Una de las mayores preocupaciones de los niños y adolescentes está en padecer acoso escolar o bullying. Para ellos este suele ser una constante que, en el mejor de los casos, presencian de vez en cuando. En el peor escenario, son ellos mismos las víctimas de una pesadilla que no se atreven a verbalizar. Siendo así de dura la experiencia, ¿por qué no comparten este sufrimiento con sus padres? Las razones por las que los niños no reportan el acoso escolar son varias, y la primera de ellas es la vergüenza por lo que está pasando y el deseo de no preocupar.
Si algo podemos observar los padres desde casa, es que los niños no se encuentran cómodos cuando tienen que hablar sobre bullying. Ni siquiera en términos genéricos. Eso nos da una idea de la motivación que tienen para denunciarlo, en el caso de estar sucediendo dentro de su entorno.
Los adultos vamos siendo cada vez más conscientes del tema y lo abordamos habitualmente manteniendo ojo avizor y generando un diálogo abierto y de confianza en la familia. Sin embargo, el asunto tanto del acoso escolar como del ciberacoso se presta a un hermetismo inusual por parte de la víctima. Tanto es así, que los niños se lo callan hasta que no pueden más y a veces los padres no llegamos a enterarnos.
Cuando el acoso se destapa, a lo mejor han pasado meses o incluso años. De hecho, los niños tardan una media de dos años en reportar los problemas que les afectan cuando estos son graves. ¿La razón? Desde no preocupar a su familia, hasta no sentirse chivatos.
El resultado de este mutismo es muy grave, ya que contribuye a perpetuar el hostigamiento y la violencia entre iguales. Romper con este círculo vicioso es fundamental, y pasará necesariamente por cortarlo en algún sitio. ¿Cómo conseguir que los niños nos hablen de sus temores sobre un bullying que pueden estar presenciando o padeciendo en el colegio? Los expertos hace tiempo han concluido que lo más efectivo para este propósito es incidir en el papel de los testigos pasivos. Es decir, que los niños lo cuenten cuando lo vean, aunque no sean ellos mismos las víctimas directas de este acoso.
Hablar directamente suele ser un gran consejo siempre, aunque en el caso del acoso escolar puede ser una buena idea el ir abordándolo poco a poco; incluso dando rodeos.
Sigue estos consejos para sacar el tema y que tu hijo manifieste sus preocupaciones acerca del acoso escolar, ya sea por padecerlo o por presenciarlo y consentirlo de forma más o menos pasiva.
Ponerles una buena película puede obrar milagros y encargarse de transmitir todas esas moralinas que se negarán a escuchar de nuestra propia boca, pero que aceptarán de buen grado si lo interiorizan ellos mismos. Tras ver una película surgirá la oportunidad de hacer el correspondiente “cine fórum” con el que sacar el tema que nos preocupa.
Actualmente existen muchas series y películas sobre bullying, algunas de ellas en Netflix. Mención especial merecen, por ejemplo, Tall Girl 1 y Tall Girl 2, películas para adolescentes que no trata exclusivamente del bullying, pero sí del estigma de ser diferente y de cómo gestionarlo a favor de la seguridad y la autoestima. Otra película imprescindible, y muy bonita para ver en familia es La lección de August, que está versionada de un libro igualmente excelente.
La literatura infantil y juvenil está muy estudiada para penetrar en la psicología del niño y, en el caso de los adolescentes, consigue hacer que conecten muy bien con determinados personajes, a los que los jóvenes terminan por idolatrar, por presentar conflictos similares a los que entienden como propios. Averigua quiénes son sus ídolos y elige los libros en función de los personajes.
Lo mejor de los libros es que sus argumentos generan empatía en ellos a través de lo que observan en los modelos de comportamiento, decisiones, y relaciones familiares de los personajes. Actualmente hay muchos libros sobre acoso escolar, que lo abordan desde las distintas ópticas de los diferentes actores, ya sean víctimas o testigos.
Una fórmula infalible para que los niños reflejen sus ansiedades y temores es a través del dibujo. En este hecho se basan, precisamente, las técnicas proyectivas utilizadas en psicología como herramienta de evaluación diagnóstica. Si bien es verdad que para hacer una interpretación detallada habrá que consultar con un psicólogo especialista en estas pruebas, tampoco hay que pretender hacer un Test de Rorschach.
Si pensamos que nuestro hijo está siendo acosado, si es pequeño, hasta los ocho o nueve años, se le puede pedir, por ejemplo, que haga un dibujo de su colegio o de sus amiguitos.
Para interpretarlo deberemos fijarnos en los siguientes detalles:
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