Si preguntas a cualquier niño, los abuelos perfectos y más queridos coinciden con ser los más divertidos: jamás regañan, casi nunca se enfadan, les preparan sus comidas favoritas… Y en muchos casos, les dan licencia para hacer cosas prohibidas por papá y mamá. Todo esto los niños lo saben y por ellos se tratarán de aprovecharse de la situación. Sin embargo, cuando la figura de los abuelos, y sobre todo de la abuela, entra en conflicto con intereses educativos importantes para ti, será importante intervenir y retomar el control. Toma nota de lo que puedes hacer si los abuelos miman demasiado a tus hijos.
Si nos preguntan a nosotros como padres cómo son los abuelos perfectos, también estaremos de acuerdo en que, sobre todas las cosas, su papel es el de querer y consentir. Esto es, mimar un poco “de más”, o incluso bastante, respecto a lo que haríamos nosotros mismos, pero sin perder el norte, se entiende.
Por ello, muchas veces les otorgamos un rol importante en la crianza de nuestros hijos: por ejemplo, cuidándoles por las tardes, yéndoles a buscar al colegio alguna tarde de la semana, o haciendo de canguros para poder salir a cenar.
Todo esto lo organizamos así, confiando en que el peso específico de su cariño será muy superior al de educar sobre bases estrictas. Para eso estamos nosotros. En cualquier caso, también nos fiamos de que en casa de la abuela haya un criterio equilibrado entre mimar e instruir. Porque los abuelos también están para educar y cuidar, por supuesto, pero eso en menor medida.
Por edad, nuestros padres ya suelen estar cansados y no tienen la energía suficiente para ejercer la autoridad aunque la tengan. Pero, sobre todo, lo que no tienen es la voluntad de hacerlo. Piensa que ellos ya te han educado a ti; ya han educado a sus propios hijos con todas las alegrías, pero también con todo el desgaste que esto produce.
En esta etapa de sus vidas, como abuelos y personas mayores que son, ellos asumen un rol diferente al que asumieron como padres contigo, mucho más relacionado con el cariño y la complacencia que con el cumplimiento de normas y la transmisión educativa, que sí corresponde siempre a los progenitores.
Así las cosas, puede suceder que tanto mimo llegue a interferir o incluso a contravenir totalmente aquellos principios educativos por los que, cada día y con esfuerzo, luchamos en casa. Hablamos, en concreto, de cumplimiento de horarios, de comidas e incluso de compras y regalos materiales.
Cuando notes que las normas básicas que intentas inculcar en casa se incumplen sistemáticamente, es importante tomar el control de la situación. Sobre todo si el niño pasa mucho tiempo con sus abuelos y estos tienen un papel clave en su crianza desde que son pequeños.
Está claro que en la vida uno a veces tiene que mantener conversaciones incómodas con el fin de cambiar las cosas. Y este es uno de esos casos. Si ves que la abuela o los abuelos en general, están interfiriendo negativamente en la educación, no te queda más remedio que hablar sobre ello.
Lo mejor para conseguirlo será sin paños calientes: “Quiero hablar contigo del niño porque he observado que algunas cosas que hacéis luego le afectan negativamente en casa y generan algunas expectativas muy poco realistas”.
Además, y una vez hayas mantenido esta conversación, tendrás que hacer un seguimiento. Lo ideal sería hablarlo cada semana o cada vez que el niño ha estado con sus abuelos. En suma, se trata de ver si las estrategias establecidas les están funcionando a la hora de modificar, con tu ayuda, los comportamientos que se pretenden corregir en casa de la abuela.
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