7 motivos sorprendentes para descubrir León

Hay muchísimas razones para conocer la ciudad de León, aquí hablamos solo de siete de las más especiales e históricamente interesantes...

Carla Royo-Villanova. 26/12/2024
Foto: Carla Royo-Villanova

El Patronato de Turismo de León fue un excelente cicerone para descubrir los secretos y sorprendentes motivos para conocer esta histórica y monumental capital del influyente reino de León.

Sus orígenes se remontan al año 68 con el establecimiento de la Legio VII Gemina. Sin embargo, parece que los asentamientos militares comenzaron en tiempos de Octavio Augusto. Con más de 2.000 años de historia, León ha acumulado una grandeza que trasciende el tiempo y la materia.

Cuna del parlamentarismo moderno

León es reconocido, mal que pese a los británicos, como la Cuna del Parlamentarismo. En 1188, el rey Alfonso IX proclamó “La Magna Carta” de León, con la participación de burgueses, celebrándose así las primeras Cortes de la historia de Europa. Un hecho reconocido por la UNESCO que marcó un hito histórico que destaca a León por su aportación al desarrollo de la democracia moderna.

La Catedral sin paredes

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Catedral de León de día. Foto: Carla Royo-Villanova

Desde los soportales de la Plaza de Regla, la Catedral de León se alza altiva, perseverante y hermosa. Su historia está envuelta en leyendas, como la que refleja la lucha constante contra los problemas estructurales que, desde el comienzo, amenazaron la catedral, de la que se llegó a decir que no tenía paredes.

Sus cimientos, debilitados por hipocaustos romanos, humedades y materiales de mala calidad, han causado colapsos y reconstrucciones desde el siglo XIV. Los desastres se achacaban al “topo maligno”, cuyo pellejo cuelga ahora de la puerta de San Juan a modo de victoria. Y la catedral más afrancesada de España desafía leyendas y verdades, además de ser otro de los motivos principales para descubrir esta maravillosa ciudad de León.

El edificio se levantó gracias a la donación de Ordoño II, rey de Galicia y León, quien tras vencer a los musulmanes en la Batalla de San Esteban de Gormaz, donó su palacio para construirla. En 999 fue en ella coronado el rey de León Alfonso V y en 1205, motivados por los peregrinos del Camino de Santiago, se decidió tirar la catedral románica para levantar una más grande en pleno gótico. Se terminó con la última torre flamígera a mediados del siglo XV. Su esplendorosa portada gótica es la única calada (con soportales) de España.

La superficie de vidrieras más grande de España

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Vidrieras de la catedral de León. Foto: Carla Royo-Villanova

Este impresionante templo gótico cuenta con una colección única de 737 vidrieras que cubren una superficie total de 1.800 m². En su interior, uno empieza a entender por qué León es la provincia mágica.

Las espectaculares vidrieras que rodean las naves catedralicias se instalaron para crear una atmósfera que trasciende lo terrenal y se vuelve celestial. Un teatro de luz donde la maestría técnica y el simbolismo religioso se hacen uno. Un vibrante juego de luces cambiantes, un santuario lumínico único en el mundo, no en vano son consideradas las vidrieras más importantes y mejor conservadas del gótico.

La sillería del coro, en madera de nogal del Bierzo, es una de las más antiguas de España. La perfección de sus minuciosos detalles, marcados por la influencia de flamencos y alemanes, llegó a tal punto que tardaron casi 15 años en terminarla. En la catedral se encuentran los restos de San Froilán y se celebra la ofrenda a la Virgen de la Asunción. Es durante la celebración de las Cantaderas de León, fiesta que conmemora el fin del tributo de las cien doncellas que los leoneses debían entregar al harén del califato.

El Santo Grial

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Colegiata de San Isidoro. Foto: Carla Royo-Villanova

Otro de los motivos para descubrir León es también una obra maestra de la capital leonesa. Se trata de la Colegiata de San Isidoro, que custodia el gran tesoro de León gracias a los reyes Fernando I el Magno, doña Sancha y su hija doña Urraca. Bella por fuera y magnífica por dentro. El tímpano de la puerta del Perdón, en perfecto estado de conservación, no se ha restaurado nunca desde que fue tallado en el año 1063.

Si este hecho ya es sorprendente, en su interior se custodia el Cáliz de doña Urraca, del siglo I. Se trata del cáliz que más probabilidades tiene de ser el Santo Grial. Es de calcedonia negra; los primeros peregrinos del Santo Sepulcro ya lo habían descrito como un cáliz de ónix negro. Además, los judíos no debían beber de superficies porosas como la madera. Varios pergaminos egipcios han demostrado que el califa de Egipto pidió ayuda al islam para socorrer a su pueblo, que atravesaba una hambruna. Solo el Emir de Denia le envió lo que pedía a cambio del Santo Grial, que quería como regalo para el rey de León, Fernando I.

