Fumar como la primera vez

La semana pasada hablábamos de qué fumar en el ínterin entre una tarea y otra: el estuche Perdomo Batch y la Eco Bag con Perlas de VegaFina. Hoy presentamos dos cigarros de formato medio pero que se deben disfrutar con más tranquilidad, como acompañamiento necesario de una copa en cualquier noche de febrero o como recompensa, son solo unos ejemplos, por haber hecho lo que debíamos hacer. Se trata de dos novedades excepcionales que podemos encontrar desde hace poco en el mercado español. Por un lado, hablamos del Cohiba Medio Siglo y por otro de la Edición Regional Saint Luis Rey.

Cuando uno selecciona de su mueble-humidor un, pongamos por caso, Churchill de Romeo y Julieta, y lo enciende, está buscando lo que ya sabe que va a encontrar: complejidad, sabor, dulzura y maderas. Pero cuando uno se enfrenta a un cigarro de reciente creación y éste está acreditado por una marca de prestigio, lo fuma sin saber bien a qué se enfrenta. Se trata de una grandeza de las novedades; nos obligan a fumarlas como si fuera la primera vez, nos exigen estar atentos, determinar si son cigarros de nuestro gusto o no. Entonces estudiamos el color de la ceniza, la calidad del torcido, la redondez de su combustión. Estamos atentos a su evolución, a si mantienen el tipo y, desde luego, nos obligan a situarlas en ese gran mapa sentimental del vitolario que cada uno guarda en su interior.

Saint Luis Rey. Tesoros. En torno al nacimiento de esta marca hay algunas teorías y pocas certezas. Aunque su origen, claro está, se lo debe a San Luis, Rey de Francia -primo de Fernando III el Santo: digamos que la familia fue piadosa-, el nombre bien pudiera deberse a la población de San Luis, en el centro de los centros de Pinar del Río, y cuyo himno (“Porque el tabaco mejor del mundo / En nuestras tierras vemos crecer”) deja a las claras que allí importan más los puros que la I+D tecnológica o que la producción de bienes industriales. Sea como fuere esta marca es extraña a los fumadores españoles por más que haya cumplido holgadamente el medio siglo de implantación.

Los que hemos fumado su Doble Corona o su Churchill sabemos que son cigarros imponentes y con un carácter notable. La recuperación de la marca para España ha llegado de la mano de una Edición Regional, es decir, cigarros que se tuercen y elaboran solo en cantidades muy limitadas (15.000 cajas de 10 cigarros) y en formatos que no se encuentran en el mercado. Desde esta semana -y a lo largo de los próximos días- se pueden encontrar los “Tesoros” de Saint Luis Rey en las cavas españolas. Estos cigarros tienen unas dimensiones -iguales que las de los Petit Edmundo- muy apreciadas por el fumador de hoy (cepo 52, 110 mm); hablamos, pues, de un habano de 30/40 minutos con un precio muy asequible (8 € por cigarro).

Se trata de un puro con una fortaleza media pero que, ya hacia el final, se va enreciando. Basta con abrir la caja para advertir el aroma a mieles, a maderas y a sahumerio. Ya encendido, el fondo dulzón del tabaco permanece durante toda la fumada y, por encima, se alternan las notas amaderadas -casi salinas- del comienzo con el de los torrefactos, el tofe y el café de los tramos intermedios. Estos tabacos -palabra de profeta- desaparecerán pronto de las cavas.

Cohiba. Medio Siglo. Un lanzamiento de Cohiba es algo que siempre merece ser celebrado. No hay mucho que descubrir de estos cigarros. En esta ocasión hablamos de un habano que se incorpora a la línea regular de la marca y cuyo nombre es una conmemoración más dentro de los fastos de su 50º aniversario. Este cigarro lleva algunas semanas en las cavas y tiene unas dimensiones características del espíritu de nuestro tiempo: cepo grueso (52) y longitud reducida (102 mm). Son 30 minutos de fumada a precio de Cohiba (15 € cada cigarro). Es uno de los tabacos más excelentes que hemos fumado en los últimos tiempos: el mejor ejemplo para mostrar cómo fumar es uno de los grandes placeres.

Se trata de un cigarro con el color “colorado” propio de otras líneas de Cohiba, con un aspecto levemente oleoso. Encenderlo es sumergirse en un universo de suavidades y complejidad. El fumador se encontrará unos tabacos que muestran lo que son desde el principio y hasta su combustión final (cuando ya nos quemamos los dedos, pero queremos seguir); encontrará, decíamos, una sinfonía de turrón de jijona, de dulzuras, de caramelo y vainilla, de tostadas y guirlaches. Y encontrará, sin duda, ganas de seguir fumando.