Con Nueva York a sus pies
Uno es diseñador y el otro, el fotógrafo. El tándem perfecto que, con exquisito gusto, destaca dentro del competitivo mundo floral de la Gran Manzana. No hay que perderles de vista porque están marcando tendencia.
Después de los años en que la perfección de un bouquet se medía con regla, vino la rebelión. Una insurrección que empezó en Brooklyn entre diseñadores jóvenes y talentosos como Emily Thompson y Sarah Ryhanen. Y luego se fue expandiendo por el resto de la city. Las reglas del diseño floral, aquellas que hablaban de la existencia «sine qua non» de triángulos y la prohibición de mezclar flores de distintas estaciones para emular a la naturaleza, se hicieron trizas.
La libertad significó trabajar con el espacio negativo, incluir flores secas dentro de un arreglo fresco (no como una trampa, ojo) y dejar que las ramas sigan su curso desde la repisa de una chimenea hasta tocar el suelo. Así el follaje adquirió tanta importancia como las flores y se ensalzó el lado más salvaje de la tierra.
Michael es diseñador de interiores y Darroch un eximio fotógrafo. Se conocieron en la cola de un supermercado en Los Ángeles y se casaron jóvenes. Con ganas de trabajar en gran ciudad, se mudaron a Nueva York. En 2014 fundaron Putnam Flowers, poco tiempo después que Michael descubriera el diseño floral. Trabajar juntos era algo que siempre habían deseado y con las fotografías que sacó Derek a sus arreglos fueron un éxito en las redes sociales. Por supuesto que esto ha significado un desafío como pareja, pero sumando y restando no se imaginan su vida de otra manera.
Putnam Flowers tiene el calendario de bodas copado para 2016 y ya están recibiendo reservas para el próximo año. Trabajan sólo un evento cada fin de semana, porque no quieren perder de vista ningún detalle y su manera de ejecutar sigue siendo artesanal. Las flores las compran en el mercado de la calle 28 la misma semana y no cuentan con refrigerador.
Tienen una espacio dentro de la tienda de ropa Club Monaco desde donde despachan unos 15 a 20 arreglos diarios. Su última aventura fue en Ciudad de México, donde impartieron un taller de dos días que incluyó la implementación de un escenario para un «photo shoot».
Aunque han hecho trabajos para revistas como Vogue, Town & Country y Harpers Bazar, el 80% de su tiempo lo dedican al diseño de flores para bodas. Sus novias no llegan con tablas de Pinterest porque tienen claro el estilo del taller.
Son apenas unas cuantas preguntas las que les ayudan a crear un concepto personalizado, así como la visita al lugar donde se hará la ceremonia y la comida. Del total del presupuesto para una boda, las flores se llevan el 8 al 10%. Sus trabajos tienen un mínimo de 15 mil dólares e incluyen un design fee.
Definen su estilo como relajado, orgánico y romántico. El proceso de creación parte por la elección de dos colores. Jugando con las tonalidades darán vida a una velada elegante y chic, sin ser estirada.
Para un diseño en particular, Michael parte siempre de una flor que le inspire. Esta debe contar con al menos dos tonalidades que le permitan jugar. Luego está su pasión por la asimetría. Le gusta definir un punto alto y otro bajo generalmente dado por una rama de estación (cerezo, ciruelo o forsythia en primavera). Determinar un sector para la flores en tonos claros y otra para las de colores profundos. Trabajar con el espacio y la profundidad, permitiendo a algunas flores asomarse y mostrar su belleza a plenitud.
Su flor favorita es la dalia, pero admira la presencia que da un ranúnculo japonés, la gestualidad del tulipán traído de Holanda, o la delicadeza silvestre de las fritillarias. Otras de las flores que no pueden faltar en sus arreglos son las rosas. Entre sus favoritas están Quick Sand y Juliet de David Austin Weddings.
Con apenas dos años Putnam & Putnam son los floristas más cotizados de Nueva York. Y la mejor manera de inaugurar la primavera es deleitarse con su trabajo y sensibilidad.