Hasta ahora habíamos visto a Meghan Markle hablar poco en la entrevista de Oprah Winfrey a ella y su marido. Anoche, la CBS emitía un nuevo adelanto del documento y en el mismo, la esposa del príncipe Harry dejaba claro que tiene su propia opinión sobre los acontecimientos que les han llevado lejos de Londres. Y en ella, la familia de su esposo y en la práctica la suya también, no sale muy bien parada. A preguntas de la periodista, la actriz afirma que la familia real debería haber hecho algo más para acallar las numerosas falsedades que, según ella, se han contado de la pareja.
Una petición de amparo que suena a reproche casi infantil y que esconde también un desconocimiento absoluto de las funciones de la monarquía británica y de la libertad de prensa. No parece más que la punta del iceberg de un asunto mucho más profundo que los cronistas más cercanos a la casa real británica están viviendo atónitos. Porque la reacción del Palacio de Buckingham ante las acusaciones de bullying que pesan sobre la duquesa podrían llevarla incluso ante un tribunal.
A la institución que dirige Isabel II le causan pavor las entrevistas a los ex-miembros activos de la familia. La memoria es así. Aún resuenan en las esquinas de Buckingham y Windsor los ecos del terremoto que causó Diana. Pero lo llamativo de este caso es que la institución ha pasado al ataque antes de esperar posibles efectos adversos. Lo hizo hace unas semanas despojando a la pareja de todos sus cargos ligados a la corona. Lo hará el propio fin de semana, cuando la Reina pronuncie un inédito discurso a la nación con motivo del día de la Commonwealth. Curiosamente, el último acto al que acudieron los Sussex el año pasado con toda la familia. Su último servicio a la corona.
Pero tampoco se han quedado parados en Buckingham tras conocer el presunto acoso laboral que sufrieron tres empleados a cargo de Meghan en 2018. A las pocas horas de que The Times publicara el correo electrónico que Jason Knauf envió a sus superiores, denunciando los hechos en su momento, la casa emitía un histórico comunicado. Los sucesos se investigarán, caiga quien caiga. “El Palacio se está tomando muy en serio la gravedad de la situación”, aseguran desde dentro. Tampoco les resulta novedoso que Meghan les acuse de fomentar chismes. Desde que se instaló en Londres, tuvo una fijación extrema por acusar a miembros de palacio de filtrar todo lo que pasaba en su entorno. Eso fue el inicio de todo.
Tampoco ha pasado desapercibido que el correo electrónico, que pone a Meghan Markle en una situación muy delicada, fue escrito por el actual jefe de la casa de los duques de Cambridge. El que fuera jefe de comunicación de Harry y Meghan en el momento de los hechos, trabaja ahora estrechamente con el príncipe William.
La relación entre ambos no atraviesa por su mejor momento y el futuro heredero tras el príncipe Carlos quiere imponer nuevas normas de ejemplaridad. La primera intención de recursos humanos en Buckingham fue ocultar el caso. La jefa del departamento, Samantha Carruthers, estaba al tanto de todo y presuntamente no hizo nada. Algo que está en contra de lo que el príncipe William quiere para una monarquía del siglo XXI.
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