Todos tenemos muchas cosas que mejorar en nuestra vida, además de ciertos objetivos o ambiciones con los que, sin duda, nos iría mucho mejor. Algunas veces serán apenas problemillas algo molestos, pero otras representarán enormes dificultades que no nos sentimos capaces de afrontar. En el primer caso se trata de vencer miedos e inseguridades menores, mientras que en el segundo podría ser algún tipo de fobia, obsesión o compulsividad incapacitante.
Sea cual sea el caso y si la idea de ir al psicólogo no va contigo, siempre podrás recurrir a ciertas técnicas de autoaplicación. Una de ellas es la autohipnosis. Descubre lo que es y cómo utilizar una herramienta tan poderosa como es tu propia mente bien entrenada. Y lo mejor de todo: podrás aplicar la autohipnosis desde casa.
Quieres hablar con tu jefe y pedir un aumento de sueldo pero no te atreves; estás harto de que tu pareja delegue en ti toda la responsabilidad de la casa y los hijos; necesitas el coche para mejorar en tu trabajo pero te da miedo conducir; sabes que has limitado tu carrera porque no eres capaz de hablar en público…
¿Te suena alguna de ellas? Las situaciones que cambiar o mejorar en nuestra vida son múltiples. A estas se suman esos cambios de actitud tan necesarios para ir obteniendo pequeños resultados que nos lleven después a grandes logros.
A través de su adecuado entrenamiento, la mente nos permite imaginar prácticamente cualquier cosa e influir de esta manera en nuestro estado de ánimo y en el modo de enfrentarnos a las distintas situaciones cotidianas. Cuando estas situaciones generan ansiedad o estrés nos bloquean y limitan.
Para combatirlas, durante años se han usado las técnicas de visualización y autosugestión tanto para prevenir como para curar el estrés. Una combinación de ambas es la autohipnosis. Con ella conseguirás, poco a poco, objetivos tan importantes como cambiar esas creencias falaces que te limitan, o comenzar a sentirte cómodo afrontando problemas y situaciones que antes tendías a evitar.
Si eres de los que se echan a temblar con la sola idea de convertirse en el títere de un charlatán a base de palabrería, no eres el único. De hecho, esa es un poco la idea popular de la hipnosis, adquirida a través de diversos espectáculos que todos hemos visto en la tele o en el teatro. Sin embargo, venciendo los mitos de la hipnosis, resulta que es una herramienta útil para tratar un sinfín de problemas. Estos pueden ir desde el autocontrol hasta el tratamiento del dolor o incluso llegar a resolver cuentas pendientes del pasado con alguna persona.
Resulta que la hipnosis no es un ejercicio de pérdida de voluntad, sino todo lo contrario. La hipnosis clásica y dirigida por otra persona se trata de una técnica en la que se obtiene un estado de relajación muy profundo, al que llegamos cediendo el control a otra persona. En este caso a nuestro terapeuta, en quien confiamos plenamente.
Esta “cesión” tiene, sin embargo, el alcance que nosotros queramos y con el que nos sintamos cómodos. ¿Cómo funciona la hipnosis? A través de la voz, nos dejaremos guiar, aceptando una serie de mensajes de forma literal, que irán captando nuestra atención, consiguiendo primero un estado de relajación mental y corporal, y generando la visualización y vivencia de situaciones que busquemos recrear con fines terapéuticos.
De la misma manera que lo puede hacer un terapeuta, nosotros mismos nos podemos autoinducir un trance hipnótico. O, lo que es lo mismo: llegar a una visualización nítida con la que recrear los aspectos ambientales que tememos y asociarlos a un estado de relajación. Visualizar en este estado permite empezar desde cero y volver a aprender, pero sin los condicionantes negativos que nos afectan y limitan a la hora de desenvolvernos adecuadamente.
En resumen: Como técnica, la autohipnosis combina los poderes de la imaginación, la concentración y la relajación, en una serie de ejercicios que te ponen en contacto con partes no del todo conscientes de tu cerebro, y que afectan a las distintas facetas de tu vida.
