Un 24 de febrero de 1981, Diana Frances Spencer posaba ante los medios, junto al que se convertiría meses después en su marido. Con un sencillo traje azul que hacía juego con un espectacular zafiro rodeado de diamantes, aquella joven aristócrata comenzaba así su camino hasta convertirse el 21 de julio de ese mismo año en SAR la princesa de Gales. En aquella pedida de mano, que ha sido repetida durante los últimos cuarenta años por todas las televisiones del mundo y recreada en una decena de series de televisión, Diana se mostraba tímida pero inmensamente feliz con su príncipe azul. Un príncipe que con los años se convirtió en rana.
Todo comenzaba en la rueda de prensa que la pareja real daba ese día. En ella el príncipe Carlos contestaba de una manera muy extraña a la pregunta del millón. «¿Estáis enamorados?», preguntaba un reportero. Mientras Diana contestaba «Por supuesto», el que sería su marido decía: «Sí, independientemente de lo que eso signifique».
Esa frase se quedó grabada en el corazón de Diana, pero sus hermanas y amigas la convencieron que de aquello no tenía importancia. Y Diana, que estaba muy enamorada, lo dejó pasar. Pero la tenía. Carlos no estaba enamorado de su princesa, algo que la misma Diana pudo confirmar en su luna de miel, cuando descubrió que el príncipe llevaba unos gemelos con las iníciales CC entrelazadas: Camila y Carlos. Aquella escena de la pedida quedo grabada en la mente de todos. De hecho, cuando su hijo William se comprometió con Kate Middleton la novia llevaba un vestido azul en homenaje a su desaparecida suegra y el mismo anillo que Carlos había regalado a Diana.
El famoso anillo de zafiros y brillantes, inspirado en un broche que regaló el principie Alberto a la reina Victoria el día de su boda en 1840 fue escogido por la propia Diana. Le recordaba al color de ojos de su madre. En ese momento la joya costaba alrededor de 55.000 euros. En la actualidad la joya podría llegar a costar medio millón de euros. Aunque su valor sentimental no tiene precio.
El anillo, una de las joyas favoritas de la princesa lo llevó hasta el día de su divorcio. Fue heredado, tras su fallecimiento en París en 1997, por su hijo pequeño Harry. Pero cuando se casó su hermano, el heredero al trono, éste le pidió a Harry el anillo para que lo pudiera lucir la futura reina de Inglaterra. Era una manera de que Diana, que no llego a reinar, estuviera cerca del trono a través de su anillo.
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