Para mí, esta ciudad tiene un significado que va más allá de la belleza, el romanticismo o la melancolía. Es la ciudad que me da vida, que me hace florecer y que siempre, siempre, me hace feliz. Y aquí estoy hoy, en un día gris pero no lluvioso con esa luz especial que emana de la Torre Eiffel, de la cúpula des Invalides o del puente de Alejandro III. Tengo una cita en Le Toit de la Tour, una terraza en lo alto de la Tour D´Argent, un famoso restaurante parisino repleto de historia y anécdotas.
No tengo una cita a ciegas, pero sí una cita interesante que me va a poner al día de la actividad cultural parisina y de las distintas exposiciones que ya están en mi agenda.
No hay nada que me divierta más que cenar con una copa de champagne o un buen vino con una tabla de queso o “une termine de foie” en buena compañía.
Subo en el ascensor y cuando se abren las puertas me quedo sin respiración. París a mis pies me emociona. Sus tejados, sus monumentos, el Sena y, sobre todo, esa vista desde hace más de cuatro siglos, a la catedral de Notre Dame.
La de Tour D´Argent (15, Quai de la Tournelle) es una terraza perfectamente diseñada por el arquitecto Franklin Azzi. Revestida de plantas combinadas con zinc y unas mesas y suelo de Piedra de Vals.
Hace una temperatura estupenda. Nos sentamos y un camarero perfectamente uniformado nos explica la carta con un delicadeza y un saber hacer fuera de lo común. Desgraciadamente ya no estamos acostumbrados a estos detalles y los valoro enormemente.
Tenemos para elegir Les Champagnes: Les Roederer, la Collection Tour D´argent, Vins Blancs, Vins rouges, vin rosés, cócteles, licores y agua ardientes, así como zumos y limonada. Por supuesto también podemos tomar el champán y el vino por copas.
Como aperitivo tenemos para elegir les Sommets du toit: Queso de sus granjas de Île de France con pan hecho en su propio horno; para untar, las recetas especiales de la Tour D´Argent, Taralucci y Pane Carase y por último la Tarrina receta de Tour D´Argent con pan hecho en casa.
Sin duda, nuestra elección es el queso y la tarrina; todo acompañado con champagne Louis Roederer Cristal 2015. Respiro intensamente dando gracias por esta maravilla de paisaje que se equipara al buen ambiente que tiene la terraza. Gente guapa y elegante que termina de redondear la situación.
Curiosamente esta terraza tiene una mesa especial un poco más arriba. Es una íntima prolongación del restaurante donde se puede degustar la cocina del chef Yannick Franques. Sin duda, una experiencia para una ocasión muy especial.
Disfruto de este momento comentando la visita a la exposición de Rothko en el Museo Louis Vuitton, una auténtica explosión de sensaciones y sentimientos.
Paris, je t´aime.
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