Sabemos que la pareja más satisfecha y plena no es la que no discute o la que no tiene conflictos, sino la que es más creativa y resoluta en la gestión de sus desavenencias. Como tampoco es más longeva o grata la pareja que más tiempo pasa junta sino la que pasa un tiempo de más calidad y en la que los dos son capaces de reforzarse y agradarse mutuamente de manera creativa y variada.
Todo lo que nos empuja a estar en pareja y crecer dentro de la pareja puede resumirse como “un intercambio de reforzadores que cuanto más rico y más frecuente es, más nos satisface”. ¿Acaso no intercambiamos con la pareja un sinfín de estímulos? Pues cuántas más emociones positivas nos generen esos intercambios, más probable será que nuestra pareja se consolide como una sólida y estable fuente de gratificación.
Cuando en terapia de pareja avanzamos a lo largo de las primeras sesiones y vamos abordando y resolviendo las primeras cuestiones que han traído a la pareja hasta la consulta, rápidamente se nos hace necesario encontrar o reconstruir esas fuentes de gratificaciones e intercambios positivos que son los que nos garantizarán que la pareja desee seguir unida y, lo que es más importante, que disfrute con ello como con nada más en el mundo.
Después de que la vida en pareja ya haya sufrido un deterioro progresivo no suele ser tarea fácil encontrar o reconstruir una forma de cuidarse y de premiarse mutuamente. Porque se nos ha olvidado disfrutar con el otro, porque nos hemos acomodado rápidamente en lo más obvio o en lo más accesible, porque se nos han acabado las ideas y porque la monotonía ha matado el deseo y ha destruido esa creatividad de la que tanto hablamos. Encontrar esas fuentes de disfrute es ciertamente un trabajo costoso pero te garantizo que también acaba siendo tremendamente gratificante, y tiene un impacto muy directo en los niveles de satisfacción que cada uno experimenta con respecto a su pareja.
Como es lógico, trabajamos con parejas de todo tipo y también en entornos de todo tipo, así que no vale recurrir a actividades muy costosas para poder disfrutar. En la pareja el lujo no está en el dinero sino en las ganas que se le ponen a vida en común, en la flexibilidad y la buena actitud con que se afrontan los conflictos y en la inventiva con la que uno esté dispuesto a sorprender y a dejarse sorprender.
Pero no es necesario que la pareja haya tenido que sufrir en exceso para replantearse la forma en la que cuidamos del otro o el modo en el que intercambiamos placeres y emociones. Hace unas semanas, coincidiendo con el día de San Valentín, defendíamos aquí que sí era importante celebrar ese tipo de fechas especiales o días temáticos y que, de hecho, es muy posible hacerlo sin sucumbir ante la presión del consumismo.
Tan importante es el titular (¡A favor de la celebración de San Valentín!) como el mensaje que hay de fondo: a favor de todo lo que sea celebrar el amor, cuidar de la pareja y dedicarle a lo importante el tiempo que normalmente le dedicamos a todo lo demás (ese ‘todo lo demás’ que por desgracia hoy en día en nuestras apretadas agendas es todo lo que no merece, en el fondo, tanta de nuestra atención…).
¿Cómo no te vamos a recomendar que cuides a tu pareja? El 14 de febrero, el 21 de marzo o el 3 de septiembre… Todo lo que es atender a aquellos a los que queremos supone invertir en nuestro propio bienestar, en el equilibrio de nuestras emociones y en la coherencia con nuestra identidad. Lo que ocurre es que las obligaciones y las urgencias diarias nos arrollan, hasta el punto de que al final del día solo queremos descansar y que nos dejen en paz. No queremos o no podemos pensar, no nos apetece nada que no sea fácil y rápido… Muchas veces descuidamos nuestra relación de pareja y por el mismo motivo se va deteriorando ante nuestros ojos sin que nos demos siquiera cuenta.
