El arte es ese hilo invisible que une a las personas. A todas, independientemente de su condición física o mental, de su apariencia estética, de su orientación sexual, de la fe que profesen (o la ausencia de ella), por supuesto, de su estatus económico. Tanto, que incluso la orientación ideológica pasa a segundo o tercer plano cuando las personas contemplan alguna obra. Tal es su poder, el del arte, que nadie escapa a su dominio hipnótico.
¿Exagero? Igual un poco, pero no demasiado. Prueba de ello es que desde el inicio de la humanidad los artistas siempre han estado creando obras singulares. Tantas, que los museos del mundo no dan abasto. En Rotterdam, uno de los museos europeos más importantes, el Museo Boijmans Van Beuningen, tuvo que construir un nuevo depósito (con forma de maceta) para las obras de arte sin exponer, y se le ocurrió una brillante idea: Hacer el depósito de arte visitable.
Y un depósito de arte visitable no podía ser cualquier almacén, debía tener un sinfín de consideraciones. Así que los promotores apostaron por la creatividad de los arquitectos de MVRDV (a los que ya conocemos) y pusieron en sus manos. Nada más y nada menos que 94 millones de euros para la construcción del primer depósito de arte abierto al público. El edificio fue inaugurado el 5 de noviembre de 2021 por el Rey Willem-Alexander y es, sin duda, una obra de arte en sí mismo.
Los 15.000 metros cuadrados que posee el edificio se distribuyen en salas de exhibición, oficinas, tiendas retail, un jardín en la cubierta, un bar-restaurante y, obviamente, una cantidad ingente de espacio de almacenamiento para arte y diseño. Tanto, que albergan hasta 151.000 objetos en su interior de los que, según el museo, unos 88.000 son grabados y dibujos.
Su envolvente casi esférica, cuya definición más exacta sería depósito ovoide, lo convierte en una especie de maceta o recipiente casi inmaterial debido a una superficie totalmente recubierta de espejos. Unos espejos que esconden un cuerpo rígido, de hormigón armado, lo suficientemente robusto para garantizar el cuidado de su valioso contenido, al mismo tiempo que sirve como regulador de la temperatura.
La altura del edificio es de 39,5 metros, con un diámetro inferior de 40 metros y superior de 60. La piel exterior, posee una superficie de 6.609 metros cuadrados, cubierta por 1.664 espejos, lo que dificulta el cálculo espacial mental, pero, aún mejor, al estar rodeado de árboles este espacio simula ser aún más abierto y mayor de lo que realmente es, además, muchos paneles fueron “adoptados” por ciudadanos, donando 1.000 euros por cada uno.
Escaleras con barandillas de cristal conducen a los visitantes a las salas de exhibición, permitiendo descubrir hasta trece vitrinas transparentes que dejan ver algunos objetos de arte. Las escaleras conducen también a la magnífica cubierta, en la que podremos descubrir vistas inéditas de la ciudad y otro jardín bastante generoso, así como un restaurante… ¿Qué mejor sitio para tomar algo mientras reflexionas sobre lo visitado?
Los promotores dicen que toda la colección puede ser descubierta o visitada, lo que implica que para ver algunas cosas habrá que avisar con antelación. El control climático es muy importante en este lugar, habiendo diseñado para su mejor conservación hasta cinco zonas climáticas distintas según la materia prima de las obras: metal, plástico, orgánico/inorgánico, blanco y negro y fotografía en color.
Por supuesto, una de las piezas claves del diseño es la sostenibilidad, o la mejora de la eficiencia, en este edificio se usa energía geotérmica, suministro eléctrico de placas solares, luminarias Led´s (siempre led´s), y un aislamiento de alto rendimiento capaz de proteger eficazmente al edificio de las variaciones térmicas exteriores, y reduciendo por ello la demanda energética.
Pero hay más. El agua de lluvia recolectada se deposita en el sótano y se utiliza para las instalaciones sanitarias y para el riego de árboles y flora. Completando el círculo, en la decoración del edificio intervinieron varios artistas contemporáneos como John Körmeling y Marieke van Diemen. Estos contribuyeron en el diseño de la entrada y el atrio, Concrete que diseñaron el restaurante en cubierta y Pipilotti Rist que contribuyó con una obra en el parque.
Para finalizar, siempre hay que agradecer la labor a distintas empresas colaboradoras. Es el caso de la contrata BAM Bouw en Techniek; los ingenieros que desarrollaron la estructura del edificio, singular como ella sola, que se llaman IMd Raadgevend Ingenieurs; los especialistas en instalaciones, responsables, por ejemplo, de la eficiencia energética, cuya empresa responde al nombre de RHDHV; y para finalizar, pero no menos importante, el equipo de diseño paisajístico, representado en la empresa de MTD Landschap architecten.
Sin duda, en Rotterdam saben muy bien lo que es hacer un buen espacio cultural, capaz de atraer a generaciones de artistas, de toda índole, género, raza, religión e ideología. Ojalá este esfuerzo unificador no os deje ver lo realmente importante: un maravilloso edificio casi inmaterial, ¡¡con forma de maceta!! 😉
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