Isabel Preysler se ganó hace años el título de Reina de Corazones y a sus 72 años ha demostrado que es más que merecido. Ahora disfruta de una nueva etapa en su vida, la soltería. Asegura sentirse feliz y cómoda, incluso más que cuando estaba en pareja. Y es que la Preysler no da puntada sin hilo y ha aprovechado su última entrevista para lanzar un dardo a su ex, Mario Vargas Llosa.
La madre de Tamara Falcó acompañó ayer a su hija a su puesto de trabajo y concedió una de sus pocas entrevistas en televisión. Sus relaciones sentimentales fueron protagonistas de la charla y, en especial, su nueva situación de soltera, con la que parece muy cómoda.
«Disfruto mucho de mis momentos de soledad. Cuando estoy sola y todos se han ido a dormir aprovecho para hacer lo que no me han dejado durante el día. Leer, por ejemplo, ver una serie, hacer mis listas, hablar con mis niños por la hora de Estados Unidos, escuchar música, bailar… Como ya no me sacan a bailar, bailo sola, como una loca», contaba.
Y es que desde su ruptura con Mario Vargas Llosa hace justo un año no se le ha conocido ninguna pareja, y parece que tampoco tiene ganas de ello. «Veo difícil volver a enamorarme, y perdidamente imposible», asegura.
Sin embargo, esta falta de ganas por enamorarse no tiene que nada que ver con el desamor, algo que considera más que superado, sobre todo, desde su separación del escritor. «Con los años todo duele menos. La última (ruptura) no me dolió nada«, afirma con rotundidad.
Y es que parece que Isabel Preysler no echa de menos a Mario Vargas Llosa, ni tampoco los supuestos celos por los que rompió con él. «No hay celos razonables, los hay más o menos light, pero todos terminan siendo malos», señala. «Tengo que admirar a la persona y lo que más admiro es la inteligencia, después el sentido del humor y luego la ternura, es indispensable. De lo último que no te puedes cansar en la vida es de la inteligencia».
Para el que sí ha tenido un bonito recuerdo es para su marido, Miguel Boyer, el cual fallecía en 2014 tras una larga enfermedad. «Yo siempre he sido una mujer fuerte pero cuando él enfermó fue muy duro. Había mañanas que no quería levantarme de la cama. Nuestra vida cambió 180 grados en unos segundos, que la persona que te acompaña cambie así es tremendo para todos. Estuvo dos meses en la UCI y luego dos años y ocho meses en total enfermo. Fue el centro de la familia, le cuidamos mucho, pero era muy duro ver cómo había cambiado el hombre brillante que había sido», afirma.
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