Con la llegada del año nuevo volveremos a hacer un examen de conciencia con el que definir aquellas parcelas vitales que pueden mejorar con algunos cambios. Esta reflexión es importante, porque nos ayudará a establecer objetivos realistas. Como contrapartida a los clásicos dejar de fumar y apuntarse al gimnasio, este año apostamos por una meta tan amplia que resulta hasta casi filosófica. Se trata de cambiar nuestra percepción de la vida, reestableciendo las prioridades. En suma: deshacernos de lo que nos complica y centrarnos en lo verdaderamente esencial. Con ello lograremos reducir el estrés y disfrutar de lo que de verdad importa y aporta, que casi siempre son las pequeñas cosas.
El problema de la gran mayoría de los mortales es tener la sensación de que la vida es complicada. Y la consecuencia es el estrés. Pero se trata, objetivamente, de tres cosas: de lo que nos produce malestar o factor estresante, de nuestra percepción y de la gestión que hacemos de esta situación. Así lo explican desde el centro de psicología del Grupo Laberinto.
“Lo que entendemos como una complicación es la percepción subjetiva del problema y de los altos niveles de estrés que nos puede producir. Sabemos que una situación puede ser un drama para una persona, y por el contrario, otra puede enfrentarse a ella de forma resolutiva”. Pero recordemos que el estrés es una reacción adaptativa que ayuda al organismo a afrontar cambios y situaciones que pueden desestabilizar el equilibrio de la persona. Sólo será un problema cuando esta reacción nos desborde. Por ejemplo, “cuando nos enfrentamos a situaciones cambiantes y complejas continuamente y esto se traduce en menor flexibilidad mental y en dificultades para autorregularse emocionalmente”, señala la psicóloga sanitaria Laura Llamas.
Y aunque es verdad que algunos factores estresantes están fuera de nuestro control – como puedan ser enfermedades, rupturas o cambios de etapa vital-, la mayoría de las veces nuestra reacción vendrá de la lectura que hagamos. Y, por su puesto, de la sensación de control que tengamos sobre esa situación, en el sentido de vernos o no capaces de resolverla.
“Las situaciones del día a día más estresantes están relacionadas con el trabajo, como la falta de planificación y las tareas urgentes del trabajo, enfrentarse a reuniones y clientes”, apunta Llamas. “En el plano del hogar, tenemos los temas organizativos como hacer la compra, limpiar, o hacer la comida, que también necesitan nuestro tiempo. En el plano familiar, de pareja o social las situaciones más estresantes son los conflictos en las relaciones”. ¿Por dónde cortar esta espiral que nos hace sentir desbordados? La respuesta más eficiente estaría en prescindir de lo que no es esencial y, sobre todo, en planificar y gestionar nuestro tiempo.
Resulta que la gurú del orden, Marie Kondo, tiene razón. Y que sus preceptos pueden hacerse extensibles a otras áreas de la vida, además del orden en la casa. Pero, comenzando por lo primero: tira trastos y dona lo que no necesites o quieras. También la ropa, sí. La acumulación de objetos te impedirá la entrada de cosas nuevas y te generará malestar al no encontrar nada, además de complicar la limpieza de tu entorno. Mantener tus espacios limpios y ordenados, incluso haciéndote un plan de Feng Shui te dará sensación de control y simplificará tu día a día.
Hecha esta primera “limpia”, podemos seguir con lo demás. En nuestra vida hacemos demasiadas cosas. Muchas de ellas ni nos gustan, ni nos aportan nada, además de impedir que realicemos otras actividades que sí tienen valor para nuestra salud y bienestar. Un ejemplo muy obvio de tareas no esenciales con las que nos comprometemos diariamente está en pasar horas en las redes sociales, en abstraernos con la tecnología o en perder el tiempo con mensajitos de chat. Cortar con la compulsividad de estar permanentemente conectado te hará sentir mucho mejor, una vez superes el síndrome de abstinencia (que te durará un par de días).
Otros frentes que nos recuerda Laura Llamas y que nos debemos replantear responden a hábitos que no nos convienen. “También perdemos mucho tiempo cuando intentamos resolver problemas de los demás, y estar apagando fuegos constantemente es agotador. Recordemos: lo primero, resolver los problemas propios o inminentes, y luego dedicar cierto tiempo a intentar ayudar al otro”.
Al hilo de lo anterior, el año nuevo puede ser un buen momento también para prescindir de aquellos amigos innecesarios. Cortar con las relaciones tóxicas es uno de los mejores consejos para simplificar, partiendo de una idea muy simple: cualquiera que no te haga sentir mejor, ni se alegre por ti ni te desée bien, no vale tu tiempo. Si puedes pensar en eliminarlos de tu vida, posiblemente puedas prescindir de ellos y sea una buena idea.
Si de verdad quieres aplicar los propósitos de año nuevo de simplificar, será fundamental empezar a hacer una buena gestión del tiempo. Un tema complejo pero que, a base de estructura, se puede conseguir muy fácilmente con la ayuda de un profesional, generalmente un psicólogo. Juntos podréis analizar qué te va a aportar cada actividad y en qué medida será necesaria para ti. Una buena forma de empezar y que puedes hacer tú solo es a través de una criba rápida en la que elimines lo que sobra o no te conviene.
Aunque se trate sobre todo de restar, en nuestra particular operación del año nuevo será muy aconsejable emprender actividades que nos aporten energía, bienestar emocional y salud. Desde Laberinto nos dan algunos ejemplos:
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