Daniel Horvath: «Lo importante es lo que hago frente a la cámara, no lo que proyecto en redes»
De padre ruso y madre húngara, Daniel Horvath encontró su lugar en nuestro país. Aunque sus comienzos estuvieron llenos de dudas, al no saber si encajaría en los moldes tradicionales de la industria del cine, enseguida comprobó que ser diferente suponía un plus profesional. Licenciado en Dirección y Administración de Empresas, dejó las ciencias por la aventura de ser artista. Acaba de terminar el rodaje de La huella del mal, donde da vida al misterioso e imprevisible Galder. Quién sabe si este proyecto será el punto de inflexión en su carrera…
The Luxonomist: ¿Qué hace un licenciado en Economía, experto en altas finanzas, en el mundo de la interpretación?
Daniel Horvath: Siempre supe que mi verdadera vocación estaba en la interpretación. La economía me enseñó la importancia de la estrategia, la planificación y el análisis detallado, habilidades que también son fundamentales para gestionar la producción. Por eso decidí fundar La Forastera Films, donde espero poder desarrollar proyectos, tanto a nivel nacional como internacional, integrando lo mejor de ambos mundos. Por un lado la creatividad artística y por otro el enfoque estratégico necesario para convertir ideas en realidades concretas.
TL: ¿De niño eras el “intenso” de la pandilla por tu mente de ciencias o ya apuntabas maneras de ser el teatrero de los amigos?
Daniel Horvath: Un poco de ambos, diría. Siempre he sido curioso. Me encantaba descubrir cómo funcionaban las cosas, lo que me llevó a interesarme por las ciencias desde muy joven. Aunque no era un niño muy social (me río, porque ahora soy todo lo contrario), el teatro me ayudó a abrirme. Cuando estudiaba en un internado en Malta, llegué a fundar mi propio grupo de teatro a los 14 años. Esta experiencia fue clave para mí. El teatro me dio confianza. Ahí fue cuando realmente empezó a manifestarse mi pasión por la interpretación.
“Ser distinto me hizo dudar de si encontraría mi lugar aquí”
TL: ¿Cuál fue ese punto de inflexión en el que percibes que la interpretación puede ser el camino?
Daniel Horvath: Durante una fase crucial de autoevaluación. Mi carrera financiera parecía estar en su mejor momento, pero a nivel personal sentía un vacío que no lograba ignorar. Había algo más profundo que me llamaba, una pasión que había estado dejando de lado. Tenía que tomar una decisión: seguir en el mundo de las finanzas o arriesgarme a perseguir mi verdadero sueño. Decidí tomarme un año sabático para sumergirme por completo en el mundo de la actuación, una decisión que cambiaría mi vida para siempre.
TL: ¿Qué ha sido lo más duro de la travesía hacia alcanzar un lugar en la profesión?
Daniel Horvath: La incertidumbre. En el mundo de la interpretación no existe una hoja de ruta clara que te diga qué pasos seguir o cuándo llegará la siguiente oportunidad. Aprender a convivir con el rechazo, la competencia constante y la falta de estabilidad es parte del proceso. Pero lo más desafiante, personalmente, ha sido enfrentar mis propias inseguridades. Como extranjero en un nuevo país, no solo me enfrentaba a la barrera del idioma, sino también a la sensación de ser diferente físicamente, de no encajar en los moldes tradicionales de la industria. Ser tan distinto en apariencia y acento, a veces, me hacía dudar de si encontraría mi lugar.
TL: ¿En algún momento te has arrepentido de la decisión tomada?
Daniel Horvath: Nunca, pero es cierto que ha habido momentos de duda. En rachas de mayor inestabilidad o tras enfrentar varios rechazos seguidos, me he preguntado si todo el sacrificio realmente valía la pena. Es fundamental tener a tu lado personas que te apoyen incondicionalmente. Mi pareja, amigos y familia han sido ese pilar que me ha dado la fuerza para seguir adelante.
