Todos están ahí fuera. Y la mayoría llevan usándose siglos. Se trata de productos naturales cuyas propiedades han formado parte de numerosas cremas o tratamientos de belleza. Si bien es cierto que las grandes firmas cosméticas tienen detrás una buena dosis de investigación que se plasma en algunas de las cremas y tratamientos más lujosos del mundo, también lo es que hay componentes de la naturaleza que siguen inspirando a los grandes tratamientos de belleza. Te presentamos las más utilizadas.
Lo de embadurnarse con tierra es casi tan antiguo como el propio hombre. La arcilla puede parecer modesta, pero pasaríamos horas enumerando sus virtudes y aplicaciones. Protege la piel de los microbios, absorbe el exceso de sebo, regenera las células y cicatriza las heridas. Es un clásico entre los productos naturales porque purifica la piel en profundidad. Contiene muchos minerales y oligoelementos y permite por un lado absorber lo que la piel quiere eliminar y, por otro, nutrirla.
Existen varios tipos de arcilla, pero las más utilizadas en cosmética son la blanca, que aporta suavidad y calma la piel; y la verde, ideal para pieles mixtas gracias a su gran poder de absorción. La roja es perfecta para reequilibrar las pieles normales y la rosa es la que mejor toleran las pieles más sensibles.
En cosmética las algas se utilizan como agente activo o para dar textura a las cremas. Su composición tiene propiedades de todo tipo: tonificantes, hidratantes, suavizantes, depurativas, drenantes… O lo que es lo mismo, lo que hace que consigamos una piel elástica, jugosa, con buen tono y sin flacidez. Como parte de muchos tratamientos, las algas favorecen por ejemplo el efecto drenante entre las mujeres con celulitis. Y si lo que quieres es conseguir una piel sedosa, las algas con perfectas para realizar un peeling suave y eliminar impurezas y células muertas.
Es un aceite esencial que se extrae de las flores del árbol tropical Cananga Odorata, que crece en Filipinas, Java, Madagascar y Sumatra. Con un nombre casi de pianista, el ylang-ylang es un árbol originario de Madagascar de cuya flor se extrae un aceite de aroma dulce muy utilizado en cosmética y perfumería. Este aceite es perfecto para tratar el cabello, ayudar a prevenir su pérdida y mejorar el cuello cabelludo descamado. Aplicado en la piel, sirve para reducir las inflamaciones, tratar el acné y las manchas, estimula el crecimiento celular, relaja los músculos y suaviza las arrugas.
Otro ingrediente milenario para cuidar la piel. El árbol de Karité crece en las sabanas del oeste africano y es rico en ácidos grasos y vitaminas A, E y F. Su manteca es uno de los productos naturales más utilizados en cosmética, con un montón de beneficios nutrientes, suavizantes y reparadores. Es un todoterreno: lo mismo vale para cuidar la piel seca que para reducir inflamaciones, cicatrizar heridas, mejorar la microcirculación o hidratar el pelo. Un consejo: busca siempre mantecas de Karité orgánicas, cuanto menos refinadas, mejor.
Las civilizaciones más finolis de la antigüedad (griegos, romanos y egipcios) introdujeron las rosas en el tocador. De todas ellas, la rosa Damascena o rosa de Alejandría proporciona uno de los aceites esenciales más valiosos. Es caro porque necesitas casi 4.000 kilos de pétalos para producir un litro de aceite. A cambio, es uno de los más generosos en principios activos, unos 500. Su uso contribuye a regenerar las células y luchar contra el envejecimiento. También hidrata, nutre, reafirma, desinflama, cicatriza y es antibacteriano…
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