Te permite, además, recrear mentalmente aquellas situaciones que te inquietan o angustian pero que quieres llevar a la práctica, ya sean completamente nuevas, o sean problemáticas y necesiten una pequeña ayuda para corregirse o mejorar.
La autohipnosis funciona desarrollando el lado derecho del cerebro. Es el intuitivo además de la sede de la pasión, los sueños, y las fantasías, dejando a un lado la inhibición que produce constantemente el hemisferio izquierdo, más matemático y racional. Los beneficios de aparcar el raciocinio limitador a favor de la emoción son varios:
Vaya por delante que, de un día para otro, es poco probable que consigas entrar en trance hipnótico por tus propios medios. De hecho, lo más recomendable sería que un hipnólogo te fuera guiando en tus primeras experiencias hipnóticas para facilitar las cosas y después hacerlo tú tranquilamente desde casa. En todo caso, estos serían los pasos a seguir:
La preparación consiste en ponerse psicológicamente en disposición de trabajar coordinando mente y cuerpo. O lo que es lo mismo: querer hacerlo y ponerse a ello. Para lograrlo necesitarás disponer de aproximadamente diez minutos para estar contigo mismo en un lugar cómodo y en el que no te vayan a molestar.
Al ser un ejercicio privado y que requiere cierta intimidad, para comenzar es mejor que lo hagas siempre en el mismo sitio. Tras hacerlo varias veces, conseguirás también asociar de forma automática ese lugar con un estado de relajación mental y física.
En la relajación corporal se encuentra el pasaporte para las ensoñaciones o estados semi-inconscientes que pretendes crear con la visualización. La manera más fácil y eficaz de conseguirla será sentándote o tumbándote para, a continuación, cerrar los ojos y centrarte en tu respiración, intentando no pensar.
No hay que confundir la relajación con el sueño, porque no te interesa dormirte, sino llegar a un estado de placidez y tranquilidad generalizada. Si notas que asoman pensamientos intrusivos no te preocupes ni intentes evitarlos: déjalo estar siendo simplemente consciente de ellos pero sin prestarles demasiada atención.
En esta fase aumentas la relajación y entrenas a la mente para que se dirija exactamente hacia donde tú quieras. Tú mandas y ella obedece. Es importante que seas paciente y no pretendas, desde el primer día, obtener un grado de concentración que te deje con la mente en blanco: es un proceso paulatino que se logra con el tiempo.
Comienza concentrándote en las diferentes partes de tu cuerpo y en cómo las sientes. Un buen orden es: manos, brazos, hombros, pies, piernas, tronco, y cabeza y cuello. Conviene imaginar frases del tipo: “Mi mano está relajada” a medida que recorres tu cuerpo.
Consiste en ver esas imágenes que fabrica tu propia mente a voluntad, orientadas a metas que desees conseguir. La idea es dejar que fluyan las ideas para conectar con tu lado más inconsciente, para a continuación imaginar la escena que quieres cambiar o conseguir, con nitidez y todo lujo de detalles.
Una vez generada esa visualización, deberás darte autoinstrucciones verbales dentro de ese escenario imaginado. Imaginando escenas nuevas en estado de relajación engañas a tu cerebro, que las vive como reales. Como consecuencia, te resultará mucho más fácil que esas escenas se hagan realidad y te sentirás preparado.
Como ya es habitual desde hace décadas, Carlos III reunirá esta Navidad a los miembros… Leer más
Tener una camiseta firmada por Messi, Lamine Yamal o Xavi Hernández y además contribuir con… Leer más
En el corazón de La Mancha y con leche cruda de oveja se elabora el… Leer más
‘El Dalí más grande del mundo’. Ese el título elegido por el Teatro Fernando de… Leer más
El grupo Kering afronta 2025 con nuevos retos y entre sus planes estaría una reorganización… Leer más
Los príncipes de Gales por fin han publicado su felicitación de Navidad. El príncipe William… Leer más