«Mostrarnos vulnerables puede ayudar a quienes nos siguen con sus desafíos»
TL: ¿El Daniel Horvath que se exhibe en las redes sociales está devorando al actor?
Daniel Horvath: Es un equilibrio complicado, porque es fácil dejarse llevar por la visibilidad o la presión de estar constantemente activo. Me esfuerzo por recordar que lo más importante es el trabajo que hago frente a la cámara, no lo que proyecto en las redes. Hay momentos en los que es difícil o incluso aterrador mostrarse vulnerable, pero considero que, al hacerlo, podemos ayudar a quienes nos siguen a enfrentarse a sus propios desafíos.
TL: ¿Qué ha supuesto formar parte de la familia de “La huella del mal”?
DH: Un sueño hecho realidad. Desde el primer momento supe que estaba ante una oportunidad única. No solo por la magnitud del proyecto, sino también por la calidad del equipo involucrado. Es una producción ambiciosa que aborda temas profundos y complejos, lo que me ha permitido crecer como actor y explorar nuevas facetas de mi interpretación a través del personaje. Interpretar a Galder ha sido un reto apasionante. Es un personaje lleno de matices, que me ha permitido profundizar en mi trabajo y enfrentarme a nuevos desafíos emocionales.
TL: ¿Tres palabras que definan tu momento actual?
DH: Evolución, determinación, gratitud.
TL: ¿Qué te hace sonreír sin disimulo?
DH: Los momentos espontáneos de humor, las pequeñas victorias del día a día y, por supuesto, compartir tiempo con mi familia y seres queridos.
TL: ¿Un sueño incumplido?
DH: Viajar por el mundo durante un año entero con mi pareja, sin prisa, explorando diferentes culturas y formas de vida juntos.
«El deporte es una adicción saludable»
TL: ¿Hay alguna adicción saludable?
DH: El deporte, sin duda. Me ayuda a mantener la mente clara y el cuerpo activo.
TL: ¿La palabra que más dices?
DH: «Perfecto.» La utilizo todo el tiempo, especialmente cuando quiero cerrar una conversación o planificar algo.
TL: ¿Ese momento en el que te has preguntado «¿Qué he hecho yo para merecer esto?»
DH: Esta es una pregunta que se puede interpretar de dos maneras: negativa o positiva. Es fácil que aparezca en momentos de estrés, de rechazo o de dificultades, cuando las cosas no salen como esperabas. En esos instantes puedes sentir que el esfuerzo no es suficiente y que las puertas no se abren como deberían. Es natural preguntarte si todo el sacrificio vale la pena.
TL: 5 segundos ¿El primer recuerdo que te viene a la cabeza?
DH: El día que nació mi hermana Luiza lo llevo siempre en el corazón. Fui el primero en sostenerla en brazos y fue profundamente especial para mí. Desde ese momento supe que mi vida cambiaba y que había una conexión única entre nosotros. Sentí un amor inmenso y una responsabilidad que nunca antes había experimentado, algo que ha perdurado a lo largo de los años.
«Me irrita la impulsividad en otros y en mí mismo»
TL: ¿Ese superpoder te gustaría tener?
DH: Poder detener el tiempo. Creo que sería increíble tener momentos para reflexionar, resolver situaciones complicadas o simplemente disfrutar más de los pequeños instantes de la vida sin que el tiempo avance.
TL: ¿El rasgo que te irrita de ti es el mismo que no soportas de los demás?
DH: Sí, la impulsividad. A veces tiendo a actuar sin pensar demasiado, dejándome llevar por la emoción del momento, lo que puede llevar a decisiones rápidas y poco reflexionadas. Aunque en algunas ocasiones puede ser útil, la realidad es que otras me ha llevado a decir o hacer cosas de las que luego me arrepiento, especialmente con las personas más cercanas, como mi pareja, mis amigos o mi familia.
