Porque nos motiva, nos permite comenzar un nuevo reto, nuestro, personal, para nosotras. Un reto para cuidarnos, una nueva emoción en la que sentir que tenemos el control. Y aunque parezca que aplicarse una crema o rutina facial es algo muy sencillo, sin importancia, no lo es en absoluto.
Mirad este ejemplo del Ejército de Estados Unidos. William H. McRaven, almirante de los Navy SEALS que ha servido durante 37 años lo explicaba en el discurso de una de las promociones de la Universidad de Texas: hacer la cama es una manera de preparar la mente para los retos a los que cada uno nos enfrentamos a lo largo del día.
“Hacer la cama todas las mañanas supone completar con éxito la primera tarea del día. Ese gesto tan sencillo os dará una pequeña razón para sentiros orgullosos y afrontar la siguiente tarea del día y la siguiente… Al final de la jornada, esa primera pequeña tarea se habrá convertido en muchas tareas completadas.
Hacer la cama también es una forma de recordar la importancia que tienen los pequeños detalles en la vida. Si no sois capaces de hacer bien las pequeñas cosas, tampoco seréis capaces de hacer bien las grandes. Por otra parte, si vuestro día ha sido horrible, al menos, cuando volváis a la cama, la encontraréis hecha con la promesa de que mañana será mejor. Si queréis cambiar el mundo, empezad haciendo la cama”.
En nuestro caso, cama hecha, genial. Y como plus, el ritual de belleza completo. Porque no hay nada comparable a salir de una ducha calentita, tener tiempo para darte crema y meterte en la cama justo el día que has cambiado las sábanas. Pequeños placeres que conllevan mucho más.
Porque cuando empiezas una crema, y es de alta gama, no aplicas sólo esa crema. Añades el ritual de la limpieza, añades mirarte más, añades después el colorete, incluso la máscara de pestañas. Porque ese ritual dice que te estás cuidando, que has reservado una buena crema para ti, para empezar el año, incluso para esos días horribles en los que necesitas que algo salga bien. Y disfrutar de la textura, y cómo queda, los efectos que te hace, ese brillo extra en las mejillas, ese cuidarnos el cuello de manera extra.
Y, sobre todo, porque todas soñamos con vernos mejor, sin tantas arrugas, sin tantas ojeras. Porque este pequeño gesto de belleza va mucho más allá de vigilar manchas, líneas de expresión o piel seca. Va de nosotras. De querernos. De invertir no sólo tiempo sino calidad de tiempo en nosotras mismas.
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