El viaje a la Felicidad

La invitación nos convocaba para acudir a la Estación de la Felicidad  «para comenzar un viaje apasionante». Había que llegar a las 20:30 horas. Y es que Coca-Cola, una marca que forma parte de nuestras vidas, anunciaba que habría un «anuncio histórico«. Desde luego que no nos lo queríamos perder y eso que hasta casi el mismo día no conocimos las coordinadas exactas del lugar elegido. A la llegada al recinto, cercano a la madrileña estación de tren de Atocha, una decena de jóvenes enfundados en un mono rojo hacían señales luminosas para indicar el lugar adecuado de estacionamiento.

¡Y llegamos! Atravesamos unos cortinajes y encontramos un oasis en el que no faltaban enormes Kentias, palmeras, bidones de hielo, banda de jazz, vagones de ferrocarril antiguos.. y una cortina de agua sobre la que se proyectaban vídeos en los que se palpaba la Sensación de vivir y esa Chispa de la vida…

Era palpable que la multinacional había cuidado hasta el mínimo detalle para hacer público su secreto. Entre los aproximadamente 500 invitados, los representantes de distintos medios de comunicación nos acercábamos unos a otros para intentar saber por adelantado algún titular del evento. Curiosamente no se había filtrado nada así que no nos quedaba otra que esperar a la presentación oficial que se produciría una hora más tarde. Entonces la expectación era saciada con un estupendo jamón y toda clase de bebidas. El cóctel diseñado para la noche fue el «sangricola» (Coca-Cola+sangría).

Llegado el momento, un enorme panel luminoso nos indicada «Arrancamos. Comienza el viaje. Ocupen sus asientos». Y entonces seguimos la flecha que nos llevó hasta un enorme espacio cuya protagonista era una pasarela roja rodeada de varias filas de sillas. Allí nos sentamos todos los invitados (empleados, clientes, distribuidores, directivos, prensa…). Todos éramos bienvenidos de la misma manera. No había sitting. Cada uno se sentó en  el lugar que quiso, sin importar su rango u ocupación. En el front row mi compañera Patricia y yo esperamos expectantes a «la noticia».

Minutos antes de que Esther Morillas, responsable de marketing de Coca-Cola Iberia nos recordase que «si la felicidad tuviera un color seguro que sería el rojo«, sonaba Moments in Love (Beaten). Había mucho en juego: dos años de trabajo de la división nacional  y la implicación de todos las partes necesarias en la difícil tarea de acercar a los clientes la felicidad metida en una lata. Por un «salón experimental» fueron pasando muchos de los miles de empleados directos de la compañía en nuestro país. Durante los últimos meses pudieron conocer de primera mano lo que implicaba el inminente cambio de look de la niña bonita.

Entre bandeja y bandeja de hamburguesas con pan de Coca-Cola, el número dos (mundial) de la compañía, Marcos de Quinto, explicaba a The Luxonomist, que esta nueva imagen se va a implantar primero en España, después en Chile y más tarde en Rusia. Por todo ello, el mundo estará pendiente de la nueva puesta en escena en suelo patrio (se cambiará toda la imagen del refresco más conocido del mundo, incluidos los lineales de los supermercados, bares…) y no me cabe duda de que nos gusta ser felices. Así que el recorrido para poner en el mercado nacional 2.900 millones de envases, entre marzo y diciembre de 2015, será apasionante.