La Casa Olímpica que deberían conocer todos los amantes del deporte
Una sede olímpica debe servir a un propósito muy concreto: albergar al personal y los recursos necesarios para conducir al deporte a su máximo apogeo, así que debe ser un edificio muy especial.
Siempre que descubrimos una sede, su edificio lleva impresos los valores que emanan de las intenciones más nobles de sus promotores. En el caso de un edificio con fines deportivos no es difícil que los valores sean nobles y altos, así como las posibilidades de que dicha edificación sea una joya arquitectónica. Si hablamos de la autoridad deportiva más importante del mundo, el COI (Comité Olímpico Internacional), está claro que su sede tiene que trasladarnos a sus intenciones más humanistas.
Os proponemos un viaje para descubrir su moderno edificio, en la localidad suiza de Lausana. Allí inauguraron su sede el pasado 2019, con toda la pompa y boato que se merecía, y no, no fuimos invitados… (ellos se lo perdieron).
La sede del COI en Suiza
Todo nace siempre de la necesidad, porque el COI necesitaba una sede, un lugar físico donde albergar a sus más de 500 empleados, esparcidos por la geografía europea. Para el diseño y creación del inmueble contaron con el estudio de arquitectura 3XN, que junto al estudio local IttenBrechbühl, crearon la Casa Olímpica y Paraolímpica que ven tus ojos, y que, tal vez, sería bueno que visitaras algún día.
Muy listos, los arquitectos, le hicieron un guiño enfático al COI, diseñando una sede según sus valores fundamentales. Es decir: movimiento, transparencia, flexibilidad, sostenibilidad y colaboración. “Mano de santo”, que se diría en nuestro país, el diseño encantó a propios y extraños. De hecho ha recibido algunos premios que refuerzan esto como el Architizer A +, el Blueprint Award 2019, el primer premio del Real Estate Review Award 2019 y el US Green Leadership Award 2020.
El edificio posee unas dimensiones brutales (22.000 metros cuadrados construidos), que se ven engrandecidas por su cercanía a un bellísimo castillo, el Château de Vidy, del siglo XVIII, a la orilla del lago de Ginebra. La irregular fachada contrasta fuertemente con el sereno castillo, fiel testigo del paso del tiempo, deseoso de dar relevo. Pero los edificios modernos no pueden competir (ni deben querer hacerlo) con la durabilidad de sus antepasados.
Un edificio que refleja el dinamismo de los atletas
El edificio cuenta con cinco plantas de altura y un irregular contorno que, según sus gestores, representa el dinamismo del atleta olímpico de alto nivel. Aunque en realidad, su secreto más robusto y escultórico se encuentra en su interior. Pero volvamos al exterior, a una fachada de cristal y metal que fue creada mediante programas informáticos de gestión paramétrica, procesos digitales capaces de seccionar e identificar piezas complejas para su fácil construcción e instalación.
Así, la fluidez de las fachadas evita la repetición de las mismas y desde cada ángulo es imposible repetir un patrón. Es, en otras palabras, una fachada muy entretenida de mirar. Máxime cuando los grandes ventanales permiten al espectador vislumbrar el interior. Dicen sobre esto que es una metáfora transparente sobre la organización del COI… pero como a nosotros no nos interesa mucho, nos quedamos con su espectacularidad.
Un interior con secreto olímpico
Además, es obvio que la cristalera también permite la visión desde dentro, permitiendo que los empleados tengan unas magníficas vistas verdes. Aunque si trabajara allí, probablemente pasaría más tiempo admirando el secreto olímpico interior. Hablamos de una magnífica y escultural escalera de roble diseñada en forma de anillos. Son cinco, como las plantas del edificio y como los anillos de la bandera olímpica (casualidad cero), una escalera que quita el hipo al más ingenuo.
Este elemento de transmisión vertical, se ubica de tal forma que se rodea de salas de reuniones y de exposición, con una cafetería a sus pies (lo tiene todo para ser el elemento más visto del edificio). En el resto del edificio, se han seguido sinergias de comunicación, colaboración y movimiento, muy útiles para el funcionamiento e interacción de los empleados. Algo que se consigue evitando interrupciones estructurales, es decir, con pórticos más amplios.
El edificio del COI es también sostenible
Por supuesto, una sede olímpica tiene que ser campeona en la gestión medioambiental (que menos) para ello se implantaron medidas de ahorro energético como la ejecución de una fachada con muro cortina, con una carpintería de triple acristalamiento al interior y una cámara que evita la incidencia solar directa. Otras propuestas llevadas a cabo fueron la recogida del agua de lluvia para usos diversos y la instalación de paneles solares (1.000 metros cuadrados de ellos).
Pero, si hay algo digno de reconocimiento (aparte, obviamente, de la escalera) es el esfuerzo que se realizó para la reutilización de materiales de construcción reciclados, que, según las fuentes consultadas (el estudio de arquitectura, claro) se alcanzó el 90 por ciento de los materiales de los edificios que estaban en ese lugar (y no, no eran castillos, por si te lo preguntas. Aplaudir este edificio no es sólo para amantes de la arquitectura, también lo es para amantes del deporte, y viceversa.