que termina provocando la anulación emocional; algunos hablan de que es tipo biológico, neuronal, relacionado con trastornos obsesivos y de ansiedad, pero lo que es verdad es que, como muchas cosas, si no se practica, se termina enquistando o perdiendo el hábito.
Expresar las emociones al otro cuesta, nos pone en evidencia y nos sitúa en una especia de precipicio para realizar un metafórico salto al vacío y, encima, desnudos. Muchos imaginamos que al expresar nuestro sentir podemos recibir un mazazo, pero el riesgo merece la pena porque seamos comprendidos o no, liberamos emociones y dejamos que el cuerpo se libere del mismo modo. La neurología es una ciencia que comienza a creer que podemos ser constructores de nuestro bienestar emocional si logramos entrenar a nuestro cerebro, invertir pensamientos y positivar emociones.
Para ello es necesario saltar al vacío y decir «te quiero», atreverse a experimentar el dolor, el odio, la ira y no avergonzarse de haberlo sentido. No esconderse tras el cojín cuando lloras con una peli drama de segunda, perder la vergüenza porque en ello va nuestra salud. Debemos protegernos de no decir, de dejar de hablar… debemos protegernos saliendo para fuera y expresando aquello que sentimos. Aunque duela, aunque no guste, aunque no se comprenda, aunque cueste… será mucho mejor que negar aquello que somos: pura emoción.
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