Cuando pienso que le he visto crecer desde su adolescencia, me da cierto vértigo. Lo positivo de eso es la orgullosa felicidad que provoca ver su evolución, como persona y artista, así como su escalada al éxito que ha alcanzado. Su vida es de todo menos sedentaria. Media de ella la pasa en los aviones. La otra media de rodaje en rodaje y, en los tiempos libres, disfruta sin desmayo de los suyos. Nos encontramos en el Festival de cine de Málaga, donde presentó ‘Proyecto tiempo’, película dirigida por Isabel Coixet para Gas Natural Fenosa, una iniciativa para concienciar a través del cine sobre el uso responsable y eficiente de la energía.
The Luxonomist: ¡Por fin coincidimos! Menuda vida llevas…
Miguel Ángel Muñoz: Es verdad. Estoy en un momento de una vorágine constante de trabajo, por suerte. Estoy viajando sin parar. Me encanta hacerlo por placer pero, desde los últimos años, el trabajo es lo que hace que no deje de moverme. Concretamente ahora, el proyecto que decidí hacer el año pasado en España, la serie ‘Presunto culpable’ que se rueda entre Madrid y Mundaka, con algunas escenas también en París, me ha tenido de un lado a otro. Cogiendo aviones sin parar.
TL: ¿Cómo se gestiona el vivir en un avión realmente?
MAM: A mí me divierte mucho. Tengo 34 años y mucha energía todavía por consumir (risas). Me quedan aún muchas ganas de seguir viajando. Soy de los que aprovecha mucho el tiempo en los viajes. Cuando tengo un viaje largo, esos de nueve horas de vuelo o más, tengo ya una mecánica que me hace gestionar bien el tiempo. Leo, estudio, organizo papeleo, escribo mails…
TL: Habrá día en los que suena el despertador y no sabes dónde estás…
MAM: Sí, unos cuantos (risas) pero, peor que eso, es la hora. Cuando estás cambiando de horario continuamente, el cuerpo no sabe dónde está. Igual te quedas dormido por cansancio a las 4 de la tarde y te crees que son las cinco de la mañana, porque para el cuerpo lo son. Bien es cierto que yo, en los dos últimos años, he estado viajando menos a Estados Unidos que antes. Antes, me pasaba dos o cuatro meses allá. Luego viví en París, en Méjico…
TL: ¿Cuántos idiomas hablas ya?
MAM: Tres, pero espero ampliar a cuatro o cinco.
TL: Te veo aprendiendo chino…
MAM: Pues mira, no me llama mucho la atención pero creo que es uno de los idiomas más útiles de cara a un futuro muy cercano. Me apetece mucho hablar italiano, porque me gusta mucho como suena y creo que es sencillo, y el portugués-brasileño me apetece todo, mucho mucho. Hablo bien inglés, francés y español, obviamente. Con estos tres te puedes mover por el mundo y comunicarte con cualquier persona. Los otros dos que tengo en mente son por puro placer. En el caso del chino sería una inversión de tiempo de cara al futuro, pero te aseguro que no está muy lejano.
TL: ¿Qué te llevó en un momento determinado a poner tierra de por medio?
MAM: No fue algo premeditado, ni creo que lo hubiera hecho tal y como se puede entender. Cuando salté a EEUU, hace ahora diez años, fue más por conocer el país y, sobre todo, California. Una hermana de mi padre vivía en América y, de pequeño, estaba enamorado platónicamente de ella. Yo tendría unos 6 o 7 años. Era mi tía favorita y, cuando venía de Los Ángeles o de San Diego, me traía gorras de allí, helados de vainilla con cookies, me hablaba del clima, me enseñaba fotos y todo aquello me encantaba. Adicionalmente a eso, yo nací el 4 de julio y ella me contaba cómo se celebraba ese día allí. Mi tía tenía el ID americano y yo quería que mi carné de identidad fuese como el suyo. Y lo conseguí. Siempre lo llevo encima porque soy residente americano también. Soñaba con tener DNI americano, era un sueño a cumplir al margen de mi carrera como actor. El destino me llevó a trabajar allí y pude conocer mejor ese país, que me encanta. Me siento como en casa.