Era una manera de ganar sus favores y tenerlo como amigo. Era el año 1055 y, durante el largo viaje, un trozo del cuenco fue cortado a modo de reliquia. Cien años después, Saladino lo pidió para curar a su hija. Efectivamente, al Cáliz de doña Urraca le falta una esquirla. Dicen que ella la decoró con sus joyas para que ningún sacerdote pudiera tocar con sus labios el Cáliz de Jesús, y quizá también para camuflarlo.

También veremos el relicario de San Juan Bautista, que estaba completamente cubierto de oro, pero los franceses lo robaron. Aun así, las tallas de marfil son un prodigio. También se custodia la arqueta en la que llegaron desde Sevilla los restos de San Isidoro, y otra de las piezas únicas es el Idolillo escandinavo, pues se trata del único objeto de arte vikingo (siglo X) que tenemos en España.

Así como el Ara de plata de doña Sancha, con reliquias del siglo XI. Además, la biblioteca de San Isidoro, con 31.000 ejemplares de libros antiguos, es la tercera más importante de España, después de la Nacional y de El Escorial. En el Panteón Real, la Capilla Sixtina del Románico, hay 11 reyes y 12 reinas enterrados. Hubo muchos más, pero los franceses, para ofender a los leoneses, utilizaron el panteón como cuadra para sus caballos y en los sarcófagos les dieron de beber. Mezclaron los restos y robaron todo el oro.

De centurión romano a patrón de León

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Palacio de los Guzmanes (de frente) y Casa Botines (izda). Foto: Carla Royo-Villanova

En la capilla del Cristo de la Victoria se venera la santidad del centurión Marcelo, martirizado por los romanos por convertirse al cristianismo. San Marcelo es símbolo de la identidad leonesa y Patrón de la ciudad, junto a San Froilán. Según la tradición, la capilla se levantó sobre lo que fue su casa.

Alberga un Cristo crucificado, que se considera un símbolo de la fe y la victoria cristiana sobre el paganismo. San Marcelo da también nombre a una plaza cercana. En ella, tres siglos separan dos edificios emblemáticos de la ciudad: el Palacio de los Guzmanes, de 1550, y la disruptiva Casa Botines.

La cápsula del tiempo de Gaudí

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Fachada modernista de Gaudí de Casa Botines. Foto: Carla Royo-Villanova

La Casa Botines es el primer edificio del genio fuera de Cataluña y otro de los motivos para descubrir León. Aunque en un primer momento no gustó nada a los leoneses, refleja cómo adaptó su estilo a un entorno diferente, demostrando su versatilidad y creatividad en una etapa aún temprana de su carrera, en el año 1891.

A mediados del siglo pasado, es la restauración de la escultura de “San Jorge y el dragón” en la puerta principal, se encontró en el interior del dragón una cápsula del tiempo: el calendario de obra y los planos del edificio firmados por Gaudí. Dicen las habladurías populares que fueron sustituidos por otro pergamino que, quizá dentro de unos siglos, ayudará a que nuestros descendientes nos entiendan.

La celda de Quevedo, otro de los motivos para descubrir León

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Hostal San Marcos, actual Parador de Turismo de León. Foto: Carla Royo-Villanova

Seguimos viajando en el tiempo hasta el siglo XII, cuando la infanta doña Sancha donó dinero para crear una hospedería que acogiera peregrinos. Siglos después, Fernando el Católico hizo lo mismo para levantar en el Hostal de San Marcos, un monumental monasterio plateresco, joya de nuestro Renacimiento.

Ya en tiempos de Carlos I, se construyó adosada al monasterio la Iglesia de San Marcos, que acoge desde 1869 el Museo de León. Sería en nuestro Siglo de Oro cuando no era oro todo lo que relucía, cuando Quevedo, años después de escribir El Chitón de las Tarabillas, fue encarcelado en una celda del monasterio. Su pluma avispada y satírica ironizaba sin piedad sobre el rey y su famoso valido, el conde-duque de Olivares.

“El horror de mis trabajos ha espantado a todos”, escribió en su cautiverio. Desamortizado por Mendizábal, estuvo abandonado hasta 1965, cuando, impulsado por el ministro de Turismo Fraga Iribarne, se convirtió en Parador Nacional. A su inauguración, además de Fraga, acudió Francisco Franco. Su transformación respetó la arquitectura original y los elementos decorativos, convirtiéndolo en un museo viviente donde conviven historia y modernidad, como en toda la bellísima ciudad de León.

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