Los edificios no eligen, es una máxima en arquitectura. En algún momento se quedan obsoletos y les llega la hora de pasar a otra vida o de darles una segunda oportunidad. Y las grandes empresas también son conscientes de ello. O al menos sus arquitectos lo son. Recientemente la multinacional Google ha abierto una nueva sede en Nueva York, esta vez construida encima de una terminal de trenes que funcionaba en los años 30. Su promotor, Oxford Properties, fue quien puso en marcha la renovación. El edificio tiene 12 plantas que alcanzan los 70 metros de altura y más de 120.000 metros cuadrados de superficie.
Para un proyecto de envergadura como éste hizo falta puro músculo arquitectónico. Concretamente el provisto por las empresas CookFox Architects y Gensler (¿os suenan, no?), que unieron sus fuerzas para el objetivo final. La terminal de St John’s creció nueve plantas más de su altura original, creando un profundo cambio no solo en su estructura y funcionalidad, también en su estética y amplitud.
Uno de los aciertos de CookFox, fue exponer parte de la antigua estructura del edificio. Al cortar la terminal al sur de Houston Street, se creó un vínculo patente entre el pasado y el futuro del inmueble. Las nueve plantas no solo amplían la superficie del edificio, generan unas vistas de río Hudson para todos los usuarios de la construcción, al mismo tiempo que habilitan espacios públicos para el resto de ciudadanos.
La fachada de esta nueva sede de Google en Nueva York posee ahora un voladizo lineal que permite un espacio abierto creado sobre las vías originales de la estación que se vieron expuestas y cubiertas con plantas de distinta índole. La otra “pierna” del equipo, la empresa Gensler, se centró en el diseño interior. Para ello crearon distintos escenarios parecidos a barrios, según el posible funcionamiento de las distintas zonas del inmueble.
De esta forma, se generan espacios comunes y privados en los que los empleados de Google (qué suerte tienen algunos) podrán trabajar de forma didáctica, divertida y funcional. Aunque los promotores también esperan que lo hagan de forma rápida y productiva (of course). La idea es que la vida en el edificio se haga en la forma en la que se hace en los barrios, en la que todos los residentes se apoyan y gestionan una parte de ellos.
Para las 3.000 personas de la plantilla de Google, el diseño ha generado hasta 60 distintos barrios, o escenarios para que actúen como se espera (o no) de ellas. En zonas determinadas se han provisto espacios de unión, en los que grupos de hasta 50 operarios podrán interactuar de forma distendida. Y, cómo no, para que todo funcione correctamente, la construcción cuenta con cafeterías, terrazas, espacios verdes y para eventos.
Como unión de estos espacios, una escultural escalera de une las doce plantas, escalera metálica de dos zancas que condiciona el entorno de forma generosa y aireada, permitiendo la comunicación visual y sensorial. “Este espacio diseñado por Gensler invita a los equipos a iterar y cambiar los modos de trabajo de forma modular. Permite a los empleados de Google vivir auténticamente durante todo el día” dicen los arquitectos.
Por supuesto, un gigante internacional no podría permitirse abrir una sede en un espacio que no fuera sostenible. Así que las distintas estrategias verdes de los profesionales han conseguido que el complejo alcance la certificación LEED v4 Platinum para las zonas exteriores y, pronto, lo conseguirán para las interiores. La idea es que se ahorren unas 78.400 toneladas de dióxido de carbono.
Por supuesto, parte de este éxito se basa en el uso de energía renovable proveniente de paneles solares, de la reutilización del agua de lluvia y del uso de madera reciclada (parte recuperada después del huracán Sandy). Pero la empresa no se va a quedar aquí, la idea es ejecutar dos edificios más hasta alcanzar espacios para unos 14.000 empleados. ¡Aún estamos a tiempo de trabajar allí! 😉
Punto y a parte merece el ambiente verde de las distintas zonas del complejo, generadas por el estudio paisajístico Future Green Studio. Ellos pusieron todo su afán en este proyecto. Por sus manos han pasado 10.000 metros cuadrados de espacios abiertos compuestos de una plaza pública en la entrada, un nuevo cruce de peatones que conecta espacios verdes, terrazas en el segundo piso y unas jardineras que alcanzan hasta siete plantas (ains).
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