Las maletas, al igual que las bicicletas, son para el verano, sin ningún género de dudas. De hecho, las vacaciones de verano suelen ser sinónimo de viajes en familia, y se preparan con gran ilusión desde meses antes. ¿Quién no está deseando irse de vacaciones?
Lo cierto es que la emoción de organizar el viaje cuando uno compra los billetes de avión, reserva el hotel o casa de alquiler, o cuando se imagina paseando por la ciudad de destino a visitar, es inversamente proporcional a la emoción que se siente a la hora de preparar maletas.
Tanto es así, que más de uno lleva francamente mal lo de los equipajes y la logística en general, hasta el punto de arrepentirse de viajar antes de salir. Exageraciones aparte, sentirse agobiado antes de irse de vacaciones y de viaje es muy habitual, a pesar de que se trate de una actividad tan esperada. ¿Qué podemos hacer para no agobiarnos con la preparación de maletas y viajes?
Agobiarse por irse de vacaciones es, sin duda, un mal menor, y ojalá fuera ese el mayor de nuestros problemas. Pero también es verdad que cuando hay desplazamientos con niños, por ejemplo, ya no sólo tenemos que hacer nuestras maletas, sino también las suyas. La cantidad de tareas y detalles a considerar se multiplican en este caso, y el hecho de tener que prepararlo todo en tiempo récord porque nos ha pillado el toro una vez más es todo un clásico del verano.
A la tarea de preparar el equipaje se suma la carga mental en cuanto nuestras responsabilidades y compromisos cotidianos. En este sentido, podrá llevarnos varios días el llegar a desconectar mentalmente del trabajo y dejar atrás las responsabilidades laborales y tareas que dejamos pendientes.
El resultado de tener tantos frentes abiertos en los días previos al viaje puede hacernos sentir un poco sobrepasados, e incluso bloquearnos, haciéndonos correr el riesgo de olvidar algún detalle importante. Por eso es fundamental mantener la calma y apostar por una preparación estructurada que no dé pie a errores ni a despistes.
Aunque estemos acostumbrados a tener un montón de asuntos y obligaciones en la cabeza de muy diversa índole (trabajo, casa, niños, gestiones…), y generalmente lleguemos a casi todo, con las vacaciones no conviene jugársela.
Es el momento de recurrir a procedimientos que funcionen, esos que recomiendan las organizadoras profesionales y que nunca fallan. Entre otras cosas, en estos casos prescriben la socorrida check list, o listado de tareas en español.
Con esta lista nos aseguraremos de cumplir con todos los pendientes, con la recompensa psicológica adicional de ir poniendo cruces a medida que vamos cumpliendo objetivos. Otro beneficio de esta lista es que siempre podremos añadir tareas adicionales de las que nos hubiéramos olvidado anteriormente.
Las maletas no se hacen solas. Ni las tuyas ni las de tus hijos. Eso hay que saberlo y destinar, por tanto, el tiempo suficiente para su preparación. Si tus hijos son un poco mayores y crees que pueden responsabilizarse de su propio equipaje, les puedes ayudar a confeccionar un listado con las cosas que deben llevar, y luego supervisar.
Por ejemplo: dos pantalones largos, dos cortos, cuatro camisetas, mudas y calcetines para una semana, más las cosas de aseo. A esto deberán añadir sus objetos personales más preciados y las cosas que querrán llevar a mano durante el viaje (móvil, headphones, snacks, libros…)
Por tu parte, a la hora de hacer maletas no te compliques y procura ir ligero de equipaje, eligiendo fondos de armario que se puedan combinar con complementos y darle un toque más arreglado o menos, en función de las situaciones.
Si viajas en avión, recuerda que las cosas de valor (bolsos, joyas y otros complementos) los tendrás que llevar contigo encima, al igual que los ordenadores y aparatos electrónicos. ¡No se te ocurra facturarlos en la maleta! Aparte del riesgo de robo, si esta se perdiera, por más que te lo cubra el seguro de la compañía, este no alcanzaría a pagar su valor.
Antes de empezar a empacar, asume lo siguiente: hay que ser realista. Esto significa que no se puede llevar todo. Por tanto, en general habrá que huir de los “por si acasos”. Es una buena idea desplegar toda la ropa que quieras llevar, doblada sobre la cama, para ver en qué modo combina y cumple con tus necesidades.
A la hora de meterlo todo en la maleta, las organizadoras profesionales suelen ser partidarias de enrollar la ropa, o bien de doblarla al estilo Marie Kondo, de forma que se vea en la maleta y se ahorre espacio. Otra fórmula para ahorrar espacio es meter cosas pequeñas, como puedan ser los calcetines, dentro de los zapatos.
Y, por supuesto, de emplear trucos como las bolsas de vacío o adquirir distintos packs de almacenamiento de distintos tamaños y con el frontal transparente para que se vea el interior.
Si en tu día a día necesitas cinco cremas para tu cuidado facial, tendrás que renunciar a algo, porque idealmente las cosas de aseo tienen que ser las mínimas. Sobre todo si vas en avión, ya que tendrás que meterlo en la maleta al ser líquidos.
Esto es importante, porque cuando uno se va de vacaciones siempre acaba comprando algo, bien sea como recuerdo o como capricho.
Hazlo también con el teléfono de contacto para evitar confusiones y facilitar la recuperación en caso de pérdida.
e este modo las protegerás de arañazos y golpes, pero sobre todo dificultarás su apertura por parte de ladrones o contrabandistas que pudieran meter algo en ellas.
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