Aún le quedan unos meses para no tener que soportar los numerosos compromisos oficiales en los que acompaña a su esposa, la reina de Inglaterra. Sin embargo, Isabel II lo ha querido comunicar a todo el personal de la Casa Real Británica con antelación suficiente. Posteriormente, el anuncio se ha compartido con todo el planeta a través de una comunicado emitido por el Palacio de Buckingham en el que queda claro que su cese será total salvo algunos actos concretos, principalmente los que tienen un carácter familiar y menos institucional.
Alto, rubio y atlético, sufrió una madre esquizofrénica (que acabó ingresando en una orden religiosa) y la muerte de su padre cuando era joven. El entonces joven príncipe Felipe creció prácticamente solo. El protocolo le aburre y en no pocas ocasiones ni lo disimula. Su poco sentido de la diplomacia y su naturalidad se han encontrado con férreos enemigos entre la aristocracia más rígida. Sus numerosos comentarios inoportunos también le han hecho famoso.
En una visita a Kenia preguntó: «¿Eres una mujer, verdad?» a una fémina que le entregaba un regalo. En otra ocasión, al presidente de Nigeria le espetó: «Parece que estés listo para acostarte» en referencia a su indumentaria. O en una visita a la embajada británica en Berlín comentó: «Es un enorme desperdicio de espacio«. Y así una tras otra. Su gran sentido del humor es otra de sus señas de identidad. Y a la reina, dicen, le gusta.
Apasionado del medio ambiente (algo que ha heredado su hijo, el príncipe Carlos, que comercializa productos ‘eco friendly’) ha practicado el polo, la navegación y la caza. Su estilo es admirado por su buen vestir. Sus trajes son obra de una sastrería ubicada en Jermyn Street donde Teddy Watson le toma las medidas. En su armario no faltan prendas para la lluvia de Barbour, chaquetas y jerséis de punto de Lyle&Scott y camisas de la centenaria Hawes&Curtis. Sus zapatos de cordones son de John Lobb y los sombreros los compra en James Lock&Co.
Todas las firmas en las que compra destacan la buena figura que mantiene el Duque, que le permite lucir con elegancia sus trajes de finos tejidos como el Tonik mohair (con mezcla de lana) por lo general en tonos azules y grises (que pueden superar los 4.000 €). Algunos de ellos los mantiene durante décadas mandando adaptarlos según cambian los códigos de estilo. En algunos viajes, el consorte real ha comprado tejidos con los que el sastre John Kent le ha hecho pantalones en su taller de la ciudad del Támesis.
El 10 de junio cumplirá 96 años. Su mejor regalo, pensar que finaliza su trabajo público que ha ejercido durante casi seis décadas. No obstante, seguirá en contacto con las 780 organizaciones de las que es miembro destacado.
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