No es la rutina la que mata a la pareja, es una rutina empobrecida en la que decidimos sin ser conscientes de que lo hacemos, en la que implícita y automáticamente optamos por invertir en lo superfluo y desatender lo que de verdad en el largo plazo importa. Por eso queremos darte unas cuantas ideas rápidas y sencillas para pasarlo bien en pareja, para introducir ese poquito de magia, de inventiva o de sorpresa en el día a día. Te lo ponemos fácil para que el cansancio no sea una excusa a la que recurrir y para que no tengas siquiera que pensar. ¿Qué te parece? ¡Ah! Y nos comprometemos, además, a que te cueste muy poquito…
Por ejemplo, disfrutando de la sexualidad potenciando los 5 sentidos. La idea no es mía, se la he robado al apasionado equipo del Restaurante Kalma, en el Hotel Auditorium, que precisamente con motivo de la celebración del día de San Valentín ha organizado ya en varias ocasiones una cena en la que la comida se toca, se huele o incluso se escucha antes de poder verla y saborearla. ¡Y la idea me pareció sencillamente genial! Y directamente aplicable a todo lo que íntimamente podemos compartir en pareja… Siempre pensamos en regalos o bienes materiales cuando hablamos de sorprender, y se nos olvida lo más básico, eso que solo compartimos y disfrutamos en pareja… El sexo.
¿Por qué no empezar a innovar por ahí? ¿Por qué no cuidar lo más íntimo? Y, apartar de ahí, ¿por qué ceñirse a las formas tradicionales de estimularse y darse placer cuando podemos introducir un giro creativo también en la cama? Esta idea surge de una canción que evocaba un plato de la cena o de una venda en los ojos que permite descubrir un sabor sin el poder de la vista.
Trasladando la idea a vuestro dormitorio… Una canción evoca un recuerdo y predispone a cierto estado emocional como unos ojos vendados te permiten entregar tu cuerpo y disfrutar sin límites y con extraordinaria excitación. También una cena con sabores afrodisiacos puede ser el perfecto preámbulo para una noche erótica, o la evocación de sensaciones a través del tacto, del aliento en la piel o incluso del olfato pueden llevarte al clímax sensorial con intensidades aún no exploradas.
Ya sean actividades que tengáis pendientes o experiencias que habéis deseado en silencio pero que habíais descartado a golpe de aplazamiento. Cread vuestro particular bote de los deseos, meted un papelito en él con la descripción de eso que tantas ganas tenéis de hacer y que sea el azar el que cada semana se encargue de que tu pareja pueda hacer realidad tus sueños.
Porque la rutina ordena nuestras vidas y nos da seguridad pero una de sus principales funciones consiste en existir para que podamos saltárnosla. Te llevo el desayuno a la cama, te voy a buscar al trabajo por sorpresa, te espero en la puerta de casa listo para salir a dar un paseo o a cualquier sitio en lugar de repetir protocolariamente la agenda casera de cada tarde… ¡No importa qué cambios pero asegúrate de que cada día cambias una pequeña cosa que te abra la puerta a disfrutar de nuevas experiencias!
Solo por un día, pero llevad el intercambio a rajatabla. Todo aquello que cotidianamente depende de uno pasa a formar parte de la agenda del otro. Solo por un día te liberarás de las obligaciones que hasta ahora y de manera arbitraria habías asumido. Ojo, que no solo cedes lo que más te disgusta hacer, también pasan a ser de dominio de tu pareja todas aquellas cosas que más disfrutes en el día a día. No solo es un ejercicio que os permitirá romper con la pesadez de la rutina y acumular nuevas experiencias, sino que además es un estupendo ejercicio para promover la empatía y la comunicación entre los dos.
¿No decíamos que la pareja se mantiene y tiene sentido precisamente a base de puro intercambio de emociones positivas? Y entonces, ¿por qué solo señalamos lo que disgusta o aquello de lo que nos quejamos y no nos paramos a agradecer aquello que nos gusta? No solo los niños necesitan premios y los premios no solo son materiales. Gusta reforzar y halagar a quien tenemos la lado, pero más reveladora todavía es la sensación de saberse observado y admirado.
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