Cualquier amante de los cigarros sabe que un buen destilado –o quizá un vino generoso– es a los puros lo que el oxígeno a los pulmones. Si un puro puede ser de los mejores placeres de este mundo, si un oporto o un calvados venerable son una cumbre de lo humano, la conjunción de ambos supera a su individualidad. Hay cigarros ligeros para el champagne de media tarde o, ahora en los comienzos del verano, ligadas dominicanas –los cigarros de La Aurora, algunos Davidoff– que coronan los Pimms o Camparis del aperitivo.
De acuerdo con esta lógica es obligado mencionar los brandis de la serie ‘Cigar Club’, esa catedral de los destilados que la casa Ximénez-Spínola ofrece cada temporada con cuentagotas (apenas 250 botellas de cada uno). Ximénez-Spínola es, para los aficionados del Jerez, una referencia en sus elaboraciones de PX. Y esconde dentro de sí la lógica de que, si por siglos los tabacos entraban en Europa por el Guadalquivir hasta Sevilla, es en ese mismo ámbito geográfico donde mejor han sabido encontrar sus complementos alcohólicos. Fumar una panetela de González Márquez con una copita de un Pedro Ximénez es, aun en este siglo XXI, una merienda no superada.
Para la elaboración de los brandis de la serie ‘Cigar Club’ se utilizan vinos extraídos de las pasas –de cada tonelada de uva resultan unos 90 litros de brandy– que, tras ser destilados, pasan 12 años en toneles de castaño y otros 12 en barricas de roble americano. El resultado son tres tipos de brandy: el Cigar Club 1, el Cigar Club 2 y el Cigar Club 3. Nosotros aconsejamos tomarlos en copas de boca ancha y servirlos unos minutos antes de ser consumidos.
En botella ofrecen una gradación de colores que van desde el ámbar del n1 al caoba del n3. En nariz se muestran al principio con una fuerte intensidad alcohólica que pronto se esconde detrás de unas notas de madera, de solera jerezana y un fondo de recuerdo de las complejidades del PX: arrope, pasas, ciruelas. En boca es donde más se diferencian cada uno de los tres destilados: el tercero de ellos es el que ofrece más maderas mientras que en el primero aún nos parece degustar, como un eco, las notas dulces de la uva original.
En los tres casos se trata de destilados de gran persistencia, casi eternos. Nos gustaría volver a tenerlos después de unos años en botella, para ver su evolución. Aunque en su elaboración los bodegueros buscan que cada una de las serie de los ‘Cigar Club’ sean adecuadas para unos cigarros (la n1 sería propicia para los más ligeros y la n3 para los de mayor fortaleza) en realidad cada uno de ellos puede tomarse con cualquier cigarro, en una sobremesa. Son, desde luego, lo mejor de Jerez para nuestros mejores cigarros.
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