TL: El momento más embarazoso en el que te hayas encontrado…
DH: Mi primer casting en persona fue un verdadero fiasco. Estaba emocionado por estar allí haciendo el casting para la serie Física o Química. Todo iba bien hasta que me pidieron que empezara y me quedé en blanco. Me reí de los nervios y, aunque fue embarazoso, es una de esas experiencias que ahora cuento como anécdota divertida, pero en ese momento… ¡quería desaparecer! Obviamente, no me dieron el papel.
«Soy bastante llorica para emociones de cine o televisión»
TL: ¿Tu costumbre menos confesable?
DH: Empezar mil tareas a la vez y, de pronto, darme cuenta de que me he olvidado de la mitad. Termino saltando de una cosa a otra y al final me pregunto cómo llegué hasta ahí.
TL: ¿La última vez que has llorado?
DH: Hace poco, viendo una película que me tocó profundamente. La verdad es que soy bastante llorica cuando se trata de emociones en el cine o la televisión. No puedo evitarlo. Si la historia me llega al corazón, las lágrimas salen sin permiso. Es casi automático. Me dicen que tengo una gran sensibilidad y ¡supongo que es una ventaja en esta profesión!
TL: ¿Hay un libro que te haya transformado la vida?
DH: Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale Carnegie. El libro no trata de «ganar amigos» en el sentido egoísta, sino de cómo conectar genuinamente con las personas y entenderlas desde un lugar de empatía y respeto. Mi padre me hizo leer este libro cuando tenía solo 10 años porque siempre creyó en la importancia de las relaciones humanas y cómo éstas moldean nuestras vidas. Después de leer un capítulo, nos sentábamos a hablar sobre lo que significaba. Era como un ritual.
TL: ¿El primer deseo que tienes ahora en tu lista?
DH: Poder consolidar todos los proyectos que me están llegando para crear algo grande. Un proyecto que refleje todo el trabajo y las experiencias acumuladas. Y llevar mi carrera a un nuevo nivel.
«Robin Williams era un maestro en tocar el alma del público»
TL: ¿A quién invitarías a la cena de tus sueños?
DH: Invitaría a Robin Williams, sin duda. Su talento y humanidad me inspiran profundamente, no solo por su capacidad de hacer reír, sino por cómo lograba transmitir una sensibilidad única en cada uno de sus personajes. Era un maestro en tocar el alma del público, desde el humor más desbordante hasta la tristeza más profunda, y eso es algo que siempre me ha fascinado. Más allá de su carrera, lo que realmente me conmueve de Robin Williams es la autenticidad que proyectaba, esa capacidad de mostrar vulnerabilidad, de ser humano en todos los aspectos.
TL: ¿El peor trabajo que has hecho? Ese en el que eres consciente que no has dado la talla…
DH: No hay un peor o mejor trabajo, solo diferentes etapas en la vida de un artista. Cada proyecto que tengo el honor de interpretar lo abordo con lo mejor de mí en ese momento, con el conocimiento y la experiencia que tengo en ese punto de mi vida. Cada trabajo refleja quién soy en ese momento. Siempre estoy aprendiendo, evolucionando y creciendo como actor y como persona.
TL: ¿La mayor enseñanza que te deja la vida?
DH: Que cada fracaso es una oportunidad de crecimiento. Siempre. Al principio es fácil sentir frustración o decepción cuando las cosas no salen como esperabas. Pero con el tiempo he aprendido que esos momentos son los que realmente te moldean. Cada vez que enfrento un obstáculo o un fracaso, trato de verlo como una lección, como una oportunidad para mejorar y evolucionar.
TL: Esa pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder…
DH: «¿Qué te inspira fuera de la actuación?» Mi respuesta sería: la vida cotidiana, las pequeñas cosas. Las conversaciones con gente cercana, la naturaleza, viajar y conocer nuevas culturas, y sobre todo, las emociones que surgen en los momentos más simples. Es ahí donde encuentro la inspiración para dar profundidad a mis personajes y conectar con las historias que interpreto.