¿Qué les pasa a los youtubers que andan todos estresados?
La presión a la que son sometidos los 'youtuber' les lleva a que la ansiedad y la depresión se instale en sus vidas con mucha facilidad.
Me gustó el titular que anunciaba que ‘El Rubius’, el famoso youtuber, se alejaba temporalmente de su producción mediática debido a un problema de índole emocional. Ni mucho menos digo esto porque le desee ningún mal a este chico (a quien por cierto no conocía antes de que la noticia de su ‘baja por depresión’ saltara a los medios de comunicación y se extendiera con extraordinaria difusión).
De hecho, como psicóloga y buena conocedora de los increíbles estragos que algunas situaciones y emociones mal gestionadas pueden llegar a hacer en nuestras vidas, es obvio que no le deseo a nadie el padecimiento de ningún tipo de afección o patología emocional.
Pero, una vez se sufre un episodio ansioso o depresivo (el principal motivo de consulta en los centros de psicología ambulatoria de nuestro país), no se me ocurre mejor manera de afrontarlo que empezando por normalizar su aparición, reconociendo su impacto y tomando las medidas oportunas para su adecuada gestión. Me gustó entonces la valentía o el arrojo de un chaval joven y exitoso, referente para muchos otros chavales, capaz de reconocer un momento de vulnerabilidad.
Somos seres vulnerables, sí, en algunos momentos de nuestra vida más que en otros y no por ello somos débiles, cobardes, frágiles, ni mucho menos inútiles. La capacidad humana para reponerse del dolor y afrontar dificultades es, de hecho, extraordinaria y hay en nosotros mucha más resiliencia de la que imaginamos.
Lo que pasa es que para entrenarla hace falta partir del conflicto, del malestar y de la vulnerabilidad, hace falta partir del reconocimiento explícito del dolor para poder desplegar las herramientas necesarias para su adecuada gestión. Y nada que se aleje del éxito se vende bien en un escaparate mediático en el que priman los egos y las apariencias. Así las cosas, chapeau por este chico.
Y, dicho esto, ¿qué está pasando últimamente? ¿Por qué hay tantas noticias acerca de youtubers que se encuentran estresados, se sienten solos y se enfrentan a la desmotivación? ¿Cómo es posible que chicos y chicas tan jóvenes y a los que la vida sonríe de manera tan explícita se enfrenten a una sintomatología que les llega incluso a incapacitar y alejar de su habitual modo de funcionar en la vida?
El rol de un youtuber como profesional es ciertamente novedoso y forma parte tanto del desarrollo de las nuevas tecnologías como de todos los cambios en los modelos de comunicación, interacción y relación social que a ellas pueden asociarse. Del lado de quien no solo consume sino que además genera y vuelca contenido de máxima difusión en las redes sociales se dan una serie de circunstancias que convierten su día a día en una auténtica carrera contrarreloj.
En ella, el destino es siempre caprichoso, los resultados son siempre mejorables, la ambición económica es siempre insaciable y confluyen tantos intereses que necesariamente acaban encontrándose entre sí. El impacto psicológico de vivir sometido a la presión de las audiencias (o, peor aún, de los clics) y que además se retroalimenta de un feedback tan rápido como despiadado ha de hacerse notar, necesariamente.
Al igual que en otros ámbitos, y especialmente en el mundo audiovisual, los youtubers viven supeditados a la tiranía de los números, de la financiación y de la publicidad. Hace tiempo que así viene siendo en el mundo audiovisual en general, pero cuando hablamos de difusión online, sea del tipo que sea, a la presión de las audiencias se suma la de la inmediatez. El estrés asociado al crecimiento constante y obligado de las visitas y de los ingresos, así como al mantenimiento del éxito, desdibujan otras referencias o estándares (entre ellos, en muchas ocasiones, los de calidad) y llegan a convertirse en constantes exigencias interiorizadas con importancia desmedida en la vida del individuo cuya reputación y modo de vida dependen de ello.
En este tipo de profesiones tiende a difuminarse la frontera entre lo que es profesional y lo que forma parte del ámbito mas íntimo y personal. Y, a causa de ello, la autoestima y la salud psicológica y emocional de las personas puede llegar a resentirse gravemente a causa de una confusión entre los criterios que verdaderamente informan acerca de la calidad del propio trabajo y los que sencillamente responden a otros intereses (y que, en muchas ocasiones, además, escapan al ámbito de actuación y a la responsabilidad del propio profesional).
Exigirse a uno mismo la consecución constante del triunfo, sin saber muy bien en base a qué ha de valorarse o confundiendo lo que de uno mismo depende y lo que no, se convierte en una auténtica tortura y puede llegar a provocar verdaderos episodios de desbordamiento emocional, sensación de fracaso, desesperanza, desmotivación, hartazgo y cansancio. Es decir, la base de un cuadro ansioso-depresivo de manual.
Hay varios famosos youtuber que han dejado la red social víctimas del agotamiento ¿La sobrecarga a nivel emocional y rendimiento para lograr estar en lo más alto lleva a hacerles ser esclavos de estas redes? Cuando un joven como ‘El rubius’, por poner solo un ejemplo, decide alejarse de las redes sociales por sentirse exhausto, presionado, con “bajones” (tal y como él lo describe) y constantemente nervioso, significa que la presión ha sido desmedida; tanto que las estrategias de afrontamiento de la persona no han sido humanamente capaces de gestionar tal cantidad y tal magnitud de estresores.
Y, a su vez, cuando tanto de la vida, de la identidad y de la salud emocional de una persona depende de parámetros arbitrarios a través de los cuales medir el éxito, la calidad y el rendimiento de una persona en su trabajo, quizá debamos plantearnos que el uso que hacemos de las redes sociales puede haberse pervertido y que su utilidad (por otro lado y en algunos aspectos incuestionable) puede haberse desdibujado. Quizá esto deba llevarnos a reflexionar acerca de los valores que en las redes sociales se propagan de forma tan implícita pero tan fehaciente a la vez, y también del modelo ideológico y social que queremos inculcar a las nuevas generaciones, estas entre las que se encuentran ya muchos “esclavos” de las redes.