TL: Te veo en el camino de cumplir el sueño americano, tal y como lo entiende la leyenda.
MAM: Para mí lo he cumplido porque lo mío no es el sueño americano. Mi sueño es lo que sigo viviendo cada día y tener la suerte de que, después de tantos años que hace que tú y yo nos conocemos (hace 24 que empecé a trabajar), seguir dedicándome a esto. Tantos años en la profesión, trabajando en ella, viviendo de lo que hago, teniendo la oportunidad de mirar atrás viendo que siempre he hecho las cosas dando un pasito adelante, es el sueño cumplido. Ojalá nos sigamos encontrando durante otros veinte años y siga en esto. Si he hecho más películas en Hollywood con grandes estrellas, ¡fenomenal! Y si sigo trabajando en el teatro como hace un año… ¡pues también genial! Para mí ese es el sueño real, el que yo vivo. El otro, el americano, también lo he cumplido. He vivido en varios países y sigo yendo todo el tiempo. Nunca pensé en instalarme allí. Hay muchas cosas que me tiran aquí y, cuando pasas mucho tiempo fuera, más cuenta te das. Mis amigos, mi familia, mi tata… No podría dejar todo esto. Sin embargo, sí paso por allí todo el tiempo que puedo. El trabajo últimament, me ha traído mucho a aquí, lo que me gusta enormemente, pero siempre tengo una excusa para dar el salto. En nada me voy a la maratón de Chicago. Ya he hecho las de Boston y Nueva York.
TL: ¿Aquí te sientes reconocido?
MAM: No lo pienso. Sin embargo, cuando estoy en un festival de cine, en los premios Goya o cuando ruedo una película, sí que me siento parte de esto desde hace mucho tiempo. Para empezar, conozco siempre a la mitad del equipo. Algunos eran meritorios en su día y hoy son directores. Y eso, el estar todavía aquí y ver esa evolución, sí me hace ser reconocido en mi medio, más allá de lo que sea la voz popular. Cada día me encuentro muestras de cariño en la calle que me hacen sentir que sí, que me dedico a esto y que valoran algunos de los trabajos en los que me hayan podido ver, ya sea como actor o por mi paso por Masterchef, algo de lo que estoy muy orgulloso.
TL: Todo forma parte de la travesía de la vida. ¿De pequeño ya eras tan inquieto, tan teatrero?
MAM: Sí…y lo sabes porque algo has vivido. A mis padres les daba igual que me dedicara a esto, no hubo un interés especial. No hubo un momento de plantear que quería ser artista, fue todo muy natural. Lo recordaré siempre. Una amiga de mi madre, Candela Palazón, fue quien un día dijo en casa ¿oye, y si me llevo una foto del niño para que le hagan una prueba? Y se llevó una foto en la que estaba con la equipación del Real Madrid y que me habían hecho en la Ciudad Deportiva. Mis padres me preguntaron si me parecía bien, a mí me hacía gracia el tema y mi padre fue quien me llevó al primer casting y me cogieron.
TL: ¡Quién te lo iba a decir!
MAM: Pues sí (risas). Luego vino un segundo casting, me cogieron e hice ‘El palomo cojo’. Todo surgió de manera muy natural. La verdad es que a mi padre no le hacía demasiada gracia llevarme a las pruebas, lo que pasa es que como en casi todas, por no decir todas, desde los 10 a los 17 años me cogían…es lo que ha hecho posible que me pueda dedicar a esto. Si no hubiera tenido esa suerte, ahora no sé qué estaría haciendo. Mis padres eran diferentes a los de los demás niños porque no tenían el empeño de que yo fuese actor a toda costa.
TL: ¿Qué dicen ahora?
MAM: ¡Imagínate! Están muy orgullosos pero, más allá del éxito, lo están por el hecho de que haya encontrado mi vocación y sea feliz cada día trabajando en lo que me gusta. Eso es algo que los padres desean desde que somos pequeños, pero no siempre la vida te pone delante algo en lo que te sientas tan bien. Yo animo a todo el mundo y a los jóvenes a que no se conformen y no se rindan, estudiando algo que crean que les puede venir bien. Si pueden y tienen ayuda, que exploren todo lo que puedan porque, como tengan la suerte de dar con algo que se les da bien y, sobre todo, les guste, la vida te recompensa.
