En nuestro país existe poca cultura de teletrabajo, aunque gracias al estado de alarma decretado por el gobierno por el coronavirus, una gran mayoría de los españoles tendrán que adherirse a esta modalidad. En condiciones normales esta fórmula suele gustar, ya que se entiende como una bendición el no tener al jefe respirando detrás de nuestra nuca para ver cuánto tardamos en presentar el informe. O si nos distraemos y con qué. Pero no todo es miel sobre hojuelas. Sobre todo cuando el teletrabajo va acompañado de un confinamiento familiar que genera tensión y distracciones en nuestros objetivos, como es el caso. Por ello habrá que adaptarse analizando la situación y poniéndose metas realistas.
Sabemos que ahora no es el caso, porque el teletrabajo se ha impuesto por la causa mayor del coronavirus, no por deseo de nadie. Pero lo del teletrabajo no es un concepto nuevo: desde que las grandes empresas descubrieron que la fórmula presencial suponía un gasto y que podían obtener la misma o mayor productividad contratando a freelances, cada vez es más frecuente funcionar desde casa.
En estos casos, las relaciones directas con los compañeros ceden el camino a una solitaria hiperconectividad por la que estamos permanentemente enganchados al trabajo, pero solos. Y aunque ser dueño de tu tiempo te dará algunos beneficios adicionales y un tiempo extra para ti, también suele plantear algunas dificultades añadidas a las de tu propia responsabilidad. Amén de los marrones o encarguitos de tu pareja en tu supuesto tiempo libre. En este sentido, en estos días del coronavirus, con los dos trabajando en casa, volverá a pasar. Y será uno (siempre el mismo) el que asuma el rol de estar más relajado y disponible para los hijos y los quehaceres diarios.
Debemos estar preparados para asumir la paradoja de lo que van a ser nuestras relaciones sociales en estos días: poco contacto social con nadie, a la vez que un exceso de relación con nuestra pareja. Todo con el foco de ansiedad de niños pequeños que necesitan alguien que les atienda, en días en los que muchas veces no contaremos con ninguna ayuda doméstica. Resolverlo no será inmediato y por ello tendremos que establecer las bases y normas de la nueva situación con nuestra pareja. Lo conseguiremos definiendo bien los tiempos y cometidos de cada uno en cuanto a unas tareas, ahora compartidas, y que antes no competían a ninguno de los dos. Por ejemplo, quién hace la comida, quién limpia o quién ayuda con los deberes o juega un rato con los niños.
La principal complicación de trabajar desde casa está, según los expertos, es el autocontrol sobre las distracciones y en la gestión del tiempo. Bien llevado, disparará tu rendimiento, pero sin orden te arriesgas a desdibujar esa fina línea que separa el trabajo y la vida personal de los mal llamados «autónomos». Así resolverás ambos problemas y aumentarás tu productividad:
«Asigna un tiempo a cada actividad y cumple los plazos previstos», aconseja José Manuel Tallón, coach personal ejecutivo, y formador en habilidades directivas y sociales en Eine Formación. «Para ser disciplinado en tu día a día debes imponerte el horario que mejor se adapte a tu situación y cumplirlo.Para ello, ten en cuenta el tiempo que vas a dedicar al trabajo, a descansar, a tus quehaceres diarios y a tu ocio». Con una buena disciplina se dispara la productividad, ya que te ahorras esos tiempos de desplazamiento al trabajo que tanto queman. «Experimenta con diferentes opciones hasta que des con la rutina que te motive y el horario que te funcione», sugiere el coach.
«Lo ideal es hacerlo a primera hora del día, mientras saboreas el primer café de la mañana, ya que es el momento de mayor frescura mental», añade Tallón. Se trata de tener la agenda bajo control, explica: «Esta planificación aumentará el rendimiento y reducirá nuestros niveles estrés». Si lo necesitas, tira de checking list para ir tachando cometidos, ¡y al tajo!
Tan importante como los objetivos de producción son los motivacionales: pueden funcionar como recompensa al esfuerzo o como simple pausa destinada al contacto con el mundo. Así lo recomienda Carlos Melero Bascones, profesional independiente y autor del método «Coaching realista»: «Es fundamental salir, tener un escape o un algo que te permita refrescar la cabeza». Tú podrás elegir qué hacer en ese tiempo, que tan pronto será desfogarte en el gimnasio como hacer la compra o la comida, pero«sin sentimientos de culpa», nos recuerda: «Necesitamos parar para mantenernos en el nivel máximo de rendimiento».
Tanto en lo personal como en lo profesional, aprende a priorizar y créate el hábito de hacer siempre las cosas por orden de importancia: «Las cosas importantes no se deben nunca posponer; tienen que hacerse las primeras y no pasarse a otra cosa hasta que no hayamos finalizado la anterior», aconseja Tallón. Será positivo alternar tareas en función de su dificultad para no llegar al agotamiento mental. Aunque «puede ser difícil motivarse para comenzar a trabajar cuando no hay nadie ante quien rendir cuentas de las distintas formalidades, por lo menos hay que intentarlo», añade Carlos Melero.
No se trata de Feng Shui, sino de sentido común: «La mesa debe estar limpia de objetos que no tengan relación con el trabajo que se esté realizando en ese momento», asegura José Manuel Tallón. Lo mejor será «tener sólo lo imprescindible para evitar distracciones». El coach es, asimismo, partidario de generar un espacio inspirador en el que pueda haber lugar también para mensajes motivacionales. Elige tu frase al estilo «Tú puedes» o «Ánimo», si eres un campeón y lo sabes. Para eso están los post-it o incluso el salvapantallas.
«Algunas distracciones pueden ser muy negativas, como la televisión o las redes sociales, pero otras son más neutras y juegan a favor o en contra, dependiendo del momento», asegura Melero. Se trata de identificarlas, de saberse susceptible a ellas, y de usarlas a tu favor, «dejándote llevar por ellas para descansar y cambiar la mente de foco». Un ejemplo son las tareas de la casa: «Trata de centrarte en el trabajo, pero si decides poner una lavadora, hazlo con plena consciencia y aceptándolo como una forma de mantener la frescura mental».
«El aislamiento y falta de interacción con otras personas puede ser un inconveniente duro de llevar a largo plazo», afirma el autor de Coaching realista. Al margen de comentar dudas técnicas, se puede echar en falta «la posibilidad de girar la cabeza para preguntar algo, o tener un pequeño contacto humano». Esto se puede resolver intentando equilibrar las horas trabajadas en casa con la vida familiar. Lo importante es «no dejarse» y, sobre todo, no trabajar en pijama más de la cuenta.
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