El pueblo horizontal construido por Hermès para sus artesanos

Hermès apuesta por las fábricas que se integran en la naturaleza, son sostenibles y se convierten en un segundo hogar para sus operarios.

(Foto: Gautier Deblonde)

De la historia aprendemos que la marroquinería es uno de los oficios más longevos que hay y que los trabajos que genera no siempre son visibles para el mundo exterior. Y es que muchas personas trabajan en la sombra para que podamos lucir con la mejor disposición los elementos de cuero más modernos. Por supuesto, la marca Hermès tiene algo que decir al respecto.

En abril del presente año (2023 para quien lea esto a destiempo), la empresa inauguró su última fábrica en la localidad de Ardenas, en Francia. Una construcción con la que seguir aportando al mundo sus creaciones y que además se alinea con los objetivos de desarrollo sostenible de la época en la que vivimos, dando un paso hacia adelante frente al río Mosa.

Pueblo Hermès (Foto: Gautier Deblonde)
(Foto: Gautier Deblonde)

Este pueblo de Hermès se integra en su entorno

Apoyados por el estudio de arquitectura Coldefy, quienes se encargaron del desarrollo arquitectónico, han construido una fábrica con un diseño que se integra en el entorno verde circundante. Cuenta con actuaciones para generar el menor consumo energético posible mediante diseños pasivos, y con bajas emisiones de carbono. Tal es así que su eficiencia se ha reconocido mediante la certificación francesa E4C2.

Según el estudio de arquitectura “el tiempo parece haberse detenido como en un cuadro de Renoir”. Y en efecto, mirando la mágica puesta en escena de la rítmica edificación, no parece una construcción que albergue la más moderna fábrica artesanal. Más bien parecen granjas de eras pasadas en las que, parsimoniosamente, los operarios destinaban su tiempo a realizar tareas con materias primas del lugar.

Pueblo Hermès (Foto: Gautier Deblonde)
(Foto: Gautier Deblonde)

Una creación sostenible

Esta reinvención del espacio de trabajo empieza con un acompasado patrón de tejados a dos aguas. En ellos, un alero sobresale al otro permitiendo un diseño único en cuanto a la silueta, proporcionando al mismo tiempo mayor espacio para colocar placas solares fotovoltaicas en esa dirección. Mientras, las claraboyas o ventanas en cubierta se ubican en el otro alero, protegidas por el saliente de su hermano contiguo, de la luz solar del sur.

Esta arquitectura atemporal se refuerza por el uso de estructuras de madera que se dejan vistas en cualquier lugar de la fábrica, elevando la sensación de claridad estructural, así como reforzando al interior los vínculos con el exterior, algo parecido a la biofilia. En total, 260 artesanos trabajaran en los 5.700 metros cuadrados bajo techo, en un terreno que alcanza las 8 hectáreas, en fin, espacio les sobra, todo hay que decirlo.

Pueblo Hermès (Foto: Gautier Deblonde)
(Foto: Gautier Deblonde)

Los espacios fomentan el diálogo de manera natural

Le han puesto nombre al edificio: La “Maroquinerie de la Sormonne, y según los técnicos funciona como un pequeño pueblo horizontal, concebido más como un hogar que como un espacio de trabajo para los artesanos. Una de las obsesiones del estudio de arquitectura fue que los espacios fomentaran el diálogo de forma natural, cosa que rompe diagonalmente con el patrón clásico de trabajo.

El interior se ha segmentado en cuatro talleres de corte, pero la naturaleza de las particiones permitirá que estos espacios puedan ser fácilmente modificables según las necesidades de la fábrica, esto gracias al diseño en cuadrícula, con cerchas intermedias que permiten luces de mayor longitud, además, obviamente, de ubicar en los extremos del edificio las zonas de oficinas, zonas de higiene y de personal, almacenes, etc.

(Foto: Gautier Deblonde)
(Foto: Gautier Deblonde)

Un peculiar pueblo donde trabajan artesanos de Hermès

Por fuera, los acabados son de cristal, para permitir una interacción perpetua con el verde exterior, madera quemada, según una tradicional técnica japonesa llamada shou sugi ban, que permite el aumento de la durabilidad de la madera, al mismo tiempo que le confiere una estética muy particular y el siempre práctico acero, que protege fielmente, es ligero y fácil de colocar.

El edificio posee un sótano ejecutado con estructura de hormigón armado, esto permite la inclusión de aparcamientos subterráneos y de almacenes, además de maquinaria propia de la fábrica. En este sótano, se coloca parte de la instalación geotérmica de calefacción, que, junto a los paneles solares, provee un consumo (casi) nulo de energía. Además, se recupera el agua de lluvia y se trata el agua usada mediante fitopurificación.

(Foto: Gautier Deblonde)
(Foto: Gautier Deblonde)

Genera más energía de la que consume

Por supuesto, estos elementos ayudan a conseguir la etiqueta francesa E4C2, que indican que la E de energía alcanza el grado de aprovechamiento máximo (el 4), es decir, que genera más energía que la que consume, y la C de carbono, cuyo número acompañante (el 2) indica que se reduce la huella de carbono de la fábrica.

Otras empresas que participaron en los trabajos fueron los especialistas en medio ambiente Zefco, los expertos en estructuras verdes VP Green, la empresa paisajista Vogt, una empresa profesional de las instalaciones térmicas llamada Espace-temps, o la empresa Lamoureux, quien se encarga de impedir la elevada transmisión de los sonidos. Una obra es, siempre, una fusión de sinergias en forma de personas en torno a una idea final, propuesta por un promotor, en este caso Hermès, e ideada por un diseñador, en este caso Coldefy.

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