TL: Entiendo que no te has arrepentido nunca del camino emprendido.
MAM: No, nunca, para nada. Hay veces que pienso: “¿Si no hubiera tenido esta suerte, qué habría hecho en la vida?” No lo sé. La otra opción era el fútbol, que era lo que más me gustaba y se me daba bien pero, ahora que tengo 34 años y que estaría en el final de mi carrera deportiva pienso: “¡qué suerte la mía!” porque siento que estoy en el mejor momento de mi vida a nivel de energía y de madurez. Sé que lo mejor de mi carrera y los personajes más interesantes están por llegar.
TL: ¿Lejos queda ya ‘Un paso adelante’, verdad?
MAM: Ese fue mi punto de inflexión. Aunque había empezado de muy niño y ya había hecho varios proyectos de mucho éxito antes de esa serie (‘Al salir de clase’, ‘Compañeros’…), sí fue un fenómeno social a escala internacional. Incluso, porque se convirtió en la serie española más vendida de la historia fuera de nuestras fronteras. Fue todo muy exagerado, tres años en los que se mezclaba la vorágine del rodaje de una serie con la grabación de los discos y los conciertos. Ese fenómeno fue enorme y se convirtió en un punto de inflexión muy grande. Aunque a nivel personal y como actor, mi verdadero momento de cambio vino después cuando hice ‘El cartero de Neruda’, justo después. Siempre he decidido lo que quería hacer, pero ahí tenía claro que no quería cantar, que quería seguir interpretando porque esa es mi vocación principal. Quería subirme a un escenario y hacer gira. Lo demás, cantar y bailar, era algo secundario.
TL: En tu faceta musical has tenido muchos premios. ¿Nos hemos perdido a un gran cantante?
MAM: No he perdido esa faceta, simplemente la vida me ha llevado por otro lado. He cantado en películas, en los Goya y estoy convencido de que haré un musical. Quien sabe si en unos años retomo esa actividad y participo en un disco o grabo uno. No lo sé. Hace años pensaba que no lo volvería a hacer, pero ahora veo la vida de otra manera. Estoy muy contento de haber decidido dejarlo a un lado a pesar de que lo que se vive como artista encima de un escenario no se puede comparar con nada. Mi talento principal no está ahí, sino en la interpretación y en poder vivir varios personajes, procesos y viajes que la canción no te da. Y eso, ahora, es lo que me interesa y apetece explorar. Meterme en la piel de otro e investigar su esencia me interesa más que estar expuesto encima de un escenario cantando.
TL: ¿Te imaginabas tan polifacético o te has descubierto en el proceso?
MAM: ¡En la vida lo imaginé! Todavía me sigo descubriendo y eso es algo que me encanta, el aprender. Es lo que más me gusta en la vida y lo llevo haciendo desde los diez años. Aprendí a tocar el piano para la serie ‘Mamá, quiero ser artista’, por ejemplo. Cada cosa que me aparece en el camino me la tomo como un reto y como algo muy divertido para ampliar conocimiento. Desde montar a caballo, cantar, bailar, hacer magia, cocinar, conducir una moto… Y creo que ese interés puede no parar nunca. Tengo ganas de seguir aprendiendo todo el tiempo. En mis ratos libres siempre pienso qué me apetecería hacer. Quiero aprender a bailar salsa muy bien, quiero sacarme el PER para llevar barcos, correr un rally, conducir un avión o un helicóptero. Me quedan un montón de cosas por hacer.
TL: ¿Queda algo del Miguel Ángel de ‘El palomo cojo’ en este aventurero que no se cansa de aprender?
MAM: Hay la misma ilusión e idéntica pasión ante el trabajo y la vida. Si algo ha cambiado es, quizás, una relajación y aceptación a lo que esa vida me pone por delante, tanto en lo personal como en lo profesional. En ese sentido, estoy muy contento y ojalá esto vaya a más. No quiero estar preocupado por si llega o no el papel que quiero hacer, o algo vital que me gustaría experimentar. Acepto lo que la vida me pone por delante y solo pido encararlo con las mismas ganas y la misma pasión como si yo lo hubiese elegido. Y también aceptar que cada uno vemos al prójimo como podemos y desde nuestro punto de vista, no tener que estar preocupado de cómo van a verte los demás, en cuanto al reconocimiento o lo que vayan a pensar desde un trabajo a cómo eres como persona. Eso es lo más importante.
TL: Me temo que el peor censor está en casa…
MAM: Sí, pero ahora menos. Sigo siendo muy exigente porque me gusta irme a la cama con la sensación de que no he podido dar más, pero sí acepto lo que puedo dar de mí. Aunque haya un nivel de exigencia grande, quiero sentirme orgulloso de lo hecho y la autocrítica ya no es tan dura.
TL: ¿Eres de retroceder en el tiempo, de volver la vista atrás?
MAM: Poco, pero si lo hago, los recuerdos son muchísimos. Ahora mismo me veo jugando al fútbol con mi padre y entrenando con él. Eso es lo primero que me ha venido ahora. Momentos muy felices.
TL: ¿Nos hemos perdido un gran futbolista?
MAM: Igual suena muy vanidoso pero creo que sí, sobre todo por mi capacidad de trabajo para ser un deportista de élite. Así escrito puede quedar muy arrogante, que no lo es, porque me refiero a poder estar en la alta competición. Lo he pensado muchas veces a lo largo de mi vida. Me encantaría estar en unas Olimpiadas y poder dedicar uno o cuatro años a poder llegar a ese momento. Ya sé que no lo podré hacer porque no hay deportes que la condición física, a partir de los treinta, te permitan ir a competir allí. El esfuerzo y la dedicación es algo que va conmigo, no cuento las horas y no tengo fin, pero lo mismo en la vida. Si estoy disfrutando, ¡no paro! El cuerpo es el que me dice ¡hasta aquí! Me cuesta desconectar de la vida.
TL: Será difícil entonces encontrar esa delgada línea que separa al hombre del actor.
MAM: No la hay, y tengo que aprender a marcarla. Supongo que es algo que me darán los años y la energía porque llegará un momento en el que no podré abarcar tantas cosas como hago ahora.
TL: Siempre te reconoces un niño feliz.
MAM: Lo fui. Viví todas las etapas de mi vida con esa sensación. Desde muy niño disfruté de la vida. Iba al cine muchísimo, por ejemplo, e iba solo. Me veo a los 12 años viendo películas solo en el cine. Las primeras que recuerdo son ‘La vida de Brian’, que la vi siendo muy pequeñito porque mi padre me ponía las películas que a él le gustaban, ‘La última noche Boris Grushenko’, ‘El dormilón’… y mucho cine de Woody Allen y de los hermanos Marx. Mi padre fue siempre muy cinéfilo y veía con él mucho cine español antiguo, de antes de ‘Las chicas de la Cruz Roja’. ¡Imagínate!.
TL: Supongo que en la travesía a la madurez, otras se han ido posicionando entre tus favoritas…
MAM: Sin duda alguna ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’, ‘Bailando en la oscuridad’ y ‘Antes de que anochezca’, la de Javier Bardem.
TL: Recomiéndame dos libros, los que tengas ahora en la mesilla.
MAM: ‘Sapiens’ (Harari Yuval Noah) y ‘Dónde están las monedas’ (Joan Garriga), un libro muy bonito que habla de las constelaciones familiares y que explica muy bien lo que traemos de los padres y el legado que les dejamos a nuestros hijos. Es un libro que te ayuda, incluso, a reconocerte en tus padres. A mí me ha pasado. Me reconozco en ellos, no sólo en el físico, sino en muchas actuaciones. Me veo en mi padre en su actitud de hombre infatigable y, en mi madre, en su carisma y don de gentes, que se asemejan mucho a mi manera de relacionarme con los demás.
TL: ¿Se reconocería en ti ese niño que fuiste?
MAM: Creo que sí y, además, estaría muy orgulloso. Ese niño me admiraría sobre todo por la capacidad de trabajo y, también, por la actitud ante la vida. Creo que fliparía un poco porque ni en el mejor de mis sueños imaginé todo esto. No puedo estar más feliz y orgulloso del momento en el que vivo.
*Localización: Festival de Cine de Málaga. *Próxima semana: Berta Vázquez.
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