Bodega
Rayas es una de esas pocas bodegas que pueden calificarse como míticas. En su caso, atesora una curiosa mezcla de rareza y encanto. Sus mismos propietarios –la cuarta generación desde 1880- tienen fama de excéntricos. Todo comenzó cuando el fundador, Albert Reynaud, compró las cerca de 13 hectáreas de la finca Rayas para cazar. Entre batida y batida, plantó algunas cepas, elaboró algunos vinos, pero no pasó de ahí. Sólo su hijo Louis, poco partidario de las artes venatorias, dedicó todo su empeño al vino. El terruño de Rayas aún le rinde tributo: su suelo es arenoso, carente de esos típicos galets o cantos rodados de los viñedos de la zona de Châteauneuf-du-Pape. Ocurre que el buen Louis los quitó a mano: decía que eran malos para la maduración. Además, de las muchas variedades permitidas en la AOC, sólo plantó garnacha.
Por fortuna, también debemos a Louis la compra de dos maravillas: el Domaine des Tours y el Château de Fonsalette, aunque –al menos en el caso de Rayas– lo de “château” sea una pura fantasía, pues allí no hay ni rastro de château, y la sede de la bodega ha sorprendido de siempre a los aficionados al vino por su mugre y su desorden. Tras Louis, a finales de los setenta, tomó el relevo su hijo Jacques, célebre -entre otros hitos de su anecdotario- por dar un portazo a Robert Parker por tardón. Ahora es Emmanuel quien -desde hace dos décadas- se encarga de la bodega. Sigue con sus prácticas peculiares: por ejemplo, añadir vino de añadas mejores para adecentar una añada peor.
La finca actual tiene 11,8 ha de garnacha tinta y 1,8 ha de uva blanca: mitad clairette y mitad garnacha blanca. Los rendimientos son mínimos: de 15 a 18 Hl/ha. Suelen dejar que la uva madure mucho. La orientación norte de sus tierras consigue una maduración de las uvas más lenta, larga y suave. El bosque que rodea sus viñas le confiere un microclima muy particular. Los suelos son de arcilla fina, calcáreos y arenosos –como ya hemos dicho, sin los habituales cantos rodados de la zona-.
La producción media anual de Rayas es muy pequeña: unas 30.000 botellas. Pero este dato, como tantas otras cosas de la bodega, es confuso. Además de la falta de transparencia, últimamente ha surgido otro problema: su irregularidad, pues hay añadas excelentes y otras bastante mediocres. Los precios sí son constantes: siempre muy elevados. La segunda marca, Château Pignan, es más constante; no lo elabora todas las añadas. Y la tercera, Fonsalette (Côtes-du-Rhône), tiene un espléndido tinto (100% Syrah) y un blanco muy inconstante. Tienen otra bodega que hace un tinto maravilloso a buen precio: Château des Tours, AC Vacqueyras. Tinto maravilloso de garnacha (80%) y Syrah (20%), que recomendamos probar… a aquellos que logren encontrarlo. (Nota de I. Peyró y J. Rocamora).
Precata.
Alcohol. 13,5º.
Tapón de corcho natural de 45 mm. Bueno. Muy blanco…
Cata
PVP. Esta botella costó, rebajada, 89 € (Lavinia, febrero 2012).
Calificación. 9,2/10.
Otras calificaciones.
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