«La siesta es para sabios y para artistas»

Llegó a Nueva York en el fin de semana más frío de este invierno y en plena New York Fashion Week. Su llaneza, propia de los hombres inteligentes, es sólo una de sus muchas virtudes, algunas obvias (y a la vista) y otras que hay que descubrir con conversación y tiempo. Jordi Mollá ha conseguido progresar en dos de las ramas artísticas más complejas y, lo más importante, disfrutar de ellas y con ellas. El cine y la pintura, arte en ambos casos, se alimentan uno de otra en su vida.  

Las películas le siguen llevando por medio mundo. Este año por ejemplo, estrena dos en Estados Unidos, ‘Term Life’ y ‘Criminal’, en las que comparte cartel con Kevin Costner y Gary Oldman. Desde hace 20 años, en esos viajes de promoción y rodajes, la inspiración le acompaña en forma de pincel. Éste es precisamente el motivo de nuestro encuentro con él en el Hotel Gansevoort Meatpacking de la Gran Manzana. Decenas de personas acudieron a disfrutar de sus últimas propuestas, unas obras donde la mujer es la gran protagonista: “Me encantan las mujeres y creo que las mujeres del Renacimiento tenían algo muy moderno y muy contemporáneo».

«En mi caso son mujeres renacentistas muy pop, muy americanas en el fondo”, me cuenta Jordi. Los Ángeles, Miami, Madrid o Venecia, han sido algunos de los escenarios que han disfrutado de su muestra, su gran compañera. “Es como tener un amigo invisible. Pasas las horas solo, pero lo cierto es que parece que en todo momento estás acompañado. Es una terapia maravillosa que recomiendo a todo el mundo”, asegura  Mollá, quien al tiempo que describe lo que la pintura significa para él, se gira para abrazar a otro gran amigo. Es Domingo Zapata, el anfitrión de la exposición: “Me encanta la obra de Jordi. Él es para mí pura inspiración, es un gran amigo mío, le quiero mucho. Quería que viniese a Nueva York porque su obra es francamente bonita y está teniendo mucho éxito”.

Se nota que hay cariño y respeto entre ambos. Trayectorias paralelas y un gusto por mirar y por ver, por apreciar la simplicidad de las cosas porque “en la sencillez y en la humildad está el éxito de todo lo que hagas”. Ya no hay destellos que les puedan desviar de su camino, ni los miles de dólares que pagan los clientes por sus obras, ni tampoco que entre sus compradores estén Leonardo Dicaprio, Benicio del Toro o Johnny Depp.

Todo es mucho más puro y el tiempo, lleno de éxitos y de fracasos, nos pone ejemplos como los de Mollá y Zapata; Zapata y Mollá. Ambos, artistas internacionales. Uno con su sonrisa interminable y el otro con su madurez aniñada pero ambos triunfadores cercanos que, acostumbrados a ver los lujos más caros diariamente, prefieren los que no se pagan, pero cuestan mucho más: “Ser feliz es el lujo más caro porque es el que más te cuesta”, sentencia Zapata.

“¿Mi lujo diario? -contrapregunta Mollá- la siesta. Hoy no me he echado la siesta y estoy como si me faltara algo. Es más, he descubierto que a los trabajadores de Google les obligan a echarse la siesta para rendir más. Eso de que es para vagos es algo antiguo. La siesta es para sabios, para gente con perspectiva de futuro y para artistas”.