La Navidad sabe muy especial en las casas en las que se vive con niños. La ilusión de los más pequeños en estas fechas compensa, con creces, los esfuerzos que muchos padres hacen precisamente para que sus hijos puedan disfrutar al máximo de la festividad más deseada de toda nuestra infancia. Juguetes, juguetes y más juguetes. La publicidad y la exaltación del consumo propias del mes de diciembre, no ayudan en absoluto a contener las desmedidas expectativas que se depositan sobre Papá Noel y los Reyes Magos.
El 25 de diciembre y el 6 de enero las calles se llenarán nuevamente de cartones y restos de envoltorios desgarrados con saña. Con el inicio de la recuperación económica se prevé que los españoles aumentemos nuestro gasto en un 18% estas navidades (según datos de la plataforma de ventas privadas online vente-privée.com) Es decir, más comida sobre la mesa pero también más y más regalos.
Nos gusta regalar. Como señal de agradecimiento, como recompensa después de un duro año de esfuerzo o como muestra de afecto, el regalo simboliza nuestro vínculo con el otro y tiene la función de expresar tanto nuestro compromiso como nuestra intención de mantener y profundizar incluso en nuestras relaciones sociales y afectivas. A través del regalo agasajamos a los demás, les entregamos una pequeña alegoría de lo que para nosotros significan, y con ello nos sentimos satisfechos. De ahí que muchas veces se diga que nos gusta más regalar que recibir un regalo.
Sin embargo, con los niños y los regalos se hace necesario tener un especial cuidado. Desde una personalidad aún en formación, el regalo es para ellos un potentísimo reforzador material. Para ellos, el sentido del regalo es más auténtico y menos metafórico. A todo padre le nace el deseo de colmar todas las necesidades de sus hijos, ya sean reales o imaginarias, y a todo padre le motiva la cara de sorpresa, alegría y satisfacción de sus niños ante la llegada de Santa Claus o de Sus Majestades los Reyes de Oriente.
Sin embargo, en esto de los regalos navideños, el más puede acabar siendo menos. En la ostentación y en el exceso, el regalo pierde valor, genera habituación, abandona su componente de sorpresa y se aleja de su intención primigenia de ser el vehículo de nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro afecto. ¿Cómo dosificar, entonces, los regalos de Navidad para que sigan siendo fieles a su esencia? No hay un único criterio, pero sí que podemos tirar tanto de sentido común como de varias teorías (por ejemplo, la Regla de los Cuatro regalos) que, desde el mundo de la Educación, parecen irrefutables.
Estos serían los criterios a seguir para que los niños puedan disfrutar de regalos que, además de ser educativos, les vayan acompañando a lo largo de todo su proceso de madurez personal. Además, si no seleccionas más de cuatro les estarás haciendo el número idóneo de regalos, ni uno más ni un menos de los que van a poder a poder aprovechar al máximo.
Y tú, ¿qué vas a regalar a tus hijos en Navidad? Cualquier estrategia es buena frente a la avalancha de juguetes que, con las limitaciones de las vacaciones y las imposiciones de las obligaciones escolares, no existe forma humana de valorar o de disfrutar con detenimiento.
El turismo de bienestar está ganando adeptos al mismo tiempo que está viviendo una revolución,… Read More
Una joya del Titanic ha batido récords en una subasta. Se trata de un reloj… Read More
Desde la reina Letizia a la cantante Rosalía pasando por la actriz Penélope Cruz o la… Read More
Eva Longoria es una declarada enamorada de nuestro país, especialmente de Marbella. Es habitual verla… Read More
La infanta Sofía cumple hoy 17 años. La hija pequeña de Felipe VI y la… Read More
Este sitio utiliza cookies para prestar sus servicios y analizar su tráfico. Las cookies utilizadas para el funcionamiento esencial de este sitio ya